Cuba, como desde aquel 1 de enero de 1959, sigue despertando amores y odios. Pero las manifestaciones del 11J elevaron la polémica como pocas veces. Las voces se cruzan entre un anticomunismo cerril que no duda en pedir una invasión y aquellos que reclaman el fin del bloqueo para poder juzgar los alcances de la revolución sin ese condicionante letal. Fuera de esos extremos, resuenan otros testimonios sobre el momento que se vive en la isla.
El novelista Leonardo Padura, desde su casa en el barrio habanero de Mantilla, publicó un texto en el que destaca que hubo un alarido popular, “un grito que es también el resultado de la desesperación de una sociedad que atraviesa no solo una larga crisis económica y una puntual crisis sanitaria, sino también una crisis de confianza y una pérdida de expectativas”. Sin embargo, tras recordar el estrago que causa el bloqueo, sostuvo que “nadie con un mínimo de sentimiento de pertenencia, con un sentido de la soberanía, con una responsabilidad cívica puede querer (ni siquiera creer) que la solución de esos problemas venga de cualquier tipo de intervención extranjera, mucho menos de carácter militar”.
Una postura no muy distante tiene Tirso Sáenz, vicemnistro de Industria con el Che Guevara al inicios de la revolución que ahora vive en Brasil. “La situación del pueblo cubano es muy grave: desabastecimientos, falta de medicinas, aumento de las infecciones por el Covid 19, largas colas tumultuadas. Es verdad que, en gran medida esto se debe al bloqueo endurecido por Trump y mantenido por Biden; mas también a muchos errores internos del gobierno, como burocracia, lentitud en poner en marcha los acuerdos y resoluciones del Partido Comunista de Cuba”.
Para Idalmis Brooks Beltrán, delegada del Poder Popular en la provincia de Guantánamo, “las manifestaciones llevaron a que varias personas salieran a las calles a gritar su verdad, sin embargo, nos recibieron con palos y piedras, literalmente, por salir a decir la nuestra. Vi vidas en peligro y personas allegadas siendo violentadas. También fui testigo de comportamientos vulgares, frases obscenas y paralelismos absurdos”.
Raúl Torres, cantautor de la Nueva Trova cubana, argumenta que “el imperialismo rabioso se está aprovechando de las graves circunstancias que vive Cuba. Se han observado imágenes de individuos pagados por el imperio que alteran el orden, que han agredido a transeúntes, que han agredido al pueblo. Eso no es el pueblo verdadero. Son delincuentes pagados”.
Esperanzado, Yhosvany Palma, compositor de la nueva generación de músicos de la isla, esta convencido de que “está pasando lo mismo que hace 60 años: agresiones y planes desestabilizadores. Esta vez unidos a una pandemia mortal y global que nos obliga a ser más imaginativos más inteligentes y más audaces”.
Desde la entraña de EEUU, junto con los furiosos ataques de las generaciones nacidas en el exilio en Florida y los más fundamentalistas entre los líderes del Partido Republicano, aparecieron mensajes en favor la causa cubana desde Black Live Matter (BLM, La vida de los negros importa) el movimiento surgido en tiempos de Trump a raíz de las matanzas raciales de la policía estadounidense.
“BLM condena el inhumano tratamiento del gobierno federal de EEUU a los cubanos y exige el levantamiento del embargo económico (…) El pueblo de Cuba está siendo penalizado porque mantiene el compromiso de soberanía y autodeterminación”. La razón del apoyo de BLM es más profunda. “Cuba históricamente ha demostrado solidaridad con los afrodescendientes oprimidos, desde proteger a revolucionarios negros como Assata Shakur garantizando su asilo, hasta apoyar a luchas por la liberación negra en Angola, Mozambique, Guinea Bissau y Sudáfrica.” De más esta decir que BLM recibió las peores blasfemias de personajes como el senador Marco Rubio. «
Producción: Lois Pérez Leira