Paraguay encara hoy unas elecciones presidenciales de suma importancia y no exenta de particularidades. Entre ellas, que los dos principales candidatos se arrogan el triunfo a pesar de la paridad manifiesta en las encuestas; que la futura conformación del Congreso parece destinada a tener, al menos, igual peso que quien llegue al Palacio de López; la corrupción, el narcotráfico y la economía fueron parte central de los discursos de campaña, y finalmente, que el exarquero con larga trayectoria en la Argentina, José Luis Chilavert, a sus 57 años, es uno de los candidatos por el Partido de la Juventud.
La principal disputa se dará entre el economista Santiago Peña, apostando a la continuidad derechista del gubernamental Partido Colorado, cuya denominación oficial es Asociación Nacional Republicana (ANR), y el abogado Efraín Alegre, al frente de la Concertación, un frente de centro-izquierda que nuclea a un tradicional partido liberal con el Frente Guasú, del expresidente y actual senador Fernando Lugo.
Peña, de 44 años, exministro de Economía de Horacio Cartes (2013-2018) y exmiembro del directorio del Banco Central, tiene ante sí el desafío de retener el poder para un partido que ha gobernado de manera casi ininterrumpida desde los años 1950 pero llega a estos comicios muy dividido, entre los partidarios del padrino político de Peña, el exmandatario Cartes, sancionado por corrupción por Estados Unidos, y los del presidente Mario Abdo Benítez. Una fractura que Peña se comprometió a reparar “a partir del 15 de agosto, cuando jure como presidente de la República”, según arengó en el cierre de campaña del jueves último, en compañía de su compañero de fórmula, el diputado y comerciante Pedro Alliana.
¿La tercera será la vencida?
Si bien será la tercera vez que Alegre se presente a una elección presidencial, esta vez, a sus 60 años, se encuentra ante su mejor oportunidad, con el apoyo de una amplia coalición que lo eligió en primarias el pasado diciembre, y con una estructura superior que según él, garantiza que no le roben votos. Algo que, asegura, fue parte de sus derrotas anteriores. “Hoy estamos en condiciones de proteger y controlar todo el sistema electoral, todas las mesas. Estamos en condiciones de llevar adelante unas elecciones que nos garanticen el respeto a la voluntad popular”, afirmó.
“En estas elecciones hemos logrado un nivel de concertación sin precedentes en nuestra historia política: 40 organizaciones políticas, 150 organizaciones sociales están en la Concertación”. Acompañado en la fórmula por la exministra de Lugo y activista por los derechos sociales, Soledad Núñez, Alegre asegura que “el oficialismo está nervioso porque sabe que vamos a ganar”.
La más reciente encuesta de la firma Atlas, realizada entre los días 20 y 24 de abril con un margen de error de 2 puntos porcentuales, dio una intención de voto de 34,3% a Alegre y 32,8% a Peña. En tercer lugar figura Paraguayo Cubas, un derechista antisistema, con una curva ascendente que lo lleva hasta 23%, con su fuerza Cruzada Nacional.
Si bien se presenta por el Partido de la Juventud, José Luis Chilavert expresa también un discurso antisistema de ultraderecha que recoge todos los vicios de los sectores antiderechos que ven conspiraciones en todos lados. En una reciente entrevista habló en contra del matrimonio igualitario, de lo que el neofascismo llama “ideología de género” y de la “agenda 2030”, un supuesto plan de dominación que reinterpreta un programa real de Naciones Unidas que lleva ese nombre. Al igual que Chilavert, el resto de los ocho candidatos se disputan un puñado de votos que los sondeos ubican en torno al 10% en total.
A todo o nada
Las elecciones presidenciales en Paraguay son a una sola vuelta, por lo cual quedarán definidas este mismo domingo a favor de quien obtenga la mayor votación y sin necesidad de una mayoría absoluta. Los 4,8 millones de electores escogerán también el próximo parlamento de 45 senadores y 80 diputados, así como 17 gobernadores. La conformación del Congreso será clave en la gobernabilidad, con un Partido Colorado que puede partirse en dos bancadas, entre los que apoyan a Cartes y los partidarios del presidente Abdo.
Al oficialista Peña lo consideran el “secretario” de su padrino, Cartes. Defiende las relaciones de Paraguay con Taiwán y dice que quiere crear 500.000 empleos, pero no dijo cómo. Rechaza la legalización del aborto porque le parece «lo más fácil, un atajo». Y se declara decidido a defender la familia «en su composición tradicional”. Alegre, por su parte, promete luchar contra la corrupción y reducir los precios de la energía con el uso de las centrales hidroeléctricas de Itaipú y Yacyretá. Ha sugerido que analizará las relaciones con Taiwán, que en su opinión «significan la pérdida de uno de los mercados más grandes, que es China». Sostiene que enfrenta al «modelo colapsado» del Partido Colorado, «que está sindicado como significativamente corrupto, vinculado al crimen organizado trasnacional, al lavado de dinero». También está en contra de la legalización del aborto y dice que el tema ya está resuelto “en la Constitución”.
Ambos candidatos utilizaron para la campaña expresiones en guaraní, como el «Yaiko poraveta» (Vamos a estar mejor), de Peña o el «Oú jina» (Se viene el cambio), de Alegre. Se trata de una de las lenguas oficiales del Paraguay y hablada por el 90% de la población, pese a que las poblaciones originarias han sido invisibilizadas en los últimos tiempos y la situación de los pueblos indígenas estuvo prácticamente ausente del debate presidencial. «