Varsovia y Bruselas están enfrentadas en una puja por la reforma del Poder Judicial que podría terminar, si no con la expulsión de Polonia de la Unión Europea, al menos la suspensión de su derecho a voto. Genéricamente, los analistas llaman a esta opción europeísta «apretar el botón nuclear» ante un par de leyes que, juran, avanzan sobre la independencia de los poderes. Para las autoridades polacas, sin embargo, la reforma implica «poner fin al período comunista en Polonia», al decir del ministro del Interior, Mariusz Blaszczak.
La disputa entre Varsovia y Bruselas, las capitales de ambas «instituciones», no es nueva. Se vienen desatando desde que en agosto de 2015 tomó el poder Andrzej Duda, del partido Ley y Justicia (PiS, por la siglas en polaco de Prawo i Sprawiedliwość). PiS es una organización política de tendencia católica, conservadora y de derecha liderada por Jarosław Kaczyński, quien fuera primer ministro y es el hermano gemelo de Lech, quien ocupó la presidencia entre 2005 y 2010, cuando murió en un accidente de aviación.
Los gemelos ya habían iniciado un proceso de derechización de la sociedad que ahora con el presidente Duda ingresa en la etapa institucional. Ya en julio pasado, cuando el proyecto de reforma entró al Parlamento, desde la UE habían surgido voces de alarma, azuzadas por la oposición al PiS, y habían advertido que la normativa resultaba violatoria de los cánones constitucionales que pretenden desde Bruselas porque politiza, aseguran, a la Justicia. Duda, que parece no tener demasiadas dudas, dijo que iba a reformular la propuesta original pero finalmente la que aprobó estos días conserva el núcleo que le habían criticado, lo que reavivó en la sede de la UE la voluntad de recurrir al artículo 7 del organismo, que con los votos de 4/5 de los miembros faculta a la Comisión Europea a sancionar a un Estado miembro.
¿Qué implica la reforma judicial polaca? En principio, recortan la edad para la jubilación de los magistrados de 70 a 65, lo que puede dejar afuera a muchos de los jueces que, efectivamente, comenzaron sus careras judiciales durante el período poscomunista o antes, incluso.
También la nueva legislación empodera al Ejecutivo para la designación de jueces y de miembros del Consejo Supremo de la Magistratura (KRS, por sus siglas en polaco), hasta ahora elegidos por sus pares. El KRS tendrá la potestad de revisar o anular los veredictos de los últimos 20 años, siempre y cuando lo pidan los ciudadanos a través de iniciativas populares.
Para el gobierno, la controversia con la Comisión Europea nace de un error de información. Pero en el fondo se trata de visiones contrapuestas sobre el manejo de los estados. PiS, se dijo, es de una derecha recalcitrante para ciertos conceptos de la política. Al mismo tiempo, es esa derecha que viene ganando espacio en Europa en poblaciones hastiadas de las recetas neoliberales.
«Nuestra doctrina económica está tan lejos del neoliberalismo como del socialismo», dice convencido el primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, según un perfil del periodista Julio Llorente en el diario español La Gaceta. Allí se destaca que PiS impulsó un proyecto de ley para prohibir que los comercios abran los domingos, cosa de que los trabajadores tengan más tiempo con la familia.
De tan católicos que quieren garantizar el derecho del no nacido, también el premier Morawiecki dijo al asumir su cargo el 11 de diciembre y tras una minicrisis porque su antecesora era reacia a apoyar estas leyes: «No queremos que los polacos trabajen muchas horas, queremos que trabajen eficientemente. Queremos que disfruten de más tiempo para su familia, para sus allegados Este es nuestro objetivo para nuestra estrategia de desarrollo».
En el contexto neoliberal que pulula en los organismos regionales y los centros de decisión de la UE, esta frase puede sonar revolucionaria. «