Los líderes europeos comenzaron una cumbre en Bruselas en medio de una tormenta que viene del este y que ya produjo negros nubarrones entre los países de la UE y Polonia. El encuentro, que estaba convocado para discutir la problemática del aumento de precios de la energía y de cuestiones climáticas, pronto puso a Polonia como eje del debate, ante una nueva fisura entre los países miembro, que todavía no termina de digerir el Brexit y ahora se enfrenta a la posibilidad de un Polexit.

La crisis entre los organismos de integración y Varsovia se fue incrementando a medida que los gobiernos derechistas fueron radicalizando sus posturas políticas en ese país centroeuropeo. En 2005 llegó al poder el partido Ley y Justicia (PiS, por sus siglas en polaco) fundado en 2001 por los hermanos gemelos Lech y Jarosław Kaczynski como una plataforma demócrata cristiana de centroderecha.

Lech fue ungido como presidente y de manera intermitente Jaroslaw como primer ministro. No tardaron mucho en correrse más y más a la derecha y sobre todo, lograron correr el debate público hacia posiciones xenófobas y anti LGBT, cuando en Europa el mensaje iba para otro lado. Lech murió en 2010 en un accidente de aviación y Jaroslaw se fue corriendode los cargos pero mantiene su peso específico dentro del PiS.

Andrzej Duda llegó a la primera magistratura con el PiS en 2015 y todavía le dio un empujoncito más a la derecha, si cabe. Pero para la renovación de mandato, en 2020, que ganó ajustadamente, ya se había alejado de esa formación política. Su primer ministro, Mateusz Morawiecki, sigue perteneciendo al PiS, un dato a esta altura anecdótico si no fuera porque mantiene el derrotero de los Kaczynski a rajatabla .

El enfrentamiento con la UE se inicia cuando el premier Morawiecki propone una reforma judicial que, en su aspecto más controvertido por Bruselas, crea una Cámara Disciplinaria del Poder Judicial, con miembros elegidos por el gobierno y con capacidad para sancionar a jueces que, según asegura la normativa, no cumplan adecuadamente sus funciones. En la sospecha, es una amenaza para aquellos que no obedezcan las directivas e intereses del gobierno de turno.

Como era de esperar, la Comisión Europea (CE), el órgano ejecutivo de la UE, puso el grito en el cielo. Pertenecer a la organización continental implica aceptar las reglas de juego dictadas en el Tratado de Lisboa de 2005 como Constitución comunitaria. Y una parte fundamental de esa carta magna es que la instancia superior es el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE).

Como los dimes y diretes sobre la reforma judicial polaca venían creciendo, Morawiecki creyó encontrar una forma de salirse con la suya y por tal razón le preguntó – no inocentemente, claro – al Tribunal Constitucional de Polonia (TCP) que estamento judicial tiene primacía en ese país. Los magistrados polacos respondieron – bastante a destiempo, como se percibe – que los artículos 1 y 19 del Tratado son incompatibles con el ordenamiento constitucional nacional.

Desde Bruselas, la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, advirtió que no están de acuerdo con la tesitura del TCP. «No podemos y no vamos a permitir que nuestros valores comunes sean puestos en riesgo», dijo Von der Leyen. Legalmente, la UE no puede expulsar a uno de sus miembros pero si puede suceder que, como hizo el Reino Unido, alguien decida irse. No parece el caso, porque la mayoría de la población polaca se muestra favorable a la integración.

Enm todo caso, Bruselas puede demorar o directamente bloquear, por ejemplo, el dinero establecido como fondo de recuperación pospandemia, que suma 36.000 millones de euros, O trabar créditos o transferencias directas por otros 34.000 millones.

La respuesta de Morawiecki, por ahora, es desafiante. «Rechazo el lenguaje de las amenazas o la coerción. El chantaje se ha tornado un método habitual de ciertos Estados del bloque, y no es la base de la democracia», dijo. Luego abundó en cuestiones de filosofía del derecho que agregan argumentos a una postura que por ahora recibe el apoyo del líder húngaro, Viktor Orban, otro discípulo del estratega ultraconservador estadounidense Steve Bannon. Pero no es claro que la cuestión se quede allí.

Por lo pronto, desde la UE aseguraron a la prensa que estaban intentando bajar los decibeles del enfrentamiento. El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, se comprometió a mantener un diálogo con Morawiecki para ver si podía convencerlo de que eliminen esa Cámara Disciplinaria. Probablemente le recuerde su paso por la presidencia del Bank Zachodni WBK, uno de los tres más grandes de Polonia y filial del Santander de España.