Las elecciones europeas dibujaron un nuevo escenario de cara a la unión continental. Por un lado, muchos respiraron tranquilos porque los partidos más eurófobos no lograron el peso suficiente como para trabar las iniciativas en el Parlamento de Estrasburgo. Sin embargo, en este sentido solo cabría un cauto «por ahora», ya que las figuras de este domingo fueron Marine Le Pen, Matteo Salvini, Viktor Orban y Nigel Farange. Por lo pronto, este último ya había provocado al renuncia de la primer ministro Theresa May cuando trascendieron los primeros resultados a boca de urna en Gran Bretaña y lo daban en primer lugar con su partido del Brexit, ante un escaso 9% de los conservadores, en el oficialismo.
Pero también hay «perlitas» de este fin de semana en el Viejo Mundo. En España, el triunfo del PSOE a las europeas le da impulso a Pedro Sánchez como para proponer un gobierno en solitario luego de su mayoría en los comicios del 28 de abril. Pero también había elecciones autonómicas y para la izquierda rupturista fue otra comprobación de que las divisiones internas no hicieron sino minar su base electoral: la alcaldía de Madrid quedó para la derecha, que se unió en sus tres segmentos (PP, Ciudadanos y Vox) para destronar a Manuela Carmena, que hace cuatro años ganó en coalición con Podemos.
En Barcelona, Ada Colau también tiene que irse ante el embate de ERC, la izquierda republicana e independista que por primera vez gobernará en la capital catalana. Además, tanto Oriol Junqueras, preso y juzgado en Madrid por el intento secesionista de 2017, como Carles Puigdemnot, «exiliado» en Bruselas para esquivar la cárcel, ganaron un escaño en el Europarlamento, lo que implica un problema adicional para las autoridades de España y de la UE, que por ahora no aceptan extraditar al es presidente de la Generalitat.
Otro que ganó un puesto para la diputación regional fue el ex jefe de gobierno italiano Silvio Berlusconi. A los 82 años, el polémico empresario y legendario político de la derecha europeísta asegura haber comprado una soberbia mansión en Bruselas para estar más cerca de su nueva ocupación. En Italia, el vicepresidente de Gobierno, Salvini, de la derecha xenófoba, creció ostensiblemente y obtuvo 34% de los votos, mientras que su aliado en Roma, el Movimiento 5 Estrellas bajó hasta 17%.
El batacazo de Reagrupamiento Nacional (RN), el partido de Marine Le Pen, golpea de lleno en Francia, sumida en las protestas de los Chalecos Amarillos desde hace meses, y convirtió al comicio en una suerte de referéndum contra Emmanuel Macron. El dato es que el otro gran motor de la economía europea, y uno de los dos fundadores de la comunidad que dio origen a la UE, Alemania, tampoco pudo cantar victoria este domingo.
Angela Merkel, la canciller alemana, tuvo que ver cómo su partido, la Unión Cristiano Demócrata (CDU), sigue bajando en la consideración pública, aunque en su caso la extrema derecha de Alternativa por Alemania (AfD) apenas superó el 10% de los votos, lejos de sus correligionarios galos o italianos.
Mientras tanto el húngaro Víktor Orbán, arrasó con más del 52% de los votos, un verdadero récord. En Polonia, el oficialismo, con aroslaw Kaczynski, llegó al 42% de los sufragios, aunque la coalición proeuropea «KE» le pisa los talones con un 39%.
Los resultados generales consolidan como al espacio más votado a la centro derecha, genéricamente llamados Partidos Populares, y en un segundo lugar a los socialismos democráticos. Son los «partidos del régimen», pero ahora tienen menos peso político y no sobrepasan el 44% del electorado. Crecen los eurófobos pero también los verdes.