Que nadie se sorprenda si la ONU rindiera un homenaje a Nicolás Maduro y la revista Times lo consagrara como el personaje del año, con el mismo bigote y sonrisa bonachona de cuando lo mostraban como “dictador”.
Con igual pragmatismo este año el gobierno de Joe Biden, impelido por sus urgencias energéticas y geopolíticas con China y Rusia, habilitó canales de comunicación con Miraflores.
Acudió a negociadores privados, pero más al sub imperio tributario de Noruega, conocedor de Venezuela por su condición petrolera.
De esa apertura calculada comenzó a brotar otro país, distante del sembrado en la memoria emocional de medio planeta desde 2015 con el nombre de fantasía “Argenzuela”.
Miles de usuarios y usuarias de redes en el mundo recibieron en 2021 videítos que relatan la fastuosidad del nuevo consumo en Caracas en centros comerciales similares a los de Miami.
A la primera reacción inevitable de sorpresa, incredulidad y desconfianza, siguió la de asombro y perplejidad al confirmar que no era propaganda ministerial, sino algo parecido a un renacimiento.
Muchos migrantes necesitaron leerlo en los mismos medios que sembraron en el mundo la imagen de una sociedad destruida. Desde agosto aparecieron los primeros reportajes de medios enemigos del chavismo, relatando la novedad de un consumo desaforado en la misma capital que meses antes habían pintado como desolada y triste.
Un informe de la Deutsche Welle muestra la historia de un vendedor de cerveza artesanal que no migró y en cinco años de bloqueo logró una prosperidad comercial jamás imaginada bajo “un gobierno comunista” (según su definición).
¿Y qué pasó con el bloqueo y las 346 sanciones? ¿Acaso no estaba destruida la economía de Argenzuela?
Parece que no.
Un diario tan gorila y pro yanqui como el argentino Infobae tituló que dos embarques de metanol “un producto industrial ampliamente utilizado y cuyos precios se han disparado este año, han descargado en puertos cercanos a Houston desde octubre de este año en medio de una expansión rápida de las ventas globales de petroquímicos del país sudamericano” (18/11/21) Hasta pocos meses atrás Infobae llamaba a ese “país sudamericano” Argenzuela.
Meses antes, el medio colombiano especializado CONtextoganadero.com se quejaba de que sus productores pierden mercados en Oriente Medio por la competencia venezolana, 25% menor en precio. (24/08/21)
El Banco de Venezuela confirmo que no se trata de nichos pasajeros sino de una carga de circulante e inversiones en expansión: “El BdV realizó 216,8 millones de transacciones, una cifra récord que superó 67% el promedio diario, el pasado 23 de diciembre… La entidad incrementó sus captaciones en 16,9% en comparación con octubre y en 440,9 en término interanual.” (26/12/21)
Unonoticias.com, cuenta que la exportación de café alcanzó 43 operaciones de 5.400 toneladas exportadas…”, además de cinco otros rubros alimenticios y metálicos. Todo a puertos de 13 países, que incluye a Estados Unidos”.
La novedad no termina en los puertos. Me contó el economista José Sarmiento, ex asesor en el gobierno de Hugo Chávez, que “este año no se necesitó importar perniles de cerdo de Portugal ni de Brasil. El Estado depositó en un Bono de la Plataforma Patria una cantidad para comprarlos en el mercado local a 4.5 dólares el kilo. Es que la producción superó el consumo per capita, dice Sarmiento. Desde el 24 de diciembre la tasa cambiaria es de 4 bolívares digitales por 1 dólar. Las familias recibieron 50 bolívares digitales para comprar pernil”.
Según Sarmiento, la producción nacional ya suple casi toda la demanda de embutidos, carnes y otras proteínas animales y además se inició el programa de siembra de trigo en Mérida.
Lo que parecía un fenómeno comercial reducido al 10 o 20 % de la población, alcanzó a familias proletarias que de repente duplicaron sus bienes alimenticios y de vestido porque duplicaron sus empleos precarios pero en dólares. Cambiaron sus vencidos celulares y hasta se dieron el lujo de ir al cine, la discoteca o a libar cerveza en la decena de espectáculos masivos de música a cielo abierto patrocinados por el Estado.
Ese nuevo estado de ánimo se mostró con paroxismo en un video que muestra a centenares bañándose y gritando en las playas de Morrocoy.
Esta realidad contiene por lo menos dos “secretos” y varios peligros. El primero lo definimos como “resiliencia vietnamita” en una nota anterior, se complementa con otro decisivo: la derrota del bloqueo, las sanciones y la violencia opositora de seis años.
Una sociedad partida en dos por la migración de unos 6 millones de personas, ganó potencia en el mismo acto para superarse con múltiples formas de sobrevivencia familiar, una sobre tasa de explotación de trabajo y un hecho político nada menor: mantuvo en el poder al mismo gobierno, bajo la consideración de que era preferible al horror imaginable de otro que sumara a Guaidó, USA Embasy y el ejército paraco de Álvaro Uribe Vélez.