En política nada es casual. Y el lanzamiento de la reelección de Donald Trump este martes en Florida dista mucho de ser aleatorio. Fue un distrito clave para un triunfo del empresario en 2016 y la mayoría de residentes anticastristas de origen cubano es una platea muy adecuada para volver a denostar a la revolución cubana para ganar la voluntad de ese electorado. Trump tiró por la borda los acuerdos alcanzados por Barack Obama con Raúl Castro desde 2014, reforzó el bloqueo económico que rige desde 1961 y desde el 2 de mayo aplica el Título III de la Ley Helms-Burton, que permite reclamos judiciales por propiedades confiscadas al inicio de la Revolución.
«Las relaciones con EE UU siempre han sido complejas y difíciles, marcadas por una política que ha sido la columna vertebral de esa relación que es el bloqueo en las sucesivas administraciones demócratas y republicanas. Con Trump han sido mucho más evidentes porque nosotros veníamos de conversaciones con Obama en las que se avanzó mucho. Sin embargo ha habido un retroceso muy grande a pesar de que hemos señalado en reiteradas ocasiones nuestra predisposición a seguir dialogando en temas de interés bilateral», señala el embajador cubano, Orestes Pérez Pérez.
–¿Cuál sería la explicación para este retroceso? Porque las encuestas muestran que las nuevas generaciones de cubanos nacidos en EE UU ya no apoyan esas políticas beligerantes y habían aplaudido la apertura de Obama.
–Yo creo que él tiene un compromiso con senadores, con congresistas cubanoamericanos. Una de las razones que mueve a Obama a cambiar la política hacia a Cuba es precisamente que las generaciones fueron mutando y están más a favor del diálogo, de reencontrarse con su familia, de viajar a Cuba. Más allá de que el objetivo de Obama seguía siendo el mismo, que era destruir a la revolución, buscaba otro camino que no sea el de la confrontación. A pesar de esto nosotros avanzamos en muchas áreas, firmamos más de 20 acuerdos en esos dos últimos años del gobierno de Obama. Todo eso lo ha echado por tierra Trump.
–Y ahora corona todo con la aplicación total de la ley Helms-Burton.
–Hace varios meses venía hablando de revisar el Capítulo III de esa ley, presionado sobre todo por viejos funcionarios de administraciones norteamericanas que siempre tuvieron hacia Cuba una posición muy hostil, como (el asesor) John Bolton, (el vicepresidente) Mike Pence, (el secretario de Estado) Mike Pompeo. Desde el gobierno se han encargado de diseñar una política que no se había aplicado hasta ahora. La ley Helms-Burton es de 1996, la aprobó Bill Clinton y los diferentes gobiernos fueron aplazando el Título III.
–¿De qué forma afecta a Cuba?
–El Título III establece que los norteamericanos o los cubanos nacionalizados pueden reclamar en cortes de EE UU sobre propiedades que fueron confiscadas a principios de la revolución. Ellos pueden a través de tribunales de EE UU hacerle juicio a un inversor español de una cadena de hoteles en Cuba porque tiene una concesión en un lugar que fue confiscado.
–Ese es el punto, porque afecta a inversores de España, de Canadá….
–…del Reino Unido, del Japón. Esta aplicación tiene un marcado carácter extraterritorial porque sancionarían a empresarios que invirtieron en estas propiedades. Pero no sólo eso, también afectaría a escuelas, hospitales.
–¿Por qué razón?
–Nosotros convertimos propiedades en escuelas u hospitales y puede aparecer el dueño de esa construcción reclamando que le sea devuelta. Lo importante a resaltar es que Cuba nunca se opuso a una negociación apegada al derecho por la nacionalización de las propiedades norteamericanas. Como nunca se opuso cuando se trató de nacionales franceses, belgas. Constan en la historia, en el año 1967 firmamos un acuerdo de compensación con Francia y con Suiza; en el año 1978 lo suscribimos con el Reino Unido. Nosotros nunca nos negamos a negociar sobre estas nacionalizaciones, que nosotros hicimos en legítima defensa de nuestras propiedades, que es un derecho que cualquier país tiene. Incluso cortes norteamericanas de los años ’60 le dieron la razón a Cuba ante el reclamo de propiedades de ellos.
–¿Eso serviría como antecedente?
–Yo creo que sí, de todas maneras los antecedentes más claros son la finalización de negociaciones con estos países. Nunca hicimos nada que estuviera contra derecho.
–Ellos podrían aducir reclamos desde el año 1959 más los intereses, cifras astronómicas.
–Y nosotros podemos aducir reclamos por daños derivados del bloqueo. El bloqueo desde el año 1961 ha causado a Cuba daños mucho mayores que las reclamaciones que se puedan hacer. Es interesante resaltar que ya se han hecho reclamos en tribunales norteamericanos desde el 2 de mayo que entró en vigor el Título III y que naciones europeas, Canadá, Japón, tienen leyes antídoto. Argentina tiene una ley antídoto, aprobada en el año 1996.
–¿En qué consiste?
–Es una ley que protege a los nacionales que tienen inversiones en Cuba. Por eso Japón, Canadá, Gran Bretaña, ya han salido a decir que están en contra de la aplicación del Título III y lo ha dicho España, que son los países que más inversiones tienen en Cuba. Este escenario es inédito. Pero el bloqueo ha estado vigente como el primer día.
–Trump dijo que estaba dispuesto a relajar sus presiones en la medida en que Cuba renunciara en su apoyo al gobierno de Venezuela.
–Si no fuera tan serio el tema movería a risa. Porque Cuba nunca ha renunciado a sus principios en política exterior, basada en soberanía, independencia y respeto a la no injerencia en los asuntos de otros países. Porque pretender condicionar la aplicación del Título III de la Ley Helms-Burton a nuestro apoyo a la revolución bolivariana es una justificación del fracaso por su intención de cambiar la situación en Venezuela. Pretende utilizar a Cuba para justificar su fracaso en Venezuela. Han intentado derrocar al gobierno de Maduro pero ahí está la revolución bolivariana con sus falencias, pero sosteniendo un proyecto nacional, liberador.
–¿Se trata de Trump o es un momento crítico para la dirigencia de EE UU?
–Yo creo que los factores de poder en EE UU son más que el presidente. El aparato militar-industrial, las grandes corporaciones, están detrás. Pero la cara visible es el presidente, que muchas veces responde a estos intereses.
–¿De qué manera esto impacta en esta apertura que había iniciado Cuba. ¿No es un golpe directo a la posibilidad de que aparezcan nuevos inversores?
–Impacta potencialmente en inversores que hayan pensado en hacer un estudio y ahora se vean más cautelosos ante esta situación. Lo que no va a impactar es en las inversiones que ya están en Cuba, por las leyes antídoto y además por las leyes que en Cuba protegen a los inversores. Pero sí tendrá posiblemente impacto en desmovilizar algunas inversiones. El Título II establece la disminución de remesas, eso también afecta la economía familiar. Reduce sustancialmente los viajes, eso disminuye el turismo hacia Cuba que venía creciendo en los últimos años. Les impide a los cruceros que hagan viajes a puertos cubanos Es un entramado de medidas que están dirigidas a afectar el desarrollo económico que había experimentado Cuba en los últimos años. «