La actual Constitución fue aprobada durante la dictadura cívico militar mediante un plebiscito fraudulento el 11 de septiembre de 1980. Días antes, un 27 de agosto, en el Teatro Caupolicán de Santiago, se realizó un acto opositor donde el orador principal fue el ex presidente Eduardo Frei Montalva (periodo 1964-1970) que señaló: “Aprobar esta Constitución es una opción que contradice toda la historia de Chile…Es la anti – historia. Su contenido revela una confianza ilimitada en los mecanismos de concentración del poder y una desconfianza igualmente ilimitada en el pueblo, en el parlamento, en los partidos políticos, en los organismos de base y en los municipios. Este plebiscito NO es válido, porque NO existen registros electorales, y han transcurrido prácticamente siete años (1973) desde su destrucción, lo que revela la voluntad deliberada de no rehacerlos”. Finaliza el ex mandatario con un llamado a oponerse a la Constitución por su origen ilegal e ilegítima de su forma; planteando como alternativa la necesidad de una Asamblea Constituyente.
La Carta Magna de 1980 fue concebida para regular un Estado autoritario donde la minoría ( ⅓ de los votos) tiene la misma representación parlamentaria que la mayoría (el ⅔ de los votos), en un sistema binominal . Constitución pensada para una economía neoliberal, donde el Estado juega un rol subsidiario del mercado, por tanto, concibe a la salud, educación y jubilación como negocios y no como derechos. Lo anterior se traduce en una elitización tanto de la política como de la economía que se manifiestan en la creciente desigualdad en la distribución del ingreso. El Reporte Mundial de Wealth-X dice que “el club de las 500 personas de mayor fortuna en Chile acumula una riqueza equivalente al 25% del Producto Interno Bruto”, mientras tanto el ciudadano común y corriente llega a fin de mes contrayendo deudas, alcanzando en 2019, un 75% de su ingreso disponible.
De esta forma los 30 pesos (4 centavos de dólar) de aumento en el transporte público fue la gota que rebalsó el vaso que desencadenó la protesta de los estudiantes secundarios de octubre de 2019. Cuarenta años después son “otros hombres y mujeres” como presagiaba Salvador Allende, los que abren las grandes alamedas exigiendo una nueva Constitución. Este domingo 25 de octubre de 2020, el pueblo de Chile, podrá rechazar o aprobar. Si vota “apruebo”, se tienen dos opciones: i) elegir una Convención Mixta Constitucional o, ii) elegir una Convención Constitucional (donde la totalidad de los constituyentes son electos por el voto popular). Esa convención será la encargada de la redacción de la nueva carta magna. De ganar el “apruebo”, que es lo que indican las encuestas, la elección de los convencionales constituyentes se realizarán el 11 de abril de 2021 en conjunto con las elecciones municipales.
Se espera que “la dignidad se haga costumbre” en este nuevo Chile, para dejar de limitar en el “centro de la injusticia”, como cantaba Violeta.