El 1 de mayo fue publicada la nueva reforma laboral en México. «Se respetará la autonomía sindical y el gobierno no tendrá dirigentes favoritos ni injerencia en sindicatos», afirmó el presidente Andrés Manuel López Obrador. Señaló, además: «El salario siempre debe estar, al menos, dos puntos por encima de la inflación para ir recuperando el poder adquisitivo, lo que se perdió en la noche oscura y de espanto del modelo neoliberal».
Las organizaciones sindicales más combativas durante el período neoliberal 1982-2018 reaccionaron reconociendo que se va por el camino correcto, pero asumieron una posición crítica, señalando que «se debió consultar con los trabajadores y sus organizaciones democráticas, e incorporar la cancelación de outsourcing y sobre todo la anulación de la reforma neoliberal del 2012».
Las organizaciones empresariales, en voz del presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) advierten sobre «riesgos», los patrones plantean modificaciones a la reforma laboral para «evitar que encarezca las negociaciones y los juicios laborales, a favor de abogados, e inhiba la formalidad y el crecimiento del empleo, sobre todo en el segmento de las pequeñas y medianas empresas».
La reforma más importante, reconocida por todos –uno de los puntos planteados por EU para la firma del T-MEC (Tratado entre México, EE UU y Canadá)– es garantizar la democracia sindical y la libertad de asociación colectiva. Además, la reforma establece procedimientos de elección de directivos y secciones sindicales con un ejercicio del voto personal, directo, libre y secreto, y con una perspectiva de igualdad de género, en donde haya representación de mujeres en los órganos sindicales.
Otra novedad relevante es la regularización de las «trabajadoras domésticas», que casi en su totalidad laboran sin ningún tipo de prestación social ni regulación, a partir de la nueva ley es obligación del patrón inscribir a la parte trabajadora al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y pagar las cuotas correspondientes.
En un tema tan polémico con partes involucradas que tienen intereses contrapuestos, resulta prácticamente imposible dejar satisfechos a todos. De lo que no cabe duda para quienes lean entre líneas y conozcan la historia política de López Obrador, es que será fiel a una de sus consignas de campaña: «Para el bien de todos, primero los pobres». Respetará su compromiso, que ha manifestado en pocas ocasiones y que pudo haber pasado inadvertido para muchos: «Al final de mi mandato, en 2024, la cantidad y profundidad de medidas tomadas será tal, que en caso de retomar el gobierno los neoliberales, les resultará imposible revocarlas».
Si en la Argentina se pretende una salida del régimen plutocrático actual, será importante seguir de cerca el rumbo del nuevo gobierno de México. «