Aunque los contextos son muy diferentes, el asesinato del embajador ruso en Turquía y el arrollamiento de los concurrentes a un mercado de Navidad en Berlín con un camión polaco se parecen demasiado, como para pensar en casualidades. En ambos casos se atacó en Estados aliados de Estados Unidos que están mejorando sus relaciones con Rusia, los dos atentados se los atribuyó el Estado Islámico (EI) y en los dos casos se intentó provocar un giro autoritario.
Inmediatamente después del asesinato el lunes pasado en Ankara del embajador ruso Andrei Karlov por un joven expulsado de la policía turca luego del fallido golpe de Estado de julio pasado, tanto el gobierno de Turquía como el de Rusia declararon que se trataba de un ataque terrorista y prometieron profundizar la mejora de las relaciones ruso-turcas en curso. Voceros rusos oficiosos criticaron la falta de adecuadas medidas de seguridad, pero disculparon al gobierno turco y adjudicaron el atentado a servicios secretos occidentales, a pesar de que el Estado Islámico (EI) se lo había atribuido.
Después de haber apoyado a los islamistas en Siria durante cuatro años, los atentados perpetrados por estos en Turquía y la presión internacional obligaron a Erdogan a perseguir al EI. En julio pasado el intento de golpe de Estado de una secta iluminista dirigida desde EE UU por el clérigo Fetulá Gülenlo acercó a Ankara a Moscú y este último hecho lo puso definitivamente en sintonía con la política rusa para Levante. Así, el martes se encontraron en la capital rusa los ministros de relaciones exteriores de Rusia, Turquía e Irán, para extender a toda Siria el cese del fuego alcanzado en Alepo. Junto con la tregua estas potencias se están repartiendo el control de territorio sirio en acuerdo con el gobierno de Assad.
Sin embargo, este acercamiento a Moscú debilita a Erdogan ante los nacionalistas civiles y militares que controlan las fuerzas armadas y de seguridad. Tanto los neofascistas como los iluminados y los guerrilleros kurdos mantienen fuertes contactos con la CIA, de modo que el presidente está bajo una presión múltiple de la que espera salir alcanzando el cese del fuego para el oeste de Siria junto con el gobierno sirio, Rusia e Irán. Si se alcanza esta meta, los socios esperan acordar la construcción del gasoducto iraní-iraquí-sirio-turco para exportar gas iraní a Europa, pero este proyecto depende de que Donald Trump y Vladimir Putin se pongan de acuerdo y tiene la condición previa de que Barack Obama no derribe a Erdogan antes del 20 de enero.
Berlín grita a la vida
Entretanto, hasta el viernes seguía prófugo el terrorista que el mismo lunes a la noche mató a 12 personas en un mercado de Navidad en el centro de Berlín y dejó 49 heridos. El Estado Islámico se adjudicó también esta masacre. En la cabina del camión Scania utilizado se encontró al chofer polaco del vehículo, muerto de un balazo en el momento del atentado, el permiso de residencia precaria del tunecino Anis Amri y en la puerta sus huellas digitales. En Alemania se ha desatado una gran polémica, al saberse que los servicios de inteligencia conocían desde hace algunos meses el plan de Amri para cometer un atentado. Sin embargo, expertos serios sospechan que el DNI y las huellas podrían haber sido colocadas intencionalmente para desorientar la pesquisa.
Aunque se temen nuevos atentados, Angela Merkel ordenó que la búsqueda del sospechoso se realice discretamente, que los tradicionales mercados de Navidad se mantengan y no se suspenda el fútbol. Especialmente los habitantes de Berlín han intensificado su presencia en los espacios públicos conla consigna de vivir como en épocas normales.
Viejos y nuevos nazis y muchos oportunistas aprovechan la ocasión para alzarse contra la política inmigratoria de la canciller. Su tradicional socio socialcristiano en Baviera, la CSU, ha amenazado con romper el acuerdo que la une con la CDU (Unión Demócrata Cristiana) de Merkel, aunque en este caso debería coaligar con la neonazi Alternativa por Alemania (AfD). En esta hipótesis se desharía la gran coalición gobernante CDU/CSU-SPD (socialdemócratas), sin que una alianza SPD-Verdes-Izquierda pueda conquistar la mayoría en las elecciones del año que viene aún con fecha a determinar. Evidentemente, el atentado del lunes apuntó a que se forme un gobierno entre conservadores y neonazis, por lo que es razonable sospechar que se trató de un atentado de falsa bandera, para derrocar a la canciller e instaurar un gobierno autoritario y anti ruso.
Entre fines de los años ’60 y fines de los ’70, la CIA y el británico MI6 movilizaron la red Gladio para combatir a la izquierda y a los movimientos sociales en auge en Europa Occidental. Esta red operaba como un gobierno clandestino que, mediante atentados con falsa bandera, intentaba crear una conmoción que justificara erigir gobiernos autoritarios. Gladio realizó atentados terroristas en Italia, Francia, Bélgica y Alemania que nunca fueron totalmente esclarecidos y hay indicios de que nunca se disolvió. El hecho de que los atentados de esta semana se dirigieran contra dos aliados de EE UU que buscan mejorar sus vínculos con Rusia permite inferir que la red criminal volvió a actuar.
Barack Obama y la CIA buscan evitar que Donald Trump y Vladimir Putin puedan alcanzar una nueva coexistencia pacífica. Para ello está dispuesto a atacar a todos los gobiernos díscolos. Más atentados están en la agenda hasta la asunción del nuevo gobierno el 20 de enero. De la calma de los gobernantes no involucrados y la templanza de sus poblaciones depende que el realismo y la sensatez primen sobre la ideología. «