A la manera de Fidel Castro, Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos cuando entraron a La Habana después de haber derrocado al dictador Fulgencio Batista, anoche los militares brasileños desfilaron orgullosos por Niteroi, un barrio de la militarizada Río de Janeiro, para entronizar a su líder, el capitán del Ejército Jair Bolsonaro, presidente electo de Brasil.
Y al igual que en aquellos días festivos, la gente vivó con alegría el paso de los uniformados. Aunque la justicia de Brasil nunca llevó al banquillo a los militares involucrados en la dictadura, es una imagen difícil de digerir en un país donde hasta hace tres años gobernaba el Partido de los Trabajadores.
Durante la campaña, Bolsonaro, se manifestó a favor de la tortura y aseguró que el error del gobierno de facto fue «no haber matado a 30.000».