El viernes, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, dijo que esperaba que la ofensiva militar de grupos insurgentes sirios «continúe sin incidentes» y que el objetivo es “por supuesto”, Damasco. El sábado, que su país no tiene reclamos territoriales sobre Siria y que espera que “nuestro vecino vuelva a la paz, la estabilidad y la tranquilidad tras 13 años de sufrimientos”. Algo que puede parecer contradictorio, pero que expresa en realidad la ambigua política de Ankara en esa región al rojo vivo desde que un rosario de grupos yihadistas con apoyo de la CIA y el MI6 británico e Israel iniciaron una operación que puso contra las cuerdas a Bashar al-Assad pero también a la estrategia de Vladimir Putin desde 2015 en esa parte del mundo en la que Rusia juega un papel clave, entre otras cosas, porque tiene dos bases navales, en Tartus y Latakia.

La escalada la llevan adelante principalmente Hayat Tahrir al-Sham (HTS, Organización para la Liberación del Levante, salafista) y Al-Jays al-Watani As Suri (Ejército Nacional Sirio), que reciben también apoyo de Israel. Según el analista brasileño Pepe Escobar, uno de los que más información tiene sobre esos entresijos, la ofensiva se sustenta en un “error estratégico” de Putin cuando desde 2017 se confió en los acuerdos de Astaná, Kazajistán, -de los que participó Irán – tras poner fin a la ola de “primaveras árabes” en respaldo a Al-Assad. Eso permitió que los rebeldes se refugiaran en Idlib y se fueran rearmando para dar una estocada.

La operación estaba lista hace tiempo, pero el detonante fue la firma de un alto el fuego mediado -a regañadientes- por Estados Unidos entre Israel y Hezbolláh. Así, las sucesivas violaciones a la tregua de las fuerzas israelíes en Líbano con el argumento de que “ellos empezaron primero” pasó a un segundo plano, lo mismo que la masacre en Gaza. Otros analistas como el ruso Simeon Boikov sospechan que detrás de escena hay una operación entre Israel y Turquía para repartirse Siria. Según elucubraciones del mismo calibre, Rusia podría retener sus bases con un territorio en la costa del Mediterráneo.

El martes Putin y Erdogan hablaron por teléfono. La información oficial dice que «examinaron una serie de temas actuales del futuro desarrollo de la cooperación ruso-turca mutuamente beneficiosa, centrándose en los componentes comerciales, económicos y energéticos». Este fin de semana, se desarrolló en Doha el Foro sobre Cooperación Global y se cruzaron los cancilleres Sergei Lavrov, de Rusia, con el turco Hakan Fidan y el iraní Abbas Araghchi.

Según los turcos, Erdogan intentó hablar con Al-Assad pero el sirio no lo atendió y lo instó a “reconciliarse con su pueblo”. El informe de la agencia TRT indica que para Fidan, la prioridad turca es la «estabilidad en Siria y establecer una zona segura a la que puedan regresar los refugiados sirios», unos tres millones de personas. Teherán afirma que seguirá apoyando a Al- Assad y que la actual es “una campaña política, en la cual tenemos que desempeñar nuestro papel”.

Moscú, en tanto, planteó que “la utilización de terroristas como HTS para lograr objetivos geopolíticos, como se hace ahora durante de esta ofensiva desde la zona de distensión de Idlib, es inadmisible”. Lavrov agregó que “Rusia ayuda al ejército sirio a repeler los ataques terroristas».

El marco general de la guerra en Ucrania, la incursión de fuerzas de Kiev en territorio ruso en Kursk más el clima de Euromaidan en Georgia y la cuestión electoral en Rumania forman parte de una línea de acción de la Corporación Rand de 2018 “sobreextender a Rusia” y debilitarla. Que se ve mucho más acelerada en la medida en desde el punto de vista militar Ucrania se considera perdid. El misil Oreshnik lanzado sobre Dnipró luego de que Kiev fuera autorizado a usar misiles de largo alcance estadounidenses, británicos y franceses sobre territorio ruso cambió el escenario de manera dramática. Tanto como la llegada inminente de Donald Trump a la Casa Blanca.

De hecho, luego de una conversación el lunes entre el jefe de las tropas rusas, Valery Gerasimov, con el jefe del Estado Mayor Conjunto de EE UU, general Charles Brown Jr, no hubo más envíos de ATACMS. Lo que sí hicieron militares ucranianos fue darles una ayuda a los rebeldes sirios, que no podrían haber atacado tan efectivamente, con semejante cantidad de drones y aparatos de intercepción de comunicaciones, de no ser por el equipamiento que se está dejando de utilizar en el país europeo.

Siria es un escenario clave en lo que Escobar considera la primera guerra contra los BRICS. Por allí pasan ductos de países árabes, Irán y Asia central y es un ramal de la Ruta de la Seda. Los planes de desestabilización sobre Siria no son nuevos para Estados Unidos ni Gran Bretaña y el sueño de recuperar el imperio otomano y de construir el Gran Israel tampoco. En la lista están los regalos envenenados que los demócratas le dejan a Trump. Lo hizo Barack Obama en 2017 y ahora Biden. «