BoLa guerra diplomática entre Venezuela y Brasil escaló a un nivel mayor de tensión con la expulsión del agregado de negocios venezolano por parte del gobierno de Michel Temer, en reciprocidad por las medidas adoptadas por la Asamblea Nacional Constituyente (ANC); y amenaza con poner en riesgo el comercio bilateral, cuyo resultado perjudicaría mucho más a Brasil, gran exportador de materias primas y productos. La táctica de Temer de profundizar la crisis con Nicolás Maduro tendría que ver también con la arrolladora intención de voto que tiene el expresidente Luis Inácio Lula Da Silva para las elecciones de octubre próximo y de cara al juicio que enfrentará el 24 de enero tras el cual podría quedar inhabilitado como candidato. «Temer necesita relacionar al PT con Maduro, con la idea de que eso le restaría votos, por eso sobreactúa su antimadurismo», confían en círculos cercanos a la diplomacia de ambos países.
El sábado pasado, la ANC presidida por la excanciller Delcy Rodríguez, declaró como persona no grata al embajador de Brasil, Ruy Pereira, lo que significó su expulsión, «hasta que se restituya el hilo constitucional que el gobierno de facto vulneró en el caso de este hermano país». La decisión fue en sintonía con el retiro del embajador venezolano en Brasilia apenas consumado el golpe institucional contra Dilma Rousseff en agosto de 2016. Pero también es resultado de una relación que ha ido en franco deterioro desde ese entonces. Brasil lideró el apartamiento de Venezuela del Mercosur, logrando su suspensión en agosto pasado, con el acuerdo de Argentina, Paraguay y Uruguay. Temer, junto con su par argentino Mauricio Macri, fue uno de los mayores impulsores del acuerdo entre el bloque y la Unión Europea, algo a lo que el gobierno venezolano se oponía, al igual que los deseos de avanzar en la Alianza del Pacífico. También es uno de los articuladores para debilitar la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), donde Venezuela tiene ascendencia. Temer mantuvo relaciones con la oposición venezolana que durante meses sostuvo manifestaciones que culminaron con graves hechos de violencia y decenas de muertos en las calles de Caracas y otras ciudades. Se reunió con Lilian Tintori, la esposa de Leopoldo López, quien está detenido en su casa por «instigación a la violencia» y se afirma que la embajada habría mantenido contacto fluido con el líder de Voluntad Popular, integrante de la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD). El punto máximo fue la información difundida de que el embajador brasileño había asilado al juez Ildefonso Pino, nombrado por la Asamblea Nacional, de mayoría opositora, cuando en desconocimiento del Tribunal Supremo de Justicia, designó magistrados opositores al gobierno, que finalmente no asumieron.
Apenas conocida la decisión de la ANC, la Cancillería brasileña emitió un comunicado en que aseguraba que la decisión «demuestra una vez más el carácter autoritario de la administración de Nicolás Maduro y su falta de apertura para cualquier tipo de diálogo. Brasil aplicará las medidas de reciprocidad correspondientes». Esta semana declaró persona no grata al encargado de negocios de la Embajada de Venezuela en Brasilia, Gerardo Antonio Delgado Maldonado.
El gobierno de Maduro lo calificó como una señal «de reconocimiento y respeto a las instituciones venezolanas y en particular al carácter plenipotenciario de la soberana ANC», según el comunicado del canciller Jorge Arreaza.
La resolución de la ANC también se dirigió hacia el representante de la embajada canadiense, Craib Kowalik, «por su permanente, insistente, grosera y vulgar intromisión en los asuntos internos de Venezuela». Según explicó la propia Delcy Rodríguez, la cancillería venezolana había hecho «llamados de atención desde hace varios años para que se respete la Convención de Viena sobre las relaciones diplomáticas». El encargado de negocios de Canadá «ha recurrido persistentemente en hacer declaraciones» a través de su cuenta en Twitter «para pretender dar órdenes a Venezuela», acusó Rodríguez.
Canadá es integrante del grupo Lima, junto con 11 naciones latinoamericanas, cuyo principal objetivo es sancionar a Venezuela. En septiembre aplicó embargos económicos contra 40 funcionarios venezolanos por considerar que en el país se violan derechos. Luego de la decisión, actuó en reciprocidad y echó al embajador de Venezuela. «Continuaremos trabajando con nuestros socios en la región para aplicar presiones al régimen antidemocrático de Maduro y restaurar los derechos democráticos del pueblo venezolano», dijo entonces la ministra de relaciones exteriores de Canadá, Chrystia Freeland.
Las relaciones comerciales entre Venezuela y Brasil se profundizaron con los gobiernos del PT y Hugo Chávez. A lo largo de 15 años, priorizaron la sociedad comercial gracias a la afinidad política. «El incremento del intercambio comercial fue del 300% los últimos 14 años, pasó de 1461 millones de dólares en 1998 a 5861 en 2011», afirma documentación oficial. Este intercambio generó bastante expectativa en 2012 a partir de la incorporación de Venezuela en el Mercosur. Para 2014, con Rousseff en la presidencia y aún con una economía que comenzaba a caer, Brasil tuvo un superávit de U$S 3450 millones en su intercambio con Venezuela.
Las exportaciones venezolanas se concentraron en crudo y otros recursos naturales, mientras que importó desde Brasil máquinas, equipos y alimentos. Según la revista digital Brasil247, la profundización de la crisis diplomática traerá mayores dificultades a los exportadores brasileños. Ya a lo largo de 2017, «las exportaciones brasileñas al país vecino disminuyeron en 60% y las importaciones un 9 por ciento».
El medio cita la entrevista publicada por O Globo al exembajador Rubens Barbosa, presidente del Instituto de Relaciones Internacionales y Comercio Exterior (Irice), quien sostiene que, actualmente, «Brasil y Venezuela, en la práctica, están sin relaciones, con sus embajadores fuera de los países no hay contacto directo entre gobiernos».
El exdiplomático advierte que «la importancia económica hoy no está dada más por el flujo de comercio, que cayó mucho, sino porque Venezuela dejó de pagar a las empresas brasileñas, y estas tienen que recibir por lo que vendieron, y por los servicios prestados, es para eso que tiene que haber un contacto entre los gobiernos para resolver este tema». «