Los sindicatos franceses buscarán retomar mañana la ola de protestas con la que buscan «paralizar Francia» y expresar el amplio rechazo que despierta la reforma de las pensiones del presidente liberal Emmanuel Macron, a quien acusan de «permanecer sordo» al rechazo popular.
El proyecto, que busca retrasar la edad de jubilación de 62 a 64 años y es rechazado por dos de cada tres franceses, según los sondeos, ya recibió contundentes muestras de rechazo ciudadano el 19 y el 31 de enero, cuando salieron a las calles más de un millón de personas, informó la agencia de noticias AFP. «Llamo a los trabajadores, a los ciudadanos, a los jubilados a manifestar masivamente», dijo hoy Laurent Berger, líder de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT). «El Presidente no puede permanecer sordo», agregó en declaraciones a la radio France Inter.
Se espera que entre 1,1 y 1,4 millones de personas asistan a los actos de protesta, según la cadena de TV privada BFMTV. El Gobierno asegura que elevar una de las edades de jubilación más bajas de Europa busca evitar un déficit en la caja de las pensiones. «Cumpliremos el objetivo» de un sistema equilibrado para 2030, dijo el vocero de Macron, Olivier Véran, en France 2.
La oposición de los sindicatos
Desde su presentación en enero, los sindicatos organizaron grandes movilizaciones sin lograr que el Gobierno dé marcha atrás. A partir de mañana, la movilización «acelera el paso» ante una posición «cada vez más dura» del Gobierno, dijo ayer el líder de la central CGT, Philippe Martinez, al diario Le Journal du Dimanche.
El servicio de trenes en Francia y el transporte público de París, clave para la economía de la capital, se anuncian muy perturbados por los paros, que los sindicatos esperan prolongar más allá del martes. «Habrá días difíciles (…) Es probable que las cosas no paren el 7 de marzo por la noche o en la mañana del 8 de marzo», preanunció el ministro de Transportes, Clément Beaune, en France 3, mientras el Gobierno anima a quienes puedan trabajar en formato no presencial.
Los sindicatos llamaron también a «cerrar completamente» escuelas y liceos, paralizar obras, cerrar tiendas y bloquear carreteras, como parte del programa de acciones previsto. Los camioneros ya empezaron su huelga, provocando atascos en ciudades como la norteña Lille o la suroriental Ruán, y, desde el pasado viernes, los trabajadores del sector de la energía ya provocaron caídas de producción en varias centrales nucleares.
Si bien el objetivo es bloquear la economía, el impacto económico de las huelgas será «limitado», según los analistas del banco ING, para quienes, incluso en caso de largos bloqueos, no será superior a 0,2 puntos porcentuales del PIB. La última vez que los franceses lograron paralizar una reforma de las pensiones fue en 1995, cuando los sindicatos paralizaron los servicios de tren y metro durante tres semanas y lograron mantener un apoyo masivo en la opinión pública.
Una mayoría de franceses apoya también ahora el principio de huelgas prorrogables (56%) y el objetivo sindical de «paralizar Francia» (59%) para obligar al Gobierno a retroceder, según un sondeo de Elabe publicado este lunes. Pese al rechazo que concita, el proyecto continúa imperturbable su trámite parlamentario.
Tras su paso por la Asamblea (cámara baja), desde el jueves pasado el pleno del Senado (cámara alta) debate las propuestas que salen adelante gracias al apoyo de la oposición de derecha. El Gobierno escogió un polémico procedimiento parlamentario que limita el tiempo de debate y le permite aplicar sus medidas si las dos cámaras del Parlamento no han aprobado el mismo texto para el 26 de marzo. La Asamblea no llegó a votar. El 8M -Día Internacional de la Mujer-, previsto para pasado mañana, podría registrar también una fuerte movilización, máxime cuando los opositores al proyecto consideran que las mujeres son uno de los colectivos perdedores de la reforma.