A menos de un año al frente del gobierno de Estados Unidos, Joe Biden está en su nivel más bajo de aprobación. La derrota del candidato demócrata en Virginia, donde hace un año el partido había sacado 10 puntos de ventaja, es la señal más palpable de un naufragio que los republicanos están aprovechando en cada rincón del país. La demora en poner en marcha las promesas electorales -un poco por el bloqueo de la oposición y otro tanto por el rechazo dentro de las propias filas oficialistas a cambios demasiado profundos al status quo – jaquean a una gestión que pretendía reconstruir la economía de la otrora gran potencia mundial.
El joven, de 28 años, hace mucho que la viene remando en la más popular de las categorías automovilísticas estadounidenses y ese día había obtenido su primer triunfo, con el equipo Brandonbit Motorsports, en Talladega Superspeedway, Alabama.
La entrevistadora Kelli Stavast -quizás con problemas de sonido por tener los auriculares puestos o para mantenerse dentro de cánones políticamente correctos, quién sabe – le dijo al piloto que los espectadores gritaban “Let’s go Brandon” (¡Vamos Brandon!), celebrando el podio inaugural del muchacho.
La verdad es que desde las tribunas bajaba un canto bien audible que decía «Fuck Joe Biden” («Andate a la mierda, Biden», sería por estas pampas). El equivoco provocó la hilaridad de las multitudes en tiempos en que todo se viraliza. Y más cuando si de grietas se habla, la sociedad estadounidense puede decirse que está a la vanguardia internacional.
El guante lo recogieron de inmediato los más fanáticos dentro de los “trumpistas” y la frase ahora es visible en remeras, banderas, carteles callejeros, como sinónimo de insulto al presidente de Estados Unidos.
Es más delicado que el cántico contra Mauricio Macri de hace unos años en tribunas argentinas. Y tiene la ventaja de que las redes sociales no podrían cerrar cuentas ya que técnicamente no es un improperio. El usuario puede alegar que está apoyando a su piloto de Nascar favorito.
En ese sentido hace recordar una historia de los últimos tiempos de la dictadura militar. La contó el periodista deportivo Alejandro Fabbri en su libro Historias negras del fútbol argentino. Fue al finalizar un encuentro entre Nueva Chicago y Defensores de Belgrano en Mataderos, que ganaron los locales 3 a 0.
“…ocurrió el 24 de octubre (de 1981), cuando la policía detuvo a 49 hinchas del cuadro verdinegro por ¡¡¡¡cantar la marcha peronista en la tribuna!!! – escribió Fabbri, que cubrió aquel partido para Clarín -Los fanas de Chicago fueron bajados de la popular que corre paralela a la calle Francisco Bilbao cuando terminó el partido y llevados a la Comisaría 42ª trotando por la calle. (…)Al partido siguiente, Nueva Chicago debió jugar contra Atlanta en la cancha de Villa Crespo. Ganó 2-1, alimentó su gran chance de campeonar y sus hinchas, que abarrotaron la tribuna visitante, amenazaron con cantar la marcha peronista y terminaron entonando el ¡¡¡arroz con leche!!! para deleite de muchos y bochorno de los policías presentes, predispuestos a una nueva represión o ridiculez semejante a la del sábado anterior. Lo mismo hicieron al pasar frente a la Seccional 42ª…”
Este Let’s go Brandon se parece bastante a aquel arroz con leche, aunque en Buenos Aires, del otro lado había una feroz dictadura.
Como era de suponerse, pronto tomó nota del caso el expresidente Donald Trump, que todavía insiste en que le robaron la elección el año pasado y ahora enfrenta un investigación judicial por haber alentado la incursión de sus seguidores en el Capitolio el 6 de enero pasado. Hace unos días, en su resort de Mar-a-Lago, en Florida, dio un discurso en un acto organizado por The America First Policy Institute y mientras criticaba fuertemente a Biden, los asistentes comenzaron con el Let’s go Brandon.
“Me gusta más la primera frase, de alguna manera más precisa”, dijo, sin temor a represalias de las redes, donde fue clausurado en enero pasado. La chanza, a esta altura un lema antiBiden, fue seguida por la congresista republicana por Colorado Lauren Boebert, para quien no es una frase sino un movimiento para volver al gobierno.
Boebert, de 35 años, es una ferviente defensora del uso de armas de fuego que tiene un restaurante en la ciudad de Rifle bautizado «Shooter’s Grill», Parrilla del Tirador. Como para que no queden dudas de dónde se para. En su cuenta de Twitter se mostró junto a Trump con un vestido que tenía inscripto en la espalda el famoso lema.
Una contracara del vestido blanco con letras rojas que la congresista de Nueva York Alexandria Ocasio-Cortez vistió en un acto demócrata hace un par de meses. Solo que la legisladora del ala izquierda del partido del burro pedía aprobar más impuestos a los ricos. Sutil diferencia.