El presidente Vladímir Putin aseguró que el objetivo de Rusia no es destruir Ucrania. Fue en Kasajistán, en una conferencia de prensa tras una cumbre de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), integrada por repúblicas de la ex URSS, en la que también señaló que «por el momento no serán necesarios» más ataques con misiles como los que desató entre el lunes y martes en territorio ucraniano como respuesta al atentado en el puente de Kerch el sábado pasado. Esa andanada de misiles destruyó infraestructura energética y provocó cortes de luz y agua en todo el país. «Actualmente hay otros objetivos. Ya veremos después», concluyó.
Moscú acusó a servicios de inteligencia ucranianos por la explosión que causó tres muertos y dejó graves daños en el complejo vial que une a Crimea con la región de Krasnodar y calificó de atentado terrorista. El Servicio Federal de Seguridad (FSB) detuvo a ocho personas (cinco rusos, tres ucranianos) y detalló que el artefacto estaba en un camión disimulado como material de construcción que salió por mar de Odesa a un puerto en Bulgaria, de allí a uno de Georgia y por tierra pasó a Armenia para ingresar a Rusia.
Putin ya había catalogado como ataque terrorista a la perforación en los oleoductos Nord Stream 1 y 2, que proveen de gas ruso a Alemania. Esta semana, autoridades suecas informaron que ya no se ven pérdidas en el mar Báltico. Al mismo tiempo, se informó que otra tubería, la de Druzhba, que transporta petróleo de Rusia a Alemania pasando por Ucrania, restableció su funcionamiento. Uno de sus dos ramales había sido cerrado tras una sospechosa fuga en territorio polaco. En simultáneo con el sabotaje a Nord Stream entró en funcionamiento el Baltic Pipe entre Noruega y Polonia. En La Coruña, el gobierno español y el alemán insistieron en la necesidad de construir el gasoducto MidCat, paralizado en 2019 por la oposición de Francia a que cruce por los Pirineos. El proyecto pondría al país ibérico como distribuidor del fluido proveniente del norte de África.
Los franceses, por su lado, protagonizan escenas de pugilato en las estaciones de servicio para conseguir combustible por la huelga de los trabajadores de las refinerías. Total Energies aceptó, bajo presión del gobierno de Emmanuel Macron, otorgar un aumento del 7% y una prima de entre 3000 y 6000 euros por cabeza, pero la CGT rechazó la propuesta por insuficiente. Los sindicatos CFC-CGC y CFDT, sin embargo, firmaron el acuerdo, según la primera ministra Élisabeth Borne. Las dos refinerías de Esso-ExxonMobil volvieron al trabajo, pero para normalizar la distribución se necesitarán hasta tres semanas.
En el Reino Unido, en tanto, tuvo que dejar el puesto el ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng, tras menos de 40 días en el cargo. Su reemplazante es Jeremy Hunt, que fuera canciller y es uno de los pesos pesados del partido Conservador. Si la ida de Kwarteng tiene que ver con el desplome de la libra y las protestas por su plan de reducir impuestos a los ricos mientras da subsidios a luz y gas, la propuesta de Hunt es que «algunos impuestos no serán recortados tan rápido como la gente querría, y algunos aumentarán». Llamó a su iniciativa «tomar decisiones difíciles». Nadie apuesta por la continuidad de la primera ministra, Liz Truss en Downing Street 10.
En Estados Unidos las cosas tampoco se ven brillantes y el panorama para los demócratas el 8 de noviembre es por lo menos complicado. Podrían perder el control de ambas cámaras y dejarían al presidente Joe Biden en una debilidad también extrema en medio de una guerra de la que es responsable.
Esta semana, la exprecandidata presidencial Tulsi Gabbard anunció que deja el partido oficialista luego de 20 años de militancia. Lo hizo a través de su canal de Youtube en el que explicó que se va porque «ahora el partido está bajo el control total de una camarilla elitista de belicistas» que arrastran al país a una guerra nuclear y persiguen a opositores políticos.
La mujer, de 41 años, participó como médica de la Guardia Nacional en una zona de combate en Irak y luego fue enviada especial a Kuwait. Con un perfil componedor y pacifista, se llegó a entrevistar con Bashar al Assad en busca de formas de terminar con el conflicto en Siria. Así como entonces la acusaron de estar contra la Casa Blanca, ahora algunos recuerdan que su actual posición podría ser una cobertura para correr por izquierda a los demócratas en el marco de una operación encubierta.
La que lo padeció fue la representante por Nueva York Alexandria Ocasio-Cortéz quien en una charla en el Bronx fue increpada por militantes del Movimiento LaRouche, por el estadounidense Lyndon LaRouche. José Vega y otro identificado como Kynan Thistlethwaite en las redes sociales le cuestionaron su voto sobre el conflicto en el este de Europa. «Te postulaste como outsider, pero estuviste votando para comenzar esta guerra en Ucrania. Estás votando para comenzar una tercera guerra nuclear con Rusia y China. ¿Por qué estás jugando con las vidas de los ciudadanos estadounidenses?», le gritaron, dejando sin argumentos a la joven que hace tres años era una promesa de renovación en el partido del burro y ahora cuestionan por haberse plegado al establishment. «
A 60 años de la crisis de los misiles en Cuba
El 14 de octubre de 1962, hace justo 60 años, comenzó la crisis más grave entre dos potencias nucleares. Ese día, según los registros, fotos de un avión espía estadounidense revelaron lo que eran rampas para misiles en suelo cubano. La revolución que comandaba Fidel Castro, tras haber rechazado la invasión en Playa Girón, en abril de 1961, se definió como socialista y se acercó a la Unión Soviética. Para el gobierno de John Kennedy era inaceptable una amenaza como sus asesores le decían que era esa, a 90 millas de su territorio.
Desde ese momento los cruces entre la administración Kennedy y Nikita Kirchev, en el Kremlin, hicieron temer lo peor. Fueron dos semanas de terror para la población mundial, con una escalada que incluyó el bloqueo naval a barcos soviéticos y la amenaza de respuesta de Moscú y los temores de Castro sobre una cruenta invasión estadounidense. Nunca se habían enfrentado los dos países que se disputaban el control del mundo.
El 27 de octubre, finalmente, hubo fumata blanca: la URSS retiraría sus misiles de Cuba a cambio del compromiso de que EE UU no invadiría Cuba y retiraría los misiles Júpiter que tenía desplegados en una base en Turquía. Castro le recriminaría al jefe de Estado soviético que no hubiera exigido también el retiro de la base de Guantánamo, una vieja aspiración de los cubanos.
Las conversaciones públicas y en secreto entre dirigentes de ambos lados se sucedieron en esos 13 intensos días. Algunos meses después se estableció el Teléfono Rojo, para que los líderes de las dos potencias pudieran hablar directamente ante cualquier posibilidad de que alguien apriete el botón equivocado y desencadene una hecatombe. Ese teléfono ya no existe.