Este 7 de septiembre, Brasil celebrará el 199° aniversario de su independencia con manifestaciones contrapuestas entre el oficialismo del presidente Jair Bolsonaro y la oposición liderada por el exmandatario Luiz Ignácio “Lula” Da Silva, dirimiendo en las calles cuál será el destino de este gigante país.
Si bien “Eu fico” fue el grito que al borde del Río Ipiranga unió al naciente pueblo brasileño, este martes las hinchadas alzarán la voz con dos gritos contrapuestos. En la avenida paulista, los bolsonaristas vociferarán #FicaBolsonaro y en la plaza central la oposición bramará #ForaBolsonaro, dejando un escenario incierto para la política brasileña. Especialmente porque las elecciones serán el año que viene, paradójicamente en el Bicentenario de la Independencia, y la crisis política es hoy.
Por eso, en esta nueva conmemoración de la emancipación brasileña las calles paulistas estarán al rojo vivo. Tanto por los partidarios de Bolsonaro, que buscarán copar la parada y presionar al STF, como por los opositores, quienes impulsan el «Grito de los Excluidos» de cara a la posibilidad de un nuevo cambio para Brasil. Lo que muestra que la lucha política desborda la institucionalidad republicana. Es más, este viernes, Bolsonaro sostuvo: «Nosotros no precisamos salir de las cuatro líneas de la Constitución. Allí tenemos todo lo que precisamos. Pero si alguien intenta salirse de esas cuatro líneas, nosotros mostraremos que podemos salirnos también».
La polaridad en la que se sumerge la política brasileña deja en prospectiva política diferentes escenarios posibles, especialmente sobre cuál será el desenlace del mandatario brasileño, quien se resiste con uñas y dientes a dejar el palacio gubernamental, incluso poniendo en peligro la democracia misma en Brasil. Entre quedarse y salir podemos marcar cuatro perspectivas posibles frente al desgaste del gobierno de Bolsonaro y las posibilidades de una victoria de Lula.
Bolsonarismo
Sería una visión edulcorada o ideal de la continuidad de Bolsonaro, planteada por algunos analistas que ponen el centro en la recuperación económica y el refortalecimiento del mandatario. Teniendo presente la lejanía de la elección, consideran factible un viraje en ese sentido, apostando a que el desastre de la política epidemiológica sea superado por el crecimiento de los ingresos monetarios.
Ultrabolsonarismo
Se puede pensar en un desenlace temible, que es la radicalización de Bolsonaro y la barrida contra las instituciones con un posible “autogolpe”. No es descabellado plantearlo, en tanto que arremete contra el Supremo Tribunal Federal, a quien acusa de querer proscribirlo, y está sembrando la idea de un fraude en las próximas elecciones, debilitando una continuidad institucional en Brasil. De hecho, ya realizó algunos despliegues de fuerza militar que sustentan el peligro de quiebre institucional e incluso sumó la convocatoria de policías militares, a pesar de tener prohibida su participación en política. En definitiva, el «autogolpe» sería una movida factible del bolsonarismo.
Neobolsonarismo
Es una mirada que, ante la imposibilidad de generar una figura por derecha, tanto por parte de los tucanos del Partido de la Social-Democracia Brasileña o del legendario Movimiento Democrático Brasileño, sugiere que el establishment político se conformaría con una metamorfosis kafkiana de Bolsonaro; aunque es remota la posibilidad que el gusano devenga en mariposa, es lo que preferirían antes que una vuelta de Lula, incluso buscando cualquier recurso para evitar su regreso, como ya lo hicieron.
Posbolsonarismo
Es el escenario añorado por la oposición. Desde quienes proponen e impulsan un impeachment hasta aquellos que prefieren esperar la contienda electoral del año que viene, apostando a la victoria de Lula, más al tener presente que una destitución podría poner al vicepresidente Hamilton Mourão en la primera magistratura, y con ello al Ejército en el poder, consumando el gobierno de un poder fáctico que hoy es una columna central de Bolsonaro. Siendo también una gran debilidad de la oposición su propia fortaleza, que la única figura que hoy aglomera una opción alternativa es Lula, quien solo puede regresar por medio de una elección presidencial. «