Este domingo el parlamento israelí votará el nuevo gobierno del ultraderechista Naftalí Bennet -al frente de una coalición heterogénea- que sucederá a Benjamin Netanyahu. Pero el primer ministro que más duró en el cargo desde la fundación del Estado de Israel preparó una bomba de tiempo pronta a estallar tras autorizar una marcha de la extrema derecha nacionalista a través de Jerusalén que levantó alarmas del gobierno de Joe Biden y de las Naciones Unidas, que pidieron sensatez tanto a los manifestantes como a Hamás ante posibles incidentes que tiren por tierra con el precario alto el fuego del 21 mayo pasado.
El presidente de la Kneset, Yariv Levin, correligionario de Netanyahu en el partido Likud, demoró lo que pudo la convocatoria a la espera de que pudieran socavar la coalición armada por el presentador televisivo Yair Lapid, que incluye a la derecha más acérrima de Bennet, la izquierda y el laborismo junto con el frente árabe, que por primera vez integrará un gobierno en Israel.
Mientras tanto Netanyahu profundizó los brulotes contra la coalición y desde sectores afines proliferaron amenazas a los legisladores que apoyarán el cambio de gobierno. Las autoridades reforzaron la seguridad de Bennet, pero la lista de amenazados incluye a Guideon Saar, del partido Nueva Esperanza, y a Ayelet Shaked, Idit Silman y Nir Orbach, de Yamina, el partido de Bennet. Avigdor Liberman, de Yisrael Beytenu y Tamar Zandberg, de Meretz, también habían denunciado presiones. La mayoría de ellos formaron parte de la coalición que mantuvo en el poder a Netanyahu por 12 años seguidos. Netanyahu, en su desesperación por no irse, los acusa de haber traicionado los ideales de la nación judía.
La llamada Marcha de las Banderas, una manifestación convocada por figuras de la extrema derecha, no había sido autorizada por la Policía ante el peligro de choques con la comunidad palestina de los barrios de Jerusalén Este. Contra la opinión del ministro de Defensa y los servicios de seguridad, Netanyahu la permitió para este martes.
Desde Estados Unidos se mostraron reacios a aceptar esta chicana de Netanyahu siguiendo la línea de provocación de su exsocio en Washington, Donald Trump. «Creemos que es esencial abstenerse de tomar medidas que exacerben las tensiones», consideró Ned Price, vocero del Departamento de Estado. Price agregó que la administración Biden quería hacer «todo lo posible para tratar de prevenir escaladas o provocaciones que podrían proporcionar una chispa para renovar la violencia». «