Pese al escepticismo de Donald Trump, EE UU superó a China en casos de coronavirus, acercándose al cierre de esta edición al centenar de miles de contagios, y con un dramático epicentro en Nueva York, donde se superaban los 40 mil casos. Para despegarse del oprobioso primer escalón del podio, Trump puso en duda los números brindados por China, país al que no olvida de atribuir el origen de la pandemia al mencionar “el virus chino” en cada declaración.
El presidente que sugirió que lavándose mucho las manos alcanzaría para contener el virus, considera que el colapso que pueden provocar en la economía las medidas impuestas para frenar la pandemia costará más vidas que la propia epidemia. Por eso insiste en que «el remedio no puede ser peor que la enfermedad» y llegó a decir que para Semana Santa el país, hoy en emergencia nacional, retomará la plena actividad, algo que los expertos cuestionan y que luego él mismo matizó admitiendo que dependerá de los datos. El Instituto de Métricas y Evaluaciones sobre Salud de la Universidad de Washington dijo que para el mes de abril podrían morir hasta 2300 personas por día cuando el contagio llegue a su punto más alto, con una proyección de 80 mil muertes en los próximos cuatro meses, en un país que no tiene un sistema único, nacional, de asistencia sanitaria. El presidente actúa en base a sus propios asesores médicos, al igual que otros líderes del mundo –algo criticado por opiniones de especialistas en diversos medios-, y toma decisiones aisladas sin aparente coordinación con las de los estados del país.
El primer ministro británico, Boris Johnson estaba convencido de que el sistema de salud de su país contendría la pandemia de coronavirus. Lo afirmaba a principios de marzo, cuando oficialmente se comunicaban menos de 40 contagios. La política que continuó fue un tibio y gradual cese de actividades, hasta que la explosión de casos lo forzó a tomar medidas más severas ante la amenaza de colapsar el sistema público de salud. Hoy son unos 12 mil los contagiados y la cuarentena es total, tras una inicial apelación a la responsabilidad individual: el viernes, Jonhson anunció en un video desde Downing Street que él mismo contrajo el virus, igual que uno de sus ministros y el príncipe Carlos. El Servicio Nacional de Salud (NHS) recibió 500 mil solicitudes de voluntarios y se está adaptando el gigantesco Centro ExCel de exposiciones londinense para convertirlo en un hospital de 4000 camas. Igual que en la Argentina, los británicos están saliendo a aplaudir a los trabajadores de la salud.
El sistema de responsabilidad individual sí funciona en los países asiáticos, incluso los afectados con mayor cantidad de contagios, como China, con un abordaje sanitario de alto impacto y disposiciones que restringen el contacto personal y no requirieron adoptar el aislamiento colectivo. Según observó el filósofo surcoreano radicado en Berlín, Byung-Chul Han, “Estados asiáticos como Japón, Corea, China, Hong Kong, Taiwán o Singapur tienen una mentalidad autoritaria, que les viene de su tradición cultural (confucianismo). Las personas son menos renuentes y más obedientes que en Europa. También confían más en el Estado. No sólo en China, también en Corea o en Japón la vida cotidiana está organizada mucho más estrictamente que en Europa”. En un artículo publicado por El País de España, Han asegura que en Asia tiene buen resultado la “vigilancia digital” a través de los dispositivos de uso cotidiano y que los ciudadanos se manejan sin problemas ante cierto control estatal, a diferencia del occidental. China cerró sus fronteras y canceló vuelos, y asegura que sólo registra casos importados.
En consonancia con la crítica por falta de coordinación, los 27 países miembro de la Unión Europea no consiguieron acordar el jueves la respuesta económica y financiera a la crisis sanitaria durante una cumbre que terminó con el primer ministro portugués denunciando la «mezquinería» de los Países Bajos. Según la prensa holandesa, su ministro de Finanzas, Wopke Hoekstra, sugirió investigar por qué ciertos países no ahorraron lo suficiente y ahora no disponen de margen presupuestario para hacer frente a la pandemia. Allí el gobierno había dispuesto cierre de bares y comercios y cese de actividades recreativas, pero no el aislamiento total, bajo el supuesto de que los contagios disminuirían a medida que fuera desarrollándose inmunidad. Pero no ocurre. Con más casos que su vecina Bélgica, le pidió ayuda a Alemania para contener a pacientes de ciudades linderas. Bélgica, por su parte, duplicó su registro esta semana y avivó temores de una pronta saturación en sus instalaciones sanitarias. Bruselas, la sede de la UE, anunció que no aceptará pacientes de coronavirus de otras naciones, pese a los pedidos de Italia y Países Bajos.
En Italia y España, ambos comprometidos con un número de casos y muertes elevados, las autoridades sanitarias consideran que en los próximos días llegará el momento pico de contagios. Italia anunció el viernes un récord de cerca mil muertos en 24 horas, cifra que ningún país había alcanzado hasta ahora, según los datos oficiales de la Protección Civil. El número total de fallecimientos en Italia se acercaba a la decena de miles y casi diez veces más los contagios. A su vez, estos últimos se están desacelerando y las autoridades asumen que el confinamiento y el cese de actividades en sectores no esenciales «han tenido su efecto».
En España, el gobierno de Pedro Sánchez prohibió a los empresarios despedir a trabajadores a causa de la pandemia. Con casi 65 mil casos, el país está redoblando sus esfuerzos para ampliar la realización de tests y hacerse una idea más precisa del alcance de la epidemia. Actualmente se realizan entre 15 mil y 20 mil pruebas diarias y el objetivo del Ministerio de Sanidad es alcanzar las 50 mil.