Entre la fidelidad y la traición de sus colaboradores y camino a un juicio político. Así parece estar por estas horas el presidente Donald Trump. Compungido, según dijo, por la condena a Paul Manafort, ex jefe de campaña; y bastante enojado por la traición de su abogado por diez años, Michael Cohen.
Manafort está en prisión desde junio pasado y el martes fue condenado en Alexandría, cerca de Washington, por ocho cargos, incluido fraude bancario. El hombre fue asesor por un breve período de Trump pero sus desventuras judiciales comenzaron cuando se reveló que había sido consejero del derrocado presidente de Ucrania, el pro-ruso Viktor Yanukovich (ver acá).
Manafort tuvo que renunciar en medio de la campaña porque ya entonces parte de la estrategia electoral de los demócratas fue denunciar que Trump recibió ayuda de espías rusos para vulnerar mails de la candidata Hillary Clinton. Para el actual ocupante de la Casa Blanca, Manafort «es un buen hombre, todo es parte de una caza de brujas, estoy muy triste por esto».
El caso de Cohen es diferente. Abogado de Trump desde que era un empresario mediático, fue llevado a los estrados bajo ocho cargos y finalmente aceptó un arreglo con la fiscalía por el cual reconoció haber actuado » en coordinación y bajo la dirección de un candidato a un cargo federal» con el objetivo de influir en la campaña haciendo pagos ilegales.
Ante un juez federal en Manhattan, Cohen admitió haber pagado 130.000 y 150.000 dólares por el silencio de dos mujeres que afirmaban haber tenido una aventura con Trump. Una sería la actriz porno conocida como Stormy Daniels y la otra Karen McDougal, una modelo de la revista Playboy.
El objetivo de ese pago era, según dijo el propio Cohen, evitar que saliera a la luz «información que sería perjudicial para el candidato y la campaña». Según el abogado del abogado, Lanny Davis, Cohen «testificó bajo juramento que Donald Trump le ordenó cometer un crimen al hacer pagos a dos mujeres para influir en la elección». El juez federal William Pauley le dijo entonces a Cohen, de 51 años, que enfrentaba hasta 65 años de prisión, y que su sentencia será dictada el 12 de diciembre.
En marzo pasado, cuando el fiscal especial que investiga la denuncia del FBI sobre injerencia rusa en los comicios de 2016, Robert Muellen, logró llevar a un estrado a Manafort, el juez federal del distrito este de Virginia, T.S.Ellis, dijo que el ex asesor de campaña, de 69 años, » se enfrenta a la muy real posibilidad de pasar el resto de su vida en prisión». La sumatoria de los 18 cargos en su contra daba más de 305 años entre rejas, pero por ahora le pudieron probar ocho y no se sabe qué pena dictará el magistrado en consecuencia.
Este miércoles, Trump concedió una entrevista a la cadena de televisión Fox News, la más cercana a sus inquietudes. Y habló por primera vez sobre una posibilidad que crece a medida que estos escándalos van saliendo a la luz: un impeachment en caso de que en las elecciones de medio término de noviembre los demócratas den un vuelco en la composición del Congreso.
«No sé cómo puedes destituir a alguien que ha hecho un gran trabajo. Si alguna vez me destituyen, los mercados se desplomarían», amenazó Trump. La periodista Ainsley Earhardt, que tuvo la exclusiva con el mandatario para el programa «Fox & Friends», señaló que Trump había deslizado la posibilidad de un indulto para Manafort. «Él mencionó un indulto para Manafort (…) Dijo que lo consideraría», dice Earhardt en un video que está en la cuenta de Fox News en Twitter. El programa será emitido este jueves.
La situación con Cohen es también diferente en este aspecto. En el bufete que lo representa indicaron que la relación con Trump estaba rota y que haber ido a juicio la espera de un indulto presidencial podría haber implicado gastar millones sin garantía de que el presidente cumpliera con su compromiso. Para los allegados a Trump, a su vez. Cohen es The Rat, el traidor.
Las elecciones legislativas de medio mandato se celebrarán el 6 de noviembre y tendrán una gran importancia para el futuro político de Estados Unidos. Desde su llegada al gobierno, Trump pateó el tablero de las relaciones internacionales y trastocó el panorama interno del país al punto de ponerse a eso que se llama Estado Profundo y a los medios de comunicación en contra.
Los demócratas podrían encontrar en las urnas la llave para destituir al presidente que tuvo unos dos millones de votos menos que Hillary en 2016 pero se alzó con el triunfo en el colegio electoral.