La Asamblea General de las Naciones Unidas abrió este martes con discursos que coincidieron en la urgente necesidad de reformar las instituciones financieras mundiales y accionar en forma unida contra el cambio climático, y advirtieron sobre las consecuencia de la guerra en Ucrania, y el alerta del propio secretario general de la organización, António Guterres, sobre “el auge del autoritarismo en el mundo”.
La jornada de apertura del encuentro estuvo en buena medida marcada por discursos considerados centrales: además del de Guterres, el del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el del ucraniano Volodimir Zelenski.
Guterres pidió a los líderes mundiales acciones conjuntas para superar las muchas crisis que amenazan la paz y la preservación del planeta y dijo que reformar el Consejo de Seguridad y otras instituciones multilaterales es necesario para evitar mayores divisiones que dificulten la consecución de esas metas.
Guterres dijo a gobernantes y enviados de los 193 países del organismo que las tensiones geopolíticas por la guerra en Ucrania, la emergencia climática y nuevas tecnologías disruptivas constituyen «amenazas existenciales» que están «trastornando el mundo».
«Ante todos estos desafíos y más, ‘compromiso’ se ha convertido en una mala palabra. Nuestro mundo necesita estadistas, no juegos ni bloqueos. Los gobernantes tienen una responsabilidad especial de lograr compromisos para construir un futuro común de paz y prosperidad para nuestro bien común», declaró.
Para el diplomático, cumplir con el objetivo existencial de la ONU de preservar la paz y proteger al planeta exige «renovar unas instituciones internacionales del siglo XXI» para que estén basadas «en la equidad, la solidaridad y la universalidad» y sean más representativas de todos las naciones, agregó.
«El mundo ha cambiado; nuestras instituciones no. No podemos abordar eficazmente los problemas tal como son si las instituciones no reflejan el mundo tal como es», insistió, y advirtió que la propia ONU, el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional (FMI) nacieron en 1945 y responden a una época en la que gran parte de los países actuales vivían bajo el yugo colonial.
Al menos en parte, pareció coincidir Biden, que prometió renovar esfuerzos para reformar el Consejo de Seguridad, el BM y el FMI para hacerlos más representativos y mejorar la llegada de ayuda a países en desarrollo.
Además, Biden instó a detener la «agresión descarnada» de Rusia en Ucrania para disuadir invasiones de otros países en el futuro y dijo que su Gobierno buscaba mejorar su competencia con China para evitar que degenerara en una guerra.
Destacó que modificar estas instituciones multilaterales establecidas después de la Segunda Guerra Mundial va a ser «un gran cambio» y sobre en el Consejo de Seguridad juzgó necesario «tener más voces y más perspectivas en la mesa».
«Estados Unidos busca un mundo más seguro, más próspero e igualitario para todas las personas, porque sabemos que nuestro futuro está unido al suyo y ninguna nación se salva sola», expresó Biden.
Zelenski, a su turno, afirmó que Rusia está llevando a cabo un «genocidio» con el secuestro de niños, volvió a plantear la problemática alimenticia y advirtió que el ente quedará con «muchos de sus escaños vacíos» si su país pierde la guerra iniciada en febrero de 2020.
«A esos niños en Rusia se les enseña a odiar a Ucrania y se rompen todos los lazos con sus familias. Y esto es claramente un genocidio», remarcó Zelenski.
En un discurso en el que vistió de verde oliva, como siempre desde el inicio del conflicto bélico, el mandatario reiteró su llamado a una cumbre de naciones con ideas afines.
«Estamos preparando una Cumbre Mundial por la Paz. Les invito a todos ustedes -a todos los que no toleran ninguna agresión- a preparar conjuntamente la cumbre», insistió Zelenski, que intervino por primera vez en persona en este foro de la ONU, hablando en inglés.
Varios mandatarios latinoamericanos, por su lado, hicieron eje en las desigualdades que sufre la región e insistieron en la necesidad de un nuevo ordenamiento.
El colombiano Gustavo Petro cargó contra las presiones que el norte global ejerce sobre el sur latinoamericano en torno de los desplazados, el desentendimiento frente al cambio climático, la llamada «guerra de las drogas» y la exigencia de ayuda a Ucrania.
«Vimos profundizar lo que los ricos en Davos llamaron la policrisis: la guerra sigue, el hambre continúa y la crisis climática ha mostrado sus dientes llevándose miles de vidas y calentando los mares como nunca», dijo Petro.
Su discurso se centró en una dura crítica al neoliberalismo que consume el planeta, sobre todo el sur, y deja en la pobreza e inanición a la población latinoamericana, obligándola a desplazarse hacia el norte, «no ya en busca de riqueza, sino en busca de agua líquida».
«La humanidad ha perdido y ha avanzado sin titubeos hacia la extinción», lamentó.
En una línea similar, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que abrió, como es tradición, la asamblea, aseguró que “el neoliberalismo ha empeorado la desigualdad económica y política que aqueja a las democracias actuales”, y alertó que “entre sus escombros surgen aventureros de extrema derecha que niegan la política y venden soluciones tan fáciles como equivocadas”.
Lula enumeró una serie de conflictos y orígenes de las crisis que aquejan al planeta, entre ellos la pandemia de Covid-19, el cambio climático, la inseguridad alimentaria, el racismo y la intolerancia, y luego razonó: “Si tuviéramos que resumir estos desafíos en una sola palabra, sería desigualdad”.
En el comienzo de su discurso recordó que hace 20 años habló en el foro y se mostró confiado en que la humanidad sortearía todos los problemas que la aquejaban, incluso cuando “en ese momento, el mundo aún no se había dado cuenta de la gravedad de la crisis climática”, que “llama a nuestras puertas, destruye nuestros hogares, nuestras ciudades, nuestros países, mata e impone pérdidas y sufrimientos a nuestros hermanos, especialmente a los más pobres”.
“Vuelvo hoy para decir que mantengo mi confianza inquebrantable en la humanidad”, afirmó, pero señaló que “el hambre, tema central de mi discurso en este Parlamento Mundial hace 20 años, afecta hoy a 735 millones de seres humanos, que se van a dormir esta noche sin saber si tendrán qué comer mañana”.
El presidente Alberto Fernández realizó un discurso que incluyó críticas a la arquitectura financiera internacional y a la especulación con los alimentos, y sostuvo que los poderes económicos «sólo buscan imponer las mismas políticas ortodoxas que profundizaron la desigualdad y la miseria en el mundo».
A su turno, el cubano Miguel Díaz-Canel instó a transformar «profundamente la actual arquitectura financiera internacional» que «lucra con las reservas del sur» y propaga «un sistema de dominación que acreciente el subdesarrollo», y denunció la «guerra económica despiadada» que libra Estados Unidos.
“Urge un nuevo y más justo contrato global», declaró Díaz-Canel, actual presidente del Grupo de los 77, que fue anfitrión el fin de semana pasado en La Habana de la reunión de los líderes del bloque que aglutina a 134 naciones del Sur Global. «No estamos pidiendo limosnas ni rogando favores», enfatizó.
«El G77 reclama derechos y continuará demandando una transformación profunda de la actual arquitectura financiera internacional, porque fue diseñada para lucrar con las reservas del Sur, perpetuar un sistema de dominación que acreciente el subdesarrollo y reproducir un modelo de colonialismo moderno», agregó.
Finalmente, el presidente de Bolivia, Luis Arce, defendió el multilateralismo como forma de encontrar la paz y propuso construir un nuevo pacto a fin de impedir “que un niño muera de hambre para asegurar la merienda de otro que todavía no ha nacido”.
“Bolivia estará siempre comprometida a defender y fortalecer el multilateralismo y a continuar contribuyendo al desarme cumpliendo con el Derecho Internacional, el Derecho Internacional Humanitario, desde una visión centrada en la paz con justicia social, el bienestar de las personas y la convivencia pacífica”, expuso el mandatario.