Washington
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ahondó su grieta con la CIA al ridiculizar el informe que denunció injerencia rusa a su favor, y, en una nueva estocada contra Beijing, puso en duda la política de «una sola China» que sigue Estados Unidos desde 1972.
Sobre el informe de la CIA, agencia que pasará a dirigir a partir de enero, fue tajante: «Creo que es ridículo, creo que es solo otra excusa, no me lo creo», dijo Trump en una entrevista con Fox News emitida este domingo.
Para Trump, los demócratas están impulsando la teoría de la injerencia rusa en las elecciones porque «sufrieron una de las mayores derrotas en la historia de Estados Unidos».
El diario The Washington Post publicó el viernes que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) concluyó que personas vinculadas al gobierno ruso hackearon las cuentas de correo electrónico de los demócratas y divulgaron su contenido para ayudar a Trump a ganar las elecciones y perjudicar a su rival, la demócrata Hillary Clinton.
Trump ganó las elecciones presidenciales el pasado 8 de noviembre al lograr 306 votos en el colegio electoral frente a los 232 de la candidata demócrata, aunque Clinton lo superó en voto popular.
En la misma entrevista, se preguntó por qué «tenemos que estar ligados por una política de ‘una sola China’ a no ser que lleguemos a un acuerdo con China que tenga que ver con otras cosas, incluido el comercio», informaron las agencias de noticias DPA y EFE.
Durante más de cuatro décadas, Estados Unidos ha basado sus relaciones con el gigante asiático en el principio de una «sola China», por el que el único Gobierno chino al que reconoce Washington es el de Pekín.
El magnate, que ya generó tensiones con el gigante asiático al tomar una llamada telefónica de congratulaciones de la presidente independentista de Taiwán, Tsai Ing Wen, agregó que no quiere que «China me dicte (lo que tengo que hacer)». Según él hubiera sido «irrespetuoso» rechazar la llamada.
A Estados Unidos le está «dañando muy profundamente China con su devaluación (del yuan), con sus fuertes impuestos en las fronteras cuando nosotros no les ponemos tasas, con la construcción de una enorme fortaleza en medio del Mar de China Meridional» y «no está ayudando en absoluto con Corea del Norte» y su programa nuclear, argumentó Trump.
El gobierno chino advirtió este mes a Trump de que la única manera de mantener la actual cooperación entre ambos países es el respeto de Washington al principio de una «sola China».
Esa política ha guiado las relaciones entre Estados Unidos y China desde 1972, siete años antes de que restablecieran por completo sus lazos diplomáticos, y la actual Casa Blanca de Barack
Obama ha advertido de que ese principio es esencial para la estabilidad del diálogo con Pekín. Finalmente, siguió manteniendo en una nebulosa la posibilidad de que el presidente de ExxonMobil, Rex Tillerson, sea propuesto como su secretario de Estado.
«Le elija o no para secretario de Estado», escribió en uno de sus habituales y profusos mensajes de la red Twitter, «Rex Tillerson, el presidente y consejero delegado de ExxonMobil, es una figura mundial de primer orden y un negociador», escribió.
Según la cadena NBC, Tillerson es el elegido, pero su nominación todavía no ha sido confirmada oficialmente por el equipo de transición de Trump ni por el presidente electo. Tillerson, de 64 años, tiene lazos con Rusia, con quien negoció un acuerdo energético.
El presidente ruso, Vladimir Putin, le entregó en 2013 la Orden de la Amistad, una de las máximas distinciones que se conceden en Rusia a ciudadanos extranjeros.
Esos lazos, que podrían ser uno de los motivos por los cuales Trump lo seleccionaría, ya que pretende apartarse de la política de confrontación creciente con Moscú que vino llevando adelante Washington en los últimos años, podrían sin embargo traerle problemas con varios halcones republicanos en el Senado, que tiene la potestad de oponerse a los nombramientos del gabinete.