La campaña electoral estadounidense de este año seguramente pasará a la historia como una de las más encarnizadas y en la que amplios sectores de la sociedad se plantan frente a la dirigencia política del modo más desafiante. No es que hasta el asesinato de George Floyd el clima fuera sosegado. Más bien, si algo cree que necesita Donald Trump es agitar las aguas para consolidar tropa propia frente a la elección de noviembre y limar a como dé lugar al candidato demócrata, Joe Biden, vicepresidente con Barack Obama y hasta hace dos meses peleando la interna de su partido con el progresista Bernie Sanders.

De tal manera que el mismo día en que su ex asesor en seguridad nacional, John Bolton, presentaba oficialmente el libro en el que espera vengar las humillaciones que sufrió en su paso por la Casa Blanca (Ver acá), el presidente salió a cruzar fuerte a los movimientos de protesta contra la violencia policial. Y específicamente apuntó a los grupos promotores de Zonas Autónomas -fuera de la vigilancia policial- y contra los grupos que derribaron ya varias estatuas de esclavistas considerados héroes nacionales en varios distritos.


En dos tuits de las últimas horas, Trump descargó su ira contra un puñado de manifestantes que estaba armando una barricada en la capital estadounidense, a unas 20 cuadras de la Cas Blanca.

“Nunca habrá una «Zona Autónoma» en Washington, DC, mientras yo sea su Presidente. ¡Si lo intentan, se encontrarán con una fuerza seria!”, vociferó.

Y luego anunció fuertes medidas contra los que tiren estatuas como medida de protesta, una movida que resulta un claro intento de modificar de raíz los componentes básicos de la ideología supremacista en ese país.

«He autorizado al Gobierno Federal a arrestar a cualquier persona que destruya o destruya cualquier monumento, estatua u otra propiedad federal en los EE. UU. Con hasta 10 años de prisión, según la Ley de Preservación del Monumento al Veterano u otras leyes que puedan ser pertinentes. …», escribió el mandatario.

A principios de junio un grupo de manifestantes se instaló por varios días en Capitol Hill, un barrio de Seattle muy transitado que funge de centro cívico. Como la situación se ponía tensa, la jefa de la comisaría, Carmen Best, informó a sus superiores la conveniencia de abandonar el local para evitar posibles choques con los manifestantes.

Fue entonces que se instaló lo que la principio se denominó CHAZ (por Capitol Hill Autonomus Zone) y luego CHOP (Capitol Hill Occupied Protest). Se juntan en esta utopía no tanto lo que fue la Comuna de Paris, en 1871, como la confluencia de ideas que se potencian en la contracultura estadounidense, desde el hipismo al movimiento punk, con tintes anarquistas en una ciudad que ya en 1999 tuvo en vilo al mundo en las protestas contra la Cumbre del Milenio de la OMC.

Fueron aquellas unas manifestaciones sorprendentes por lo multitudinarias contra el proyecto neoliberal globalizador. Irónicamente, ahora la protesta se enfrente a un presidente que, desde el conservadurismo más salvaje,  hizo mucho para terminar con la globalización.

La idea de Zonas Autónomas fue expresada a principios de los 90 del siglo pasado por el poeta anarquista Peter Lamborn Wilson (Hakim Bey) en un libro que impactó en el movimiento anarquista y contracultural que venía del punk, TAZ, The Temporary Autonomus Zone (La Zona autónoma Temporaria). Allí se plantean tácticas para la ocupación de espacios temporales fuera del control estatal y donde no haya jerarquías.

Ya en los primeros días de las protestas por el crimen de Floyd el presidente Trump venía lanzando sus dardos contra alguno de los grupos que se manifiestan en las calles de todo el país, como Antifa.  Se trata este de un movimiento antifascista que aparece como la contracara de los sectores ultraderechistas como alt-right, que con Trump alcanzaron su auge en EEUU. Con la misma denominación, en la década del 30 apareció un movimiento Antifa (Antifaschistische Aktion) en el momento en que el nazismo iba creciendo hasta llegar al poder en 1933.

La cultura hippie de los años 60 tuvo un componente de autonomía y rechazo a los estados autoritarios que ahora fructificó luego de casi 4 años de Trump, de un racismo exacerbado desde las instituciones como no se veía desde esa misma época.En 2011 un grupo tambièn numeroso de manifestantes se instaló en la capital del mundo financiero del planeta en lo que fue el Occuppy Wall Street, contra la avidez de los bancos que luego de la crisis de 2008 siguieron recibiendo ayuda estatal. 

Estas semanas, luego de Seattle, surgió otra Zona Autónoma en Portland, Oregon, que fue desactivada por la alcaldía local, luego de haber aceptado reducir el presupuesto para la policía y comprometerse a una purga de sus elementos racistas.  El alcalde, Ted Wheeler, demócrata, fue duro en condenar la movida y luego de haber ordenado despejar el área declaró: “No quiero que se establezca una zona autónoma en Portland, creo que es una distracción del movimiento más amplio, que es apoyar y elevar las voces negras en nuestra comunidad».

Diferente fue la actitud de su colega de Seattle, la alcaldesa Jenny Durkan, que incluso recibió airadas quejas de Trump por no haber ordenado un desalojo contundente del CHOP. Pero algo sucedió este fin de semana que hizo variar el clima político. De un modo que aún no tenía explicación, se registró una balacera en la zona autocontrolada por los manifestantes y al cabo resultaron tres personas heridas y un joven de 19 años murió.

Como era de esperarse el dato se viralizó del peor modo abonando miles de noticias sin comprobación sobre supuestos saqueos y aprietes a comerciantes del lugar para pagar por protección. Y dando a entender que en CHOP era una banda de forajidos irracionales capaces de matarse entre sí. Así fue que este lunes Durkan anunció que iba a ver el modo de despejar el área.

«No debería haber un lugar en Seattle donde el Departamento de Bomberos y el Departamento de Policía no puedan ir», dijo en una conferencia de prensa. Pero al mismo tiempo, en un tuit reveló la cautela con la que piensa manejar la cosa.

«La jefa (de policía) @carmenbest me ha dejado claro que, a corto plazo, nuestro Departamento de Policía necesitará la Comisaría del Este para garantizar la seguridad pública y responder adecuadamente a más de 100,000 llamadas al 9-1-1. En un futuro cercano, SPD regresará pacíficamente al Precinto Este», tuiteó Durkan.

Las horas de ese distrito en el que el dólar dejó de ser la moneda corriente desde el 8 de junio y las transacciones se hicieron en bitcoins, estaban contadas. Pero la mecha ya había encendido en Portland y hasta en el DC, en las propias narices de Trump.