Argentina exporta consignas a este Brasil de temer (y no sólo por el vicepresidente Michel Temer): «Nunca más», «Globo miente» y la de las Madres: «Ni un paso atrás». En un país donde no hubo ni juicio ni castigo a los crímenes de lesa humanidad de la dictadura (1964-1985), ni ley de medios (una oportunidad perdida por el PT cuando Lula tenía la suma del consenso nacional e internacional), en la histórica votación a favor del juicio político a la presidenta Dilma Rousseff, ex desaparecida y torturada, hubo apología de un torturador y violador de prisioneras.
La apología fue perpetrada por el diputado Jair Messias Bolsonaro (Partido Progresista-PP), militar retirado formado en la academia de élite del Ejército brasileño, Agulhas Negras. En la puerta de su despacho, pegó un cartel alusivo a las familias de desaparecidos que buscan los restos mortales de sus seres queridos: «Buscar huesos es para perros» («Quem procura ossos é cachorro»). Bolsonaro no votó por la patria, la familia o por Dios, como muchos de sus colegas, sino por uno de los paradigmas de la tortura durante la dictadura militar, el coronel Carlos Brilhante Ustra, quien murió, libre, en 2015. Dilma, quien evita recordar su pasado de activista de la izquierda revolucionaria, esta vez habló: «Fui presa política en los años ’70 y conocí bien a ese (Ustra), uno de los mayores torturadores de Brasil.»
Tarde, pero mejor que nunca, la batalla cultural comenzó en el coloso de América Latina.
«Hoy desaparecí un poco, junto a los millares de personas desaparecidas en la dictadura militar brasileña, en las tantas dictaduras de América Latina, en el fascismo italiano, en el nazismo alemán», declaró la intelectual de izquierda Cris Moreira. «Hoy, mi tristeza es por entender que millares de personas apoyarían una nueva dictadura si satisface sus intereses personales. Mi tristeza es por entender que yo y la gran mayoría de mis amigos estaríamos bajo tortura, y muchos ciudadanos ‘de bien’ ni notarían nuestra desaparición.»
Otra importación de Argentina, el escrache, ya tiene nombre en portugués: «esculacho». El jueves último un grupo de jóvenes protestó frente a la casa del vicepresidente, en el elegante barrio de Alto Pinheiros, de San Pablo, con carteles que decían «Temer golpista». El vice, quien ya mandó delegados a los Estados Unidos para contactar empresarios, estaba recibiendo líderes derechistas y conversos en su residencia, preparando su presunto gabinete de ministros.
Todo esto, negociaciones con petroleros estadounidenses incluidas, en el feriado nacional que recuerda a Joaquim José da Silva Xavier, Tiradentes, odontólogo y militar héroe de la Inconfidencia Minera (revuelta anticolonialista ). El 21 de abril de 1792, Tiradentes fue ejecutado y descuartizado en Río de Janeiro, su cabeza fue exhibida en un poste y sus restos mortales fueron distribuidos a lo largo del llamado Caminho Novo, donde había expuesto sus discursos revolucionarios.
La revista Veja, house organ de sectores ligados a la embajada estadounidense, se apuró en publicar una nota de la joven esposa de Temer (Marcela Tedeschi Araújo), aspirante a primera dama, con el título «Bella, recatada y del hogar». Misoginia especialmente dedicada a la Presidenta.
Con la misma táctica creada por Hijos en la Argentina, manifestantes de Levante Popular ya habían escrachado frente a su departamento de Guarujá al teniente coronel retirado Mauricio Lopes Lima, acusado por la propia Dilma de haber sido uno de sus torturadores.
«Solamente un país que no fue capaz de juzgar los crímenes de la dictadura acepta convivir con tanta naturalidad con elogios como ese», lamentó Atila Roque, director ejecutivo de Amnistía Internacional Brasil, al referirse a las loas a la dictadura. En este Mercosur popular de las bases, se viralizó el tuit del brasileño Ricardo Gondim: «Nunca más me vengan con bromas sobre argentinos. Allá, un torturador cumple pena en la cárcel; aquí, es exaltado en el plenario de la Cámara de Diputados.»
El Diógenes del Parlamento
Como aquel orador griego del siglo IV a.C. nativo de Sinope, el diputado Jean Wyllys (PSOL-Partido Socialismo y Libertad) podría recorrer el Congreso con un farol buscando una persona honesta. Tendría que caminar mucho en una Cámara de Diputados liderada por Eduardo Cunha (el Maquiavelo brasileño, según periodistas franceses), el artífice del impeachment, acusado de lavado de dinero y con cuentas identificadas por la justicia suiza. O con Paulo Maluf, en la lista roja de Interpol, acusado de desvío de millones de dólares de obras públicas cuando era intendente de San Pablo, en la década del ’90. En palabras de la presidenta, «los que quieren interrumpir mi mandato tienen una biografía que no resiste una búsqueda rápida en Google».
«El analfabetismo político es producido socialmente y alimentado por la propia élite política en su beneficio. La despolitización es una estrategia de poder, y es la esencia de la crisis», define Wyllys.
El diputado, autor del proyecto de ley de matrimonio igualitario, es acosado permanentemente por Bolsonaro con las más groseras expresiones homofóbicas («viado», «bichinha», «gosta de tomar no c…») y hasta llegó a gritar a la diputada y militante por los derechos Maria do Rosario Nunes (PT) «a vos no te violaría porque sos fea».
Bolsonaro no es un loco, es un emergente de una sociedad cuyas amplias mayorías, como dice Wyllys, están despolitizadas y permanentemente adoctrinadas por la red Globo, en un escenario donde el PT no disputó masivamente una batalla cultural con ese hermano mayor y con el aún mas retrogrado bloque BBB (boi, biblia e bala), del que el evangelista Cunha y Bolsonaro forman parte.
«Fica tranquilo, esse golpe é nosso»
El grafitti apareció sobre un enorme mural publicitario de la Red Globo en la Marginal Tietê, de San Pablo. Firmada por Levante Popular, con el lema de «Globo miente», quedó como epígrafe de tres rostros emblemáticos de la red: el CEO Roberto Marinho, el editorialista William Bonner y el simpático conductor de programas ómnibus de fin de semana, Luciano Huck, amigo del ex candidato presidencial de la derecha, Aécio Neves.
La red que acunó a millones de brasileños con las canciones de Xuxa y los mandó a dormir con la novela de las ocho, a la que son adictos hombres, mujeres y niños, es por primera vez cuestionada en Brasil fuera de los círculos de intelectuales progresistas. Videos de artistas contra el golpe que se viralizaron en Internet incluyeron testimonios de actores y actrices de novelas de Globo, y del famoso Wagner Moura, el capitán Nascimento de la saga Tropa de Elite.
Hasta la mayor barra brava de fútbol del país, los Gaviões (halcones) del Corinthians de San Pablo, salió a protestar «contra la red Globo, la CBF (Confederación Brasileña de Fútbol) y el gobernador del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), Gerardo Alckmin, acusado de desvío de fondos de la merienda escolar .
El jueves, Globo comparó a la presidenta Dilma y al PT con el ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels, al decir que la jefa de Estado iría al día siguiente a la ONU «a denunciar un golpe inexistente, manchando así la imagen del Congreso y de la Corte Suprema». Bien… Dilma debería esforzarse mucho para desprestigiar aún más al Parlamento brasileño después del llamado por la prensa progresista «show de horrores» de la votación a favor del impeachment.
Como definió el periodista Celso Vicenzi para el site Outras Palavras, «lo que la actual crisis política demuestra claramente es que la frágil democracia brasileña no puede continuar conviviendo con un sistema mediático oligopolizado, que amenaza y chantajea a los tres poderes al mismo tiempo que mantiene en la ignorancia -a veces anestesiando, otras insuflando- a millones de brasileños para que se perpetúen sus intereses y el de los grupos a los que presta servicios, algunos de ellos, dueños del inmenso capital internacional».
Cría cuervos…
La historia no es lineal, y esta crisis-oportunidad también desató el debate sobre hasta dónde los gobiernos progresistas deben aliarse con la derecha en aras de la «gobernabilidad». El PSOL de Wyllys fue fundado en el 2004, durante el primer gobierno de Lula, por un grupo de legisladores expulsados del PT, como Heloisa Helena, Luciana Genro y João Fontes, denunciantes del «mensalão» (equivalente al escándalo de la Banelco en Argentina), ese escándalo por la distribución de coimas a legisladores para votar con el partido gobernante. Paradigmáticamente, el directorio nacional del partido los juzgó y condenó en un hotel cinco estrellas, hecho ironizado por fundadores del PT que recordaron las épocas de asambleas en tugurios y dormidas en colchonetas. «Hoy estamos aquí, en este templo de la burguesía», dijo entonces otro de los expulsados, João Batista Babá
João Fontes fue expulsado por entregar a la prensa un video donde Lula, en el pasado reciente, calificaba a José Sarney de ladrón. En ese momento, Sarney formaba parte de la alianza gobernante como presidente del Senado por el Partido do Movimento Democrático Brasileiro (PMDB), el mismo partido del artífice visible del impeachment, Eduardo Cunha. Sarney fue candidato a vicepresidente de Tancredo Neves, en 1985 (al finalizar la dictadura), pero asumió la presidencia al morir aquel poco antes de asumir el cargo.
Como argumento para la expulsión, el PT apeló a la «gobernabilidad real y el cumplimiento de nuestros compromisos populares para un cambio social en Brasil». La gobernabilidad funcionó, sí, en el gobierno de Lula e introdujo cambios sociales, valiosos aunque tímidos, como el ingreso de negros e indios por políticas afirmativas en la universidad, el plan Bolsa Familia (que hoy atiende a 13 millones de familias), el fortalecimiento del Sistema Único de Salud (SUS), la demarcación de tierras indígenas y quilombolas (descendientes de esclavos), la creación de nuevas universidades federales y becas para estudiantes de escuelas publicas, configurando un innegable ascenso social de las clases más sumergidas hasta entonces.
Dilma, ya sin el viento de cola del valor internacional de las commodities, obligada a aplicar políticas neoliberales, criticada por los mismos pobres que ascendieron socialmente con el gobierno petista, al restringirse la posibilidad de consumo y merced al lavado cerebral de los medios hegemónicos, fue mordida por los cuervos de la gobernabilidad. «
Recuadro
El consejo del líder negro Malcolm X
«El impeachment fue apenas un aperitivo de un banquete desolador que está siendo preparado en los subsuelos del Congreso», advierte el diputado Jean Wyllys (PSOL-Partido Socialismo y Libertad).
Abrumadas por el bombardeo de datos, todavía sorprendidas por una politización masiva del discurso hasta hoy inédita en Brasil, las masas todavía no percibieron el peligro que se cierne sobre sus cabezas: el desmonte de las políticas públicas de distribución de renta y de apoderamiento de los sectores históricamente marginados y una brutal transferencia de soberanía nacional (Petrobras-Presal) a las sedientas corporaciones internacionales.
El periodista Celso Vicenzi recuerda una advertencia del líder negro Malcolm X (1925-1965): «Si usted no es cuidadoso, los diarios lo harán odiar a las personas que están siendo oprimidas y amar a las personas que están oprimiendo.»
Reacuadro
Un político que nunca hubiera sido presidente
Con 75 años y natural de San Pablo, Michel Temer, al que todos en su entorno describen como un hombre «discreto», seguramente no podría nunca haber optado a la presidencia en las elecciones. Él mismo llegó a calificarse como un vicepresidente «decorativo».
Ahora, sin embargo y gracias a una situación política excepcional, se encuentra más cerca que nunca de convertirse en el líder del gobierno que tendrá la misión de «pacificar» y «unir al país», según sus propias palabras lanzadas en un discurso que se filtró a los medios antes de que se celebrara la votación y que sin embargo ya daba el impeachment como una realidad consumada.
Temer -casado con una ex reina de belleza y modelo, 35 años más joven, y protagonista de una nota de la revista Veja que causó un escándalo en Brasil por su parcialidad-, cuenta con el visto bueno de los mercados para recuperar una economía maltrecha que cerró 2015 con un 3,8% de recesión. Se espera que el vicepresidente cuente con los apoyos en el legislativo que le faltan a Dilma para aprobar nuevas leyes y medidas, seguramente los mismos que votaron a favor de la destitución de la presidenta.
El hábil político fue uno de los artífices de la gobernabilidad de Rousseff durante su primer mandato, pero no dudó en comandar el desembarco de su partido cuando los problemas comenzaron a cernirse sobre el gobierno de Dilma que desembocaron en la decisión de la Cámara de Diputados del domingo pasado.
Textuales
«El error del PT fue seguir la agenda de la derecha en pro de la gobernabilidad, abandonando las políticas de base. Aun así, con políticas neoliberales, hubo este golpe porque las clases dominantes siempre van por más»
Toni Ormundo
Fotógrafo y ambientalista
«Sé que la presidenta cometió errores, pero ella no gobierna sola. Lo que la oposición quiere es el poder, y si suben va a continuar todo como está o peor. Lo mejor sería elecciones directas ya»
Paulo Lacerda
Chofer de ómnibus escolar
«Con Lula y Dilma los pescadores conseguimos derechos, como salario de desempleo en las épocas de prohibición de pesca y jubilación. Ahora van a sacar hasta la jubilación de las amas de casa, todo va a empeorar».
Irene de Jesús Franco
Pescadora
«Con este gobierno la situación ya está difícil para los pueblos indígenas, pero desde Lula hasta hoy, los indígenas estamos en la universidad y eso ellos no lo soportan. Esto es una afrenta a la democracia»
Tamikúa Pataxó
Profesora indígena
Opinión
Continente rebelde
Telma Luzzani
PeriodistaBrasil se encuentra al borde de la quiebra institucional.
Las consecuencias de la posible destitución de Dilma Rousseff, presidenta de la mayor potencia regional, caerán como ráfagas de ametralladora en todos los países de la región, especialmente en aquellos que defienden todavía un modelo de soberanía, de equidad y de integración latinoamericana.
Una vez debilitadas y sometidas las instituciones de Brasil, se buscará el éxito en alguno de los innumerables intentos desestabilizadores que se vienen provocando contra los gobiernos progresistas en Bolivia y en Ecuador.
Pero el verdadero botín será ir directo por la conquista de Venezuela, la nación que dio en el siglo XXI, a Cuba, el lugar que merecía; que creó Petrocaribe, una alianza petrolera con valores antimercado; que fundó nuevas instituciones como la CELAC pero que, sobre todo, devolvió a los sudamericanos la dignidad de los libertadores.
Hace largos meses que las derechas latino-norteamericanas y europeas vienen trabajando para convertir a Venezuela en la próxima víctima. Sólo como muestra vale recordar los periplos de Lilian Tintori, la militante esposa de Leopoldo López, el político venezolano preso por instigar como quedó probado en una filmación de febrero de 2014 a la violencia y al golpe en su país.
Tintori estuvo en Argentina abrazada a Mauricio Macri el 23 de noviembre de 2015, el día después del triunfo electoral. Días antes había estado junto al presidente paraguayo Horacio Cartes para pedir que Mercosur aplique la «cláusula democrática» contra Maduro. Y las fotos se suceden: Tintori en La Moncloa con Mariano Rajoy, Tintori junto al colombiano Juan Manuel Santos y Tintori, en la Casa Blanca junto a Joe Biden.
En Brasil, el Congreso el mismo que ahora va a juzgar a Rousseff postergó lo máximo posible el ingreso de Venezuela al Mercosur y tanto los líderes de las cámaras de Diputados (Eduardo Cunha) como el Senado, liderado por el vicepresidente Michel Temer y presidido por Renan Calheiros, recibieron en reiteradas ocasiones a los opositores venezolanos.
Hace un año, durante la visita de Lilian Tintori a Brasil, el Senado aprobó un voto de censura contra el gobierno de Venezuela «para la defensa de la democracia en América Latina y especialmente en el Mercosur». La propuesta fue del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que en aquel momento todavía era aliado de Dilma. Triunfó a pesar del rechazo de los legisladores del Partido de los Trabajadores.
Temer, Cunha, Calheiros son la línea sucesoria, si Dilma es apartada de su cargo, en mayo, por seis meses. Los sectores más reaccionarios de Brasil tomarán el Palacio del Planalto. Y es entonces que la derecha creerá haber triunfado. Creerán que los ciudadanos, defraudados, abominarán de la política y perderán la fe en que la democracia llegó para quedarse. Ilusiones: 12 años de experiencia petista cambiaron a Brasil para siempre. Este es apenas un capítulo de la larga historia rebelde de nuestro continente. «
Opinión
En vísperas de una pesadilla
Ricardo Romero
Politólogo UBA/UNSAM*
La votación de la Cámara de Diputados de Brasil del domingo pasado puede ser el punto de inflexión de la pérdida de poder de Dilma Rousseff a manos de Michel Temer, quien se apresta a constituir un gobierno para sucederla.
Paradójicamente, una mujer que hasta el momento no ha sido involucrada en ninguna causa de corrupción, sería remplazada por un personaje que a la fecha está incluido en cuatro causas que investiga el Tribunal Electoral sobre financiación con dinero sucio de coimas del Petrolão en la campaña 2014.
Michel Temer es abogado constitucionalista, católico y frecuente de logias masónicas, miembro del PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño), por el cual logró ocupar tres veces la presidencia de la Cámara de Diputados durante sus seis mandatos como legislador de esa fuerza.
A pesar de gozar del 80% de rechazo de la población y una intención de voto de menos del 2%, goza de un blindaje mediático que hasta ahora lo mantuvo al margen de las denuncias de corrupción que involucran a decenas de políticos, especialmente a líderes de su partido, y se instala como próximo presidente.
De hecho, días antes de la votación, Michel Temer envió, por «error», un mensaje de Whatsapp a diferentes responsables de decidir por el Impeachment, donde improvisaba un posible discurso de asunción en el que convocaba a un gobierno de «unidad nacional».
A pesar de la premura de Michel Temer, su correligionario Renan Calheiros, presidente del Senado por el PMDB de Alagoas, decidió no acelerar los tiempos de la comisión y esperar hasta el 26 de abril para que los partidos propongan los miembros. Sin embargo, el pleno del Senado estaría en condiciones de votar a partir del 11 de mayo y se estima que será más expeditivo que con Collor de Melo, porque ya se manifestaron 44 senadores de los 41 necesarios para votar a favor del Juicio Político a la mandataria.
Así, Michel Temer asumiría por 180 días un gobierno, en el cual intentará marcar toda su impronta para consolidarse en el mismo. Si bien en su discurso se plantea una reforma «sin tocar planes sociales», lo cierto es que impulsa una reducción de 31 a 20 ministros que conlleva a un ajuste en sí mismo. Además, suenan nombres de corte neoliberal en Hacienda, como Henrique Meirelles, presidente del Banco Boston o Arminio Fraga, ex presidente del Banco Central durante la presidencia de Fernando Henrique Cardoso, e incluso a Paulo Leme, de la Goldman Sachs en Brasil, para esa cartera o el Banco Central, todo hacia el «sinceramiento» de la economía.
Además, observando la composición del bloque pro-impeachment, vemos que las grandes mayorías de la ciudadanía están excluidas. Del 51% de mujeres sólo el 9% están representadas; del 60% de afros sólo el 3%; del 58% de jóvenes de menos de 35 sólo el 7 por ciento. Por el contrario, los empresarios que son el 3% de la sociedad, tienen el 50% y los ruralistas tienen el 30% siendo el 1 por ciento. Además, en los discursos se expresaron no sólo empresarios y banqueros, sino masones, católicos, evangélicos y militares, demasiado poder fáctico para un gobierno popular que parece agonizar.
* @Richardbsas