El lunes 15 de agosto cerrarán en Brasil las postulaciones de candidaturas para los cargos en disputa del próximo 2 de octubre y de la eventual segunda vuelta del 30 del mismo mes. Desde ese momento, se inicia oficialmente la campaña electoral multimedial.
La madre de las batallas es la contienda por la presidencia de la República. La confrontación principal estará dada entre el exmandatario, Luiz Ignacio Lula Da Silva, quien lidera las encuestas, y el actual jefe de Estado, Jair Bolsonaro, quien mantiene un importante apoyo electoral.
En tanto que el actual vicepresidente, el exmilitar Hamilton Mourão, decidió disputar una banca en el Senado por Río Grande Do Sul por medio del partido Republicanos, por lo que Bolsonaro tuvo que buscar un acompañante en su fórmula presidencial. Y vuelve a optar por el apoyo de las Fuerzas Armadas, a través del General Walter Souza Braga Netto, un negacionista del Golpe de 1964 que, igual que él, lo entiende como un hecho para celebrar porque, según sostienen ambos, el embate militar habría pacificado al país evitando el comunismo.
Si bien Bolsonaro logró el apoyo del expresidente Fernando Collor de Melo y el ex futbolista Romario, quienes estuvieron presentes en la convención del Partido Liberal que consagró la fórmula, la nominación de Braga Netto generó disgusto en otro poder fáctico, el de los agronegocios. Expresados por corporaciones y partidos del “centrão” (espectro de derecha del parlamento brasileño), impulsaban la candidatura de la exministra de agricultura, Teresa Cristina, defensora de sus intereses.
Algunos analistas sostienen que ante la derrota política del “centrão”, varias candidaturas locales de esos partidos apoyarían a nivel nacional a Lula. No obstante, el actual mandatario intenta contener a estos grupos con lo que le gusta al poder fáctico: el dinero.
Así, abrió el grifo de ostentosas cajas de recursos manejados discrecionalmente por el Jefe de la Casa Civil, el ex senador Ciro Nogueira, quien se convirtió en el jefe de campaña de Bolsonaro. De esta manera, el otra vez candidato desplegó un plan denominado por el mismo ministro de Economía, Paulo Guedes, como Proyecto Kamikaze, que destinará unos u$s 8000 millones a un paquete de medidas como el aumento de planes sociales y subsidios a los combustibles hasta fin de año. Con eso, apela a sumar apoyo en sectores bajos y medios.
Un gran Frente Nacional contra Bolsonaro fue el objetivo que se propuso Lula hace un año, y está logrando con un amplio esquema de alianzas con epicentro en el Partido Dos Trabalhadores (PT). Ha conseguido el apoyo del Partido Comunista de Brasil (PCdoB) y el Partido Verde (PV), que forman una federación con el PT, el Partido Socialista Brasileño (PSB), al cual pertenece el candidato a vicepresidente en la fórmula presidencial, el exgobernador Geraldo Alckmin, además de la Red Sostenibilidad (REDE) y el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), que se sumaron a la federación de disputas electorales para los próximos cuatro años.
Y la suma sigue. Con una propuesta de izquierda, la creación de un subsidio permanente de 600 reales (unos 15 mil pesos argentinos), Lula logra sumar a un candidato del partido de centro: Avante, André Jabones, quien este jueves desistió de su candidatura y manifestó su apoyo al expresidente, atento a la incorporación de dicha propuesta en las medidas a desarrollar en el futuro gobierno.
La construcción no se detiene. Gleise Hoffman, diputada federal y presidenta del PT, sostuvo que trabajaron para mismo sumar al Partido Social Democrático (PSD) y el Movimiento Democrático Brasileño (MDB), fuerzas que propiciaron el golpe contra Dílma Rousseff, aunque más no sea en un apoyo de segunda vuelta, en tanto que ya han presentado como candidata a presidenta a Simone Tebet y Mara Gabrilli como su vice.
Incluso los acuerdos llegan hasta la derecha. Luciano Bivar declinó su candidatura por UB (Unión Brasil), la fusión del Partido Social Liberal (PSL) y la organización de derecha Demócratas (DEM). Con el apoyo a Lula busca conseguir el respaldo a su reelección en la Cámara de Diputados.
La seducción de Ciro Gomes, el candidato del Partido Democrático Trabalhista (PDT) será el desafío más grande de Lula, quien viene tejiendo ese armado político con alianzas desde la izquierda de Guilherme Boulos y Manuela D’Avila, pasando por la ecologista Marina Silva, hasta la centro derecha de Geraldo Alckmin.
Por su parte, Ciro Gomes mantiene su candidatura sin lograr apoyos más que del PDT. Si bien lleva una mujer de candidata, Ana Paula Matos, vice Prefeita de Salvador-Bahía, no logra ampliar la base electoral. No obstante, de poder terciar en esta contienda polarizada, lo convertirá en jugador importante en una eventual segunda vuelta, atento a que Lula no logra perforar el techo del 47% de intención de votos y Bolsonaro se mantiene firme en más del 30% de las preferencias.
Es por eso que Ciro Gomes está buscando sumar fuerzas en la primera vuelta para definir una abstención o un posible apoyo a Lula, si este consigue incluirlo en la gestión, tal como sucedió en el primer mandato del petista, o logra incorporar referentes cercanos. «