El lanzamiento por Corea del Norte el martes pasado de un cohete de alcance medio que sobrevoló la norteña isla japonesa de Hokaido y cayó en el Pacífico, así como la gran maniobra aérea de Estados Unidos, Japón y Corea del Sur sobre la península, dos días después, agudizaron nuevamente el miedo a una guerra nuclear. Muchos analistas ven en las amenazas recíprocas entre Pyongyang y Washington meras poses que anticipan futuras negociaciones, pero estas dependen de la mediación de China. Para Beijing, a su vez, la crisis coreana es sólo una parte de un conjunto de conflictos regionales que requiere una solución combinada. Esta visión holística de los chinos, precisamente, es lo que los dirigentes y militares norteamericanos no entienden.
Como respuesta a la operación norcoreana la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF), la surcoreana y la japonesa realizaron el jueves pasado sobre la península coreana un ejercicio de tiro de dimensiones nunca antes vistas. Ya el miércoles el presidente Donald Trump había tuiteado que «hablar no es la respuesta» a dar a Norcorea, si bien el secretario de Defensa, Jim Mattis, posteó más tarde que «nunca nos hemos apartado de la diplomacia». Al mismo tiempo, el presidente de Corea del Norte Kim Jong-um anticipó nuevos lanzamientos «para contener la amenaza» desde la isla norteamericana de Guam.
Pocas horas después del hecho el Consejo de Seguridad de la ONU lo condenó unánimemente, aunque no adoptó nuevas sanciones contra Pyongyang.
Los líderes occidentales han exigido a Beijing que presione a Corea del Norte, para hacerla desistir de su programa nuclear, a lo que la Cancillería china les recordó que las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU combinan las sanciones contra Corea del Norte con negociaciones de paz y los instó a dialogar.
China ve la crisis en Corea como vinculada a los demás focos regionales de tensión. Este sábado, por ejemplo, el canciller Wang Yi advirtió al gobierno derechista japonés de Shinzo Abe que no intente aprovechar la crisis coreana para reformar la Constitución y autorizar el aumento y la expansión del área de operaciones de sus fuerzas militares, porque China lo vería como una amenaza contra su independencia.
Al mismo tiempo el Wall Street Journal informó que el comando norteamericano del Pacífico (Pacom) fue autorizado a realizar patrullas navales regulares en el Mar Meridional de China que no harán más que elevar la tensión. Parte de la misma estrategia es también el reclamo que la Cancillería vietnamita hizo el jueves contra supuestas maniobras navales que China realizaría en el Mar Meridional.
La crisis coreana se colará seguramente en la agenda de la cumbre de jefes de Estado y de gobierno del BRICS que desde este domingo hasta el martes se reúne en Xiamen, en la costa de la sureña provincia china de Fujian. El grupo evaluará asimismo el estado de la relación entre India y China, que durante dos meses estuvieron al borde de la guerra por un conflicto de límites en el Himalaya y recién el pasado 28 de agosto acordaron retroceder las tropas.
También los próximos 6 y 7 de septiembre se reunirá en el puerto ruso de Vladivostok (cerca de la frontera coreana) el tercer Foro Económico Oriental. Allí estarán representantes de numerosos países y grandes corporaciones. El encuentro permitirá que el primer ministro japonés Shinzo Abe, el presidente ruso Vladimir Putin y el coreano Moon Jae-in conversen sobre Corea, quizás incluyendo a algún representante chino.
EE UU y Corea del Norte no pueden hacerse la guerra, primero, porque Seúl está a tan sólo 41 kilómetros de la frontera norcoreana y Pyonyang tiene 8000 piezas de artillería dirigidas contra la ciudad. Por su parte Norcorea tiene la experiencia de que su país fue destruido casi por completo por las bombas incendiarias estadounidenses en 1950.Las amenazas mutuas son entonces meras poses, pero si son percibidas erróneamente, igual pueden desatar una catástrofe.
Los militares norteamericanos creen que, si presionan a China, pueden obligarla a hacer concesiones, pero, sobre todo en la víspera del Congreso del Partido Comunista del próximo 18 de octubre, Xi Jinping no puede retroceder y será aún más enérgico.
Kim sabe que, mientras dure la extrema tensión en Asia Oriental, los chinos lo protegerán. Para Beijing, Corea del Norte es una carta más en su juego regional. El conflicto chino-indio se ha enfriado, pero ambas partes necesitan mejorar su relación económica, para prevenir que se recaliente y, al mismo tiempo, convencer a Vietnam y Filipinas de que es mejor hacer negocios que meterse en juegos militares de resultado dudoso. Si se distiende el conflicto en el Mar Meridional, China y Rusia podrían incluir a Corea del Norte en un sistema colectivo de cooperación económica que la ponga en diálogo con Surcorea y Japón. Con este, finalmente, es con quien China tiene los mayores problemas, pero hasta el momento de encararlos quizás el gobierno y los militares estadounidenses hayan estudiado geografía e historia y aprendido los beneficios de la cooperación e induzcan a su mayor aliado asiático al diálogo. «