El Parlamento de Alemania (Bundestag) retiró la confianza al Gobierno de Olaf Scholz, una votación que se planteaba como un trámite incluso deseado por el propio canciller, después de que los liberales abandonaran en noviembre la coalición tripartita, y allanó así el camino hacia unas elecciones anticipadas previstas para finales de febrero.

Scholz logró en el pedido de confianza el respaldo de los 207 diputados socialdemócratas en la sala, mientras que Los Verdes, integrantes de la coalición, se abstuvieron para evitar la posibilidad de que el Gobierno pudiera superar la votación y verse obligados a continuar en sus cargos.

Así, de los 717 diputados presentes en el Bundestag en el momento de la votación, un total de 394 votaron en contra de la continuidad del Gobierno, otros 116 se abstuvieron y tan solo los socialdemócratas apoyaron a Scholz.

Con esta resolución, el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, podrá disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones. Lo ocurrido es apenas un trámite, pues el Gobierno y el resto de los principales partidos en el Bundestag ya habían pactado la celebración de elecciones anticipadas para el 23 de febrero del próximo 2025.

Muestra de la nula confianza de Scholz en superar la votación han sido sus declaraciones desde la tribuna de oradores, donde afirmó en que las elecciones anticipadas permitirán a la población alemana «marcar el rumbo político» del país y decidir en una cuestión «fundamental» como es la economía. Así lo destacó en la red X de su administración.

“Es exactamente lo correcto que ahora los ciudadanos puedan decidir qué camino tomar para nuestro país. Estoy firmemente convencido de ello. Como demócrata, me siento muy cómodo con esta idea”.

El gobierno tripartito de socialdemócratas, liberales y verdes colapsó el pasado mes de noviembre por discrepancias entre Scholz y su ministro de Finanzas y líder del Partido Liberal, Christian Lindner, en el marco de una crisis económica desatada por el incremento de la energía a raíz de la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia, que entre otras cosas impide la compra de combustibles al país euroasiático.

Ahora la derecha tradicional de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y la Unión Social Cristiana (CSU) –conocidos como Partidos de la Unión– se perfila como la principal favorita para hacerse con la victoria en las elecciones de febrero. El líder de la CDU, Friedrich Merz aspira a hacerse con casi el 30 % de los votos.

Scholz podría verse relegado al tercer puesto con apenas un 14 % de los votos y superado por la ultraderecha de Alternativa por Alemania (AfD), que se haría con cerca del 20 % de los votos y confirmaría su tendencia al alza, de la que ya dio muestras con sus buenos resultados en las elecciones europeas.

En su cuenta personal de la exTwitter,  Scholz dijo que “la política no es un juego. La decisión de si invertimos en nuestra cohesión y nuestra prosperidad es tan fundamental que debe ser tomada por el propio soberano: los votantes.

Por tanto, pido a todos mis conciudadanos su confianza y su apoyo: para un país que no tiene sus mejores días detrás, sino por delante”.

ALG con Europa Press y NA