El Kremlin acusó este sábado a Ucrania de haber arruinado una tregua al «rechazar las negociaciones», en el tercer día la invasión lanzada por el presidente Vladimir Putin contra el país vecino.
«En consonancia con las negociaciones esperadas, ayer (viernes) en la tarde el presidente ruso ordenó suspender el avance de las principales fuerzas» de las tropas de Moscú, afirmó el portavoz Dmitri Peskov.
«Debido a que el lado ucraniano rechazó las negociaciones, las fuerzas rusas reanudaron el avance», añadió en declaraciones reproducidas por la agencia de noticias AFP.
Esa afirmación fue refutada hoy por un asesor de la Oficina Presidencial de Ucrania, que agregó que el país «está dispuesto a abrir negociaciones de alto el fuego pero no acepta un ultimátum», reprodujo la cadena británica Sky News.
El comunicado atribuyó la versión del Kremlin como «un intento de quebrantar a Ucrania y obligarla a aceptar condiciones categóricamente inaceptables».
Los presidentes de Rusia y de Ucrania manifestaron ayer sus intenciones de abrir una negociación que frene la ofensiva en marcha, pero el margen para el diálogo se fue achicando ante las acusaciones cruzadas, la retórica violenta en aumento y la continuidad de los enfrentamientos.
El mandatario ucraniano, Volodimir Zelenski, fue el primero en hablar de emprender las conversaciones «para detener la muerte de personas», tras la invasión militar que ya llegó a las calles de la capital Kiev.
Luego fue el vocero del Kremlin el que indicó que Putin también «está listo para enviar una delegación rusa a nivel de representantes de los Ministerios de Defensa y de Exteriores y la Administración presidencial para celebrar negociaciones con la delegación ucraniana», según declaraciones reproducidas por la agencia Sputnik.
Kiev propuso Varsovia como sede de un eventual encuentro, mientras que Moscú pidió que sea en Minsk, la capital bielorrusa en la que se firmaron los acuerdos que llevaron a una frágil paz entre los dos países tras los conflictos de 2014 en la península de Crimea, anexada luego por Rusia, y en las regiones de Donetsk y Lugansk, que el lunes pasado Putin reconoció como Estados independientes.
Pero la diferencia no es solamente por el lugar: el ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, desconfió de la parte ucraniana, acusó a Zelenski de «mentir» en su pedido de diálogo y dijo que las conversaciones serán posibles solamente si Kiev «depone las armas».
Ucrania y Estados Unidos, por su parte, también desestimaron la oferta de Rusia como poco creíble.
Las posibilidades de concretarse el diálogo parecieron reducirse aún más luego de que Putin, con un tono poco diplomático, llamó ayer al ejército ucraniano a «tomar el poder» en Kiev y derrocar Zelenski y a su entorno, a los que calificó de «neonazis y drogadictos».
«Tomen el poder entre sus manos. Me parece que será más fácil negociar entre ustedes y yo», instó el mandatario al ejército ucraniano en una intervención en la televisión rusa.
Días atrás, el presidente estadounidense, Joe Biden, manifestó que no tiene planes de conversar con Putin y aseguró que el jefe del Kremlin se convertirá en «un paria en la escena internacional».
El papa Francisco busca mediar en el conflicto y por eso ayer visitó al embajador ruso ante la Santa Sede, Alexander Avdeev, a quien le manifestó su «preocupación por la guerra».