Varias personas resultaron heridas este viernes en un autobús en el norte de Alemania cuando un hombre armado con un cuchillo atacó a los pasajeros por motivos desconocidos antes de ser neutralizado.

«Todavía no se ha establecido el número preciso de heridos. No hubo muertos, hubo un herido grave», indicó la policía de la ciudad de Lubeck tras el ataque, cometido en esa ciudad del norte de Alemania el viernes por la tarde.

El atacante fue controlado y se encuentra detenido, indicó la misma fuente, que no ofreció ninguna pista sobre el móvil del delito.

«Los motivos del crimen están por aclararse, y son objeto de unas investigaciones en curso», agregó la policía.

«No podemos descartar nada, incluido un motivo terrorista», declaró la fiscal de Kiel, Ulla Hingst, citada por el diario local Lübecker Nachrichten.

Esta también declaró a la televisión alemana Ntv que no podía decir nada acerca del agresor, «sino que se trata de un hombre cuya identidad todavía no fue establecida».

Según Hingst, los artificieros se desplazaron al lugar para examinar una bolsa sospechosa que había en el autobús.

Según testigos citados por Lübecker Nachrichten, un pasajero del autobús dejó caer su bolsa en el suelo, y luego sacó un arma blanca con la que atacó a varias personas.

El conductor detuvo el vehículo y acabó siendo atacado. Luego abrió las puertas para que los pasajeros pudieran salir, según el rotativo.

Según Hingst, fueron los pasajeros del autobús los que redujeron al atacante. Cuando los policías llegaron al lugar lo arrestaron, según un testigo.

Lothar H., de 87 años, citado por el Lübecker Nachrichten, contó que «los pasajeros salieron del autobús y gritaban. Fue espantoso. Después, los heridos fueron evacuados. El agresor tenía un cuchillo de cocina».

Aunque todavía no se estableció el móvil del crimen, los hechos ocurren en un contexto de tensión en Alemania, donde se han producido en estos últimos años varios atentados o intentos de ataques islamistas, muchos de ellos con cuchillo.

El caso más reciente fue en junio cuando la policía anunció haber desmantelado un ataque con una «bomba biológica», después de arrestar a un tunecino sospechoso de estar vinculado con el grupo yihadista Estado Islámico. El individuo, de 29 años, llegó a Alemania en 2015 y es sospechoso de haber querido llenar el artefacto de ricina, un veneno.

El atentado más grave sigue siendo el atropello masivo en una mercadillo de Navidad en Berlín, en diciembre de 2016, reivindicado por el EI, en el que murieron 12 personas.

A finales de julio de 2017, un solicitante de asilo cuya demanda había sido rechazada mató a puñaladas en un supermercado a una persona e hirió a otras seis, un acto motivado, según la justicia, por el «islamismo radical».

Por otro lado, el también reivindicó en 2016 un asesinato ocurrido en Hamburgo (norte), un atentado con bomba en Ansbach (sur) que dejó 15 heridos y un muerto -el atacante- y un ataque con un hacha ocurrido en un tren en Baviera (cinco heridos).

Varios de estos actos fueron cometidos por solicitantes de asilo, lo que le costó a la canciller, Angela Merkel, fuertes críticas por parte de sus detractores, que la acusan de haber puesto en riesgo al país al haber dejado entrar a cientos de miles de refugiados en 2015 y 2016.

Pero, según los investigadores, ninguno de los autores llegó a Europa siguiendo órdenes del grupo EI, como sí fue el caso de algunos de los atacantes del 13 de noviembre en París. Todos parecen haber organizado sus actos solos.

Alemania está en el punto de mira de los grupos yihadistas por pertenecer a la coalición que combate al grupo EI en Irak y Siria y en la desplegada en Afganistán desde 2001.