Nueva York
La pregunta del moderador del debate presidencial en la ciudad de Las Vegas fue puntual. Casi sin posibilidad de escapatoria para Donald Trump, quien pasó la última semana acentuando su sospecha de que la elección está arreglada. Su compañero de fórmula dijo que van a aceptar absolutamente los resultados. Usted, en este escenario, ¿se compromete a hacerlo también?, dijo el periodista Chris Wallace, de Fox News. El candidato republicano no lo hizo. Voy a verlo en el momento, contestó.
Lo que he visto es muy malo. Los medios son muy deshonestos y corruptos. Han envenenado las mentes de los votantes, pero creo que ellos pueden ver más allá. Creo que lo harán, consideró el magnate neoyorquino, quien a lo largo de su campaña se ha enzarzado en una lucha no solo contra su rival Hillary Clinton, sino también contra diarios y cadenas de televisión. Los acusa de arreglar las elecciones, de orquestar el triunfo de la demócrata.
Millones de personas que están registradas para votar, no deberían estarlo. Hablo de la prensa corrupta y de esas personas, pero te digo algo más: ella no debería poder postularse, es culpable de un crimen muy serio, fustigó.
La negativa de Trump a comprometerse a aceptar lo que arrojen las urnas el próximo 8 de noviembre causó primero risas en el recinto del debate, por la reacción insólita. El moderador le recordó que hay una tradición en el país: el final de la campaña electoral se produce cuando el perdedor reconoce el triunfo del ganador.
Lo que digo es que voy a verlo en el momento. Voy a mantenerlos en suspenso, agregó el republicano. Clinton intervino: Esto es horrible. Cada vez que él siente que algo no va en su dirección, piensa que está arreglado. ¡Incluso una vez no le dieron un premio por su programa de televisión y empezó a tuitear que los Emmys estaban arreglados!. Más carcajadas.
Pero el suspenso que quería Trump prontó se apoderó del ambiente en la Universidad de Nevada-Las Vegas. Las encuestas dan a Clinton una ventaja que ningún candidato ha logrado remontar hasta ahora. ¿Qué pasará en menos de tres semanas, en el caso de que el resultado sea adverso para el republicano? El miedo a que los comicios estén rodeados de violencia comienza a sobrevolar la campaña y los comentarios de Trump no hicieron más que avivarlo.
Kellyanne Conway, jefa de campaña del magnate, fue la más asediada cuando finalizó el debate. Acostumbrada, quizás, a moverse en la polémica que genera cada declaración de su candidato, le bajó el tono a la respuesta de Trump. Para ella, aceptar un triunfo que no ha pasado todavía es de locos. Y además, creo que eso no tiene sentido, porque pienso que él va a ganar, sentenció.
Por su parte, los asesores de Clinton unificaron un discurso: las palabras de Trump son peligrosas, pero no temen que haya violencia el 8 de noviembre. El triunfo no va a estar dado por lo que él acepte o no, sino por lo que digan los votantes, señaló Brian Fallon, secretario de Prensa de la demócrata, en diálogo con algunos medios después del debate. Jennifer Palmieri, directora de Comunicaciones, optó por no darle importancia a la declaración.
En cambio, resaltó que republicanos como el senador por Florida Marco Rubio y el candidato a vicepresidente, Mike Pence, están seguros de que el partido sí reconocerá una eventual derrota.
El debate de este miércoles fue el último de tres. Los candidatos ya no tendrán la oportunidad de hablar ante una audiencia tan numerosa mientras dure la campaña. Quizás por eso utilizaron la hora y media que duró el encuentro para especificar puntos de sus propuestas y remarcar otros ya conocidos. Esta vez hubo menos show y más posicionamientos.
Clinton apuntó a las mujeres, a los latinos, a la comunidad LGBT. A las familias les prometió cercanía. A la clase media, más empleo. Sobre el aborto, fue tajante: Es la decisión más personal y dura que le toca a la mujer. El Estado no puede entrometerse.
Trump, por su parte, respetó su libreto. Menos impuestos, un mágico crecimiento del 5 por ciento para la economía que solo él sabe cómo conseguir, el retorno de los puestos de trabajo que se han ido a otros países. La siempre resonante consigna: hacer a Estados Unidos grande otra vez.
Hubo pocos cruces, los esperables: Trump insistió en que Clinton puso en riesgo la seguridad de Estados Unidos al usar su correo electrónico personal y ella espetó que las filtraciones de WikiLeaks en su contra han sido posibles porque Rusia está interesada en poner al republicano en la Casa Blanca.
Aunque pasó menos de un mes, los candidatos recorrieron un largo camino desde el primer debate, en el que fueron amables, se saludaron, se midieron. De ese fingido respeto no quedaba rastro anoche en Las Vegas. Pero todavía quedan 19 días hasta las elecciones. Lo que ha pasado hasta ahora en la campaña, intensificado por la imprevisibilidad de Trump, hace pensar que no serán semanas fáciles para ninguno de los dos partidos.