A través de Twitter, el secretario general de la Unasur, Ernesto Samper, envió un mensaje de solidaridad e integración y remarcó la importancia de unidad como valor compartido de los 420 millones de suramericanos. El llamado constituye un desafío para un espacio que supo articular diferentes estrategias de integración y política internacional pero que hoy pasa por una etapa crítica por los problemas internos de los promotores de esa alianza regional.
Como Brasil, donde el golpe instaló un gobierno conservador y generó un cambio de visión en la integración regional. La designación de José Serra por Michel Temer en la cancillería, propicia una política exterior que abandona la idea de Patria Grande y se orienta hacia Estados Unidos.
A su vez, la economía brasileña no logra recuperarse y profundiza su recesión, a lo que se suman las medidas económicas, como el congelamiento del gasto, la extensión de la edad jubilatoria y la flexibilidad laboral, que llevan la impopularidad de Michel Temer a niveles que fragmentan su bloque de poder y podrían provocar su caída.
De hecho, el Tribunal Superior Electoral se ha convertido en su verdugo, pues solicitó no dividir la fórmula presidencial Dilma Rousseff-Michel Temer y su pleno podría decidir que también se vaya a su casa. Más allá de los recursos que pueda interponer, el Congreso de la Nación debería determinar un sucesor para completar el mandato hasta el 31 de diciembre de 2018. Si bien suenan dos nombres, el exministro de la Corte Suprema Nelson Jobim y el expresidente Fernando Henrique Cardoso, cualquiera saldría debilitado por el desgaste de un parlamento al que le llueven las acusaciones de corrupción de las delaciones de la constructora Odebretch.
El golpe en Brasil que parecía ponerle un reloj de arena al gobierno de Venezuela, por el avance de la derecha en la región, sin embargo provocó un impasse en el país caribeño ante una oposición impaciente, que impulsa un referendo revocatorio, y las propuestas de negociación impulsadas por el Vaticano y la Unasur. No obstante, la recesión económica provoca desabastecimientos y profundiza la crisis política. A su vez, los intentos de Nicolás Maduro de limitar el accionar del Parlamento, controlado por opositores, es cuestionado a nivel internacional. De hecho, Venezuela sufrió un desplazamiento del Mercosur por el artilugio técnico de no cumplir a tiempo con los requisitos políticos como miembro del bloque.
Además, recrudecen las tensiones con su vecino Colombia, tanto por el manejo de las fronteras, en relación al contrabando de venezolanos, así como a la crítica de Maduro por el acuerdo con la OTAN que promovió el presidente Juan Manuel Santos. En la misma línea, se pronunció Timoleón Jiménez, alias Timonchenko, líder de las FARC-EP, que advirtió que un tratado de cooperación militar marcaría otro paso atrás en materia de soberanía e independencia. Esta situación podría poner un escollo al flamante Premio Nobel de la Paz, en su búsqueda de una transición política que integre a la guerrilla al juego político de su país.
A pesar de esto, con el triunfo de Donald Trump podría fortalecer el regionalismo latinoamericano, ante el impacto que podrían causar sus políticas proteccionistas y xenófobas y que obligaría a recuperar una estrategia de integración. «