Horas después de que el Senado brasileño destituyera a Dilma Rousseff, Michel Temer, su ex vice de 75 años y hasta hoy titular interino del Ejecutivo del país vecino, asumió la presidencia de Brasil, en una ceremonia realizada en frente a los mismos legisladores que resolvieron el escandaloso impeachment.
Tras entonar el himno brasileño, Temer tomó posesión efectiva del cargo que en rigor ocupaba desde el 12 de mayo pasado.
En un proceso catalogado por buena parte de la diplomacia sudamericana como un golpe de Estado, Rousseff fue declarada «culpable» de un «crimen de responsabilidad» en el que incurrió al ordenar un aumento del gasto público en plena campaña para su reelección, en 2014, sin la autorización del Congreso.
Destituida por 61 votos contra 20, Dilma no fue, sin embargo, inhabilitada para ejercer cargos públicos durante los próximos ocho años. Sólo 42 senadores apoyaron ese castigo adicional, que por lo tanto fue rechazado.