El periodista Roberto Montoya nació en Buenos Aires. Exilado en 1976 en París; luego en España, fue jefe de Internacional del diario El Mundo y de El Independiente; corresponsal en Londres de la cadena SIN-Univision; trabajó en Antena 3 Radio, la revista Tiempo, los diarios Liberación y P/12, además de otros muchos trabajos que lo ubican como un adecuado analista respecto de las razones relevantes que llevaron a esta estrepitosa derrota demócrata y el arrasador triunfo republicano. «Los demócratas no sacaron lecciones del primer triunfo electoral de Trump, contra Hillary Clinton. Hubo sorpresa en 2016. Todo el mundo lo veía como un personaje exótico, sin historia política. Hasta en las filas republicanas algunos creían que no era la mejor opción. Los demócratas quedaron muy desconcertados por la derrota de Clinton, ligada al establishment, respaldada por los grandes loobies, exsecretaria de Estado de Obama, exprimera dama de Clinton. No creían que ganaría alguien de estas características. Sin embargo no solo pudo llegar a la Presidencia, sino que al acabar su mandato, se presentó a la reelección, con resultado tan polémico. Los demócratas pensaron que Trump ya era parte de una historia negra. Subestimaron los motivos por los que llegó a la Casa Blanca», dice Montoya.
-También hay virtudes en Trump.
-Supo construir un discurso demagógico, un populismo de derecha con efecto en amplios sectores, afectados por el proceso de globalización, los tratados de Libre Comercio, la deslocalización de empresas americanas que se fueron al exterior. Muchos habían perdido sus trabajos en zonas agrarias y en ciudades fabriles que formaban parte de la América Profunda. Ese sector escéptico con la política vio en Trump a un salvador que les habló de tú a tú. Mostró una cara poco común en los políticos. Logró conectar con el sentido común y constituir un movimiento con base de sustentación variopinta: peones rurales, trabajadores blancos, conservadores ligados al fundamentalismo religioso. Potenció a las milicias supremacistas armadas y conectó con el conglomerado conspiranoico, anti vacuna y negacionista del cambio climático.
-Los demócratas no lo supieron ver. Y menos contrarrestarlo.
-Año tras año se fueron alejando de la clase trabajadora y sus demandas más sentidas. Un vacío discursivo que supo ocupar Trump. Logró mantener movilizados a sus seguidores en la oposición. Siguió haciendo política, con repercusión mediática aun con sus causas judiciales. Siguió siendo admirado. Se sustentó en una base machista, homofóbica, profundamente prejuiciosa y tradicionalista, que atribuía todos sus males a la inmigración.
-Con la metamorfosis globalizadora de los demócratas fue lógico que los trabajadores no votaran a Harris.
-A pesar de los pronósticos, Trump logró 53 millones de votos en el 2016 y ahora ganó más de 10 millones. Kamala no pudo revertir la inercia electoral del gobierno Biden. La metamorfosis producida en deslocalización industrial generó un impacto brutal en la histórica base de sustentación demócrata, como los trabajadores del cordón automotriz. Lo dijo Bernie Sanders: «Fue lógico el abandono electoral de los trabajadores al Partido Demócrata, como respuesta al abandono político de sus demandas históricas».
-El triunfo fue tal que se apropió de la mayoría del Senado y casi la Cámara de Representantes.
-Le da un poder absoluto si sumamos la conformación de actual Tribunal Supremo con seis jueces conservadores y sólo tres liberales. El mandato de los jueces en EEUU es de por vida, y el promedio de los actuales, de 55 años. Es muy factible que en su gobierno, Trump se va a atribuir distintas facultades propias del Poder Legislativo. Esta predicción se basa en distintos documentos de la usina de pensamiento, como el Proyecto 2025, que vaticina significativos recortes en derechos sociales, de género, en sanidad, la eliminación del Ministerio de Educación, anulación de leyes ambientales y contra el fomento de las energías renovables. Trump lo repitió: “Ahora a perforar, perforar y perforar». Tiene el apoyo más de 100 corporaciones de primer orden.
-¿Qué cambios se prevé en su relación ante Europa?
-Allí hay una gran preocupación. La UE tiene una fuerte dependencia de los intereses norteamericanos en política exterior. Muy criticable pero real. EE UU, durante la administración demócrata, se vio embarcado en la guerra de Ucrania y exigió que se incrementara el presupuesto de defensa de todos los países europeos. Una implicación directa con EE UU, en un intento no sólo de ayudar a ucranianos, sino con el objetivo de debilitar a Rusia. La perspectiva con el nuevo gobierno de Trump, con su política más aislacionista, es que no va a seguir aportando armas y dinero a Ucrania, porque ve que está siendo un fracaso militarmente. Y Putin sigue en pie, reforzando su alianza con China y Corea del Norte. Mientras Biden hasta último momento sigue enviando armas, Trump forzará a una negociación entre Putin y Zelenski. Esto obliga a Zelenski a cederle a Rusia los territorios ocupados por el ejército ruso y prometer que Ucrania no seguirá solicitando su ingreso a la OTAN. Supondría un reconocimiento de una profunda derrota militar de EE UU. También una derrota terrible de Europa. EE UU los deja colgados. Podría agravar la economía y las condiciones de vida de sus habitantes. Les preocupación es grande ante cierre del aporte económico a la OTAN.
-¿Esta suerte de trumpismo recargado, llevaría a profundizar la guerra comercial con China?
-El proteccionismo a la industria y a los productos made in USA no solo incrementará los aranceles a los productos chinos y también a los europeos que compitan con los estadounidenses. Una gran preocupación para Europa. En su primer mandato, Trump desarrolló una guerra comercial con China: Biden continuó con esos lineamientos.
-La política guerrerista de Biden en Medio Oriente no evita el genocidio en Gaza.
-Trump no sólo mantendrá el apoyo económico y militar a Israel, que le está dando Biden, sino que claramente hará un apoyo muchísimo mayor y más peligroso. En su primer mandato rompió el acuerdo que había logrado Barack Obama con distintas potencias europeas y el estado iraní para que no desarrollara su plan nuclear, a cambio de levantarle sanciones, que significaba un plan importante hacia la paz. Retiró a EE UU de la mesa de acuerdos y la tensión volvió. Biden nunca intentó recomponer ese acuerdo. Ahora Trump directamente le dice a Netanyahu que bombardee las instalaciones nucleares de Irán. Es una propuesta temeraria e irresponsable, en una región altamente convulsionada. Lo vemos con el genocidio del Estado Sionista de Israel al Pueblo Palestino en Gaza y en el Líbano, que puede peligrosamente extenderse a Irán.
-¿En relación a América Latina?
-Ya adelantó nombres de un perfil definidamente de extrema derecha. Como el de Marcos Rubio. Seguramente priorizará la relación política con Milei. El interrogante es si eso se traduce en ayuda económica vía FMI. Justamente el apuro de Milei en su viaje a EE UU tiene mucho que ver con ese objetivo. Y seguro intentará también ayudar a Bolsonaro, para que vuelva. No creo que se puedan hacer muchas ilusiones sobre el rol que ocupa Latinoamérica para el gobierno Trump. Más si se tiene en cuenta la política proteccionista a nivel interno, medidas que afectarán al mercado de capitales en busca de mayor rentabilidad. Se avecinan tiempos difíciles a escala global y América Latina no es la excepción ante la profundización de la tendencia expansiva de un perfil de gobiernos autoritarios de derecha, xenófoba, homófoba y negacionista de los efectos catastróficos del extractivismo y deriva climática extrema.