De una población de 3,4 millones, 2,7 uruguayos están habilitados a votar: en la primera vuelta lo hizo un alto porcentaje, 89.60 %, un poco más de 4 millones. El domingo próximo será el definitorio balotaje. Las últimas encuestas previas afirman que hay alrededor de un 5% de indecisos, unos 136.000 habitantes. Cada voto vale, siempre, pero en los de ese grupo que duda sobre quién elegir está la ventana para que gane la fórmula de Yamandú Orsi-Carolina Orsi (Frente Amplio) o la de Arturo Delgado-Valeria Ripoll (Partido Nacional más sus adherentes de derecha). Como nunca valen oro esos votos: los sondeos marcan un apretado 47% a 45% para los candidatos de izquierda, sobre los de derecha.

¿Podrán convencerlos esta noche cuando los candidatos a convertirse en el 43° presidente del Uruguay participen del debate? Orsi y Delgado se enfrentarán sobre temáticas como desarrollo humano (vivienda, salud, deporte, cultura y discapacidad), seguridad (crimen, narcotráfico y cárceles); economía (economía, producción e inserción internacional); conocimiento (educación e innovación) y trabajo (empleo, salario y seguridad social).

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La izquierda

En la Huella de Seregni, la sede central del Frente, se decidió «conversar con la gente que no votó al FA en octubre», como principal estrategia de campaña. Orsi será el principal orador en el cierre masivo que el Frente planea para el miércoles en la ciudad de Las Piedras, departamento de Canelones, el feudo del candidato, donde fuera gobernador hasta encarar la campaña presidencial. Estará con su compañera de fórmula, Carolina Cosse, quien a su vez tiene la misión de reforzar el área metropolitana, tan proclive al voto frenteamplista. El presidente del partido, Fernando Pereira, y los dirigentes principales salieron a recorrer el país con fervor.

Incluso, el Pepe Mujica, todavía convaleciente, saldrá al territorio en la recta final. Por caso, ayer realizó mateadas en San Bautista y en Los Cerrillos, y si la anunciada lluvia lo permite, esta tarde lo hará en Atlántida. El lunes estará en el bar De Vida, en Paso Molino, y el martes irá al Club Cerveceros. El miércoles participará del acto de cierre. En las últimas horas, además se prestó para algunas entrevistas en su chacra de Rincón del Cerro. Asegura que aun «achacado» y muy cercano a los 90 años, sigue «peleando» por el desarrollo del Uruguay. «De lo contrario, no serviremos ni para que nos exploten», aseguró.

Presagió, además: «Vamos a asistir a un gobierno que va a tener que negociar. Gane quien gane». En ese sentido elogió fuerte a Yamandú Orsi, surgido del MPP, liderado por Mujica y su compañera Lucía Topolansky. .

Yamandú Orsi, por su parte, decidió enfocarse en profundizar las salidas mediáticas. Por caso, se conoció una decena de nuevos spots publicitarios, todos breves, con su imagen y la bandera uruguaya de fondo, poniendo énfasis en algunos conceptos fuerza, como “Cambio seguro” y “Sabremos cumplir”. A la vez que uno más extenso destaca su “visión moderna” y cierra con la frase: “Cambiar lo que hace falta para volver a crecer y unir al Uruguay”.

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La derecha

Alvaro Delgado, el postulante Blanco, tras la primera vuelta (en la que sumó el 26.82 %), como se esperaba, cerró una alianza con parecidas características a la Multicolor con la que Luis Lacalle Pou fue electo en 2019. Ahora se llama Coalición Republicana, tal vez para disimular las diferencias de los últimos tiempos de cogobierno. También aglutina al propio partido Nacional, el Colorado, el Independiente y al Cabildo Abierto, comandado por Guido Manini Ríos, quien realizó parte de su campaña utilizando su viejo uniforme de militar. Un dato sintomático: el CA obtuvo un 2,4% en primera vuelta (había logrado el 11% en 2029), la mitad de la población que, a una semana de las elecciones, se mantiene indecisa. La más la reciente incorporación de la coalición es el Partido Constitucional Ambientalista.

Mientras, en las últimas horas, Delgado salió a prometer aumentos a jubilados que cobran la mínima: un «complemento solidario» de entre 4000 y 8000 pesos anuales (u$s 100 o 200) para las 140.000 personas que cobran la mínima. De inmediato, sus rivales /también algunos cercanos, en voz baja) lo salieron a criticar, preguntando por qué esas medidas no se implementaron en el actual gobierno de su amigo Luis Lacalle Pou. Al mismo tiempo, la candidata a vice, Valeria Ripoll visitó Buenos Aires y dio un discurso en un lugar sintomático: la Asociación de Propietarios de Caballos de Carrera. «Lo que nos jugamos el 24 de noviembre es el futuro del Uruguay y de los uruguayos», dijo.

Por otra parte, cruje el Partido Colorado, que gobernó el país desde la creación de la República Oriental en 1919 por cuatro décadas y luego alternó con los Blancos, hasta que entre 1995 y 2005 fueron presidentes Julia María Sanguinetti y Jorge Batlle. En las del 2019, como en estas elecciones, va como aliado, por detrás de los Blancos. Ahora hay disputa por la conducción interna, que es pretendida por Andrés Ojeda, el controversial candidato en la primera vuelta, al que se vio intentado sumar adhesiones desde los fierros de un gimnasio. El bordaberrismo, en cambio, pretende volver a la tradición colorada. La puja parece inoportuna a una semana de las elecciones. Los blancos se lo hicieron. Mientras, la atención de los uruguayos se divide entre los logros de su selección y los cierres de campaña, incluido el debate. Justamente la Celeste, que viene de un gran triunfo ante Colombia, enfrentará el martes a Brasil, un clásico siempre atrapante. Y al día siguiente habrá otros encuentros populares masivos: los cierres de campaña