Parecían dos casos calcados. Mientras en Argentina dos cámaras confirmaban una condena por daños y perjuicios contra la revista Barcelona, en España avanzaba una causa contra una revista satírica del mismo cuño, Mongolia. Esta semana, la Corte Suprema de la Nación, en un fallo a destacar, revocó la sentencia a la publicación argentina originada en una demanda de la defensora de militares condenados por delitos de lesa humanidad Cecilia Pando. Del otro lado del Atlántico, la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo confirmó el reclamo de un torero retirado, José Ortega Cano, por 40.000 euros más costas contra su par hispano por haber usado su imagen para un afiche publicitario.
“Ahora nos queda ir al Tribunal Constitucional o a la Justicia europea”, explica Darío Adanti, un humorista argentino que vive en el país ibérico desde hace décadas e integra el staff de Mongolia como uno de sus fundadores. “Coinciden los abogados que consultamos que la justicia europea va a tirar abajo la condena. Con la experiencia de Charlie Hebdo hay una posición clara sobre la sátira. Y quizás nuestro proceso siente un precedente”.
Pando, esposa de un militar, apareció en la contratapa del número 193 de la revista, de agosto de 2010, en un fotomontaje donde se puso su cara sobre el cuerpo desnudo de una joven encadenada a la manera de una relación sadomasoquista. Los titulares adjuntos decían, «Para matarla! Soltá el genocida que llevás dentro». «Apropiate de esta bebota». «Las chicas quieren guerra… Antisubversiva». «Ceci Pando se encadena para vos».
La explicación de boca da la entonces directora de la publicación, Ingrid Beck, fue que la contratapa aludía a que Pando se había encadenado días antes en el edificio Libertador, sede del ministerio de Defensa, junto con otras quince mujeres reclamo de la libertad de militares detenidos por violaciones a los derechos humanos.
En abril de 2016, un juzgado en lo Civil condenó a la revista Barcelona a pagarle 40.000 pesos. Un año más tarde, una cámara de segunda instancia elevó la cifra a 70.000 pesos. Ahora al máximo tribunal señaló que la mujer se había convertido en una figura pública «por su activa participación en el debate público respecto de los crímenes de lesa humanidad de la última dictadura», y que en tal sentido, la publicación es de interés público. Además, indica que Barcelona » utiliza la sátira para hacer críticas respecto de la política y sociedad argentina».
En España, la demanda tiene sus diferencias, aunque el trasfondo de sátira es el mismo. Adanti cuenta que Mongolia, que como medio independiente, al igual que Barcelona, tienen como único ingreso el favor de los lectores, hace espectáculos teatrales satíricos en todo el país. En ese marco, tenían una actuación en Cartagena en noviembre de 2016. Como un estilo particular, incorporan en cada lugar donde realizan el acto algún ingrediente local. El afiche de publicidad fue, a pocos días del triunfo de Donald Trump sobre Hillary Clinton, una imagen de la Virgen de la Caridad con los rostros del presidente electo y la candidata derrotada.
No tomaron en cuenta el carácter ultracatólico de un sector importante de la población, que hizo manifestaciones frente al teatro y hasta amenazaron al propietario de la sala. “Decidimos cambiar y como hacía poco había salido de prisión José Ortega Cano (ex torero, famoso por haber sido esposo de la cancionista Rocío Jurado) condenado por un accidente de tránsito en el que, manejando borracho, mató a una persona, hicimos otro cartel”.
Así lo explican en un video.
Adanti reconoce que el segundo afiche, de humor tenía poco. La cara de Ortega Cano sobre un dibujo de un extraterrestre que bajaba de un plato volador. Algunas botellas tiradas en el piso apenas aludían a su pasado reciente. Y una frase que tenía sentido solo para el público local. Viejas disputas de los nativos de Cartagena sobre si son murcianos o prefieren ser riojanos.
El viejo torero, según los registros, presentó una demanda judicial por la ofensa a la Virgen, como integrante de la Cofradía de la Caridad. Pero no tuvo eco en la justicia. Recién entonces recurrió a la ofensa particular.
Para los magistrados, Ortega Cano no había autorizado el uso de su imagen. “La imagen se usó única y exclusivamente para publicitar un espectáculo musical y, por lo tanto, como mero reclamo para vender entradas y buscando el beneficio económico».
Un dato a tener en cuenta: si bien el espectáculo se ofrecía como musical, lo satírico consistía en que no había ningún número musical. Del mismo modo que en otra ocasión presentaban “Mongolia sobre hielo” en un escenario en el que tampoco había hielo.