Washington
En lo que podría ser su última entrevista televisiva antes de dejar el poder, el presidente estadounidense, Barack Obama, defendió a última hora del domingo, su política hacia Israel y afirmó que la abstención de su país en la votación de una resolución sobre Cisjordania en el Consejo de Seguridad no dañó las relaciones bilaterales.
Estados Unidos tiene un «legítimo interés» en decirle a un amigo que algo es un problema, indicó Obama en el programa «60 Minutes» del canal CBS.
«Lo venimos diciendo desde hace ocho años. Pero no se ha hecho casi ningún caso».
La resolución de diciembre exige a Israel que detenga por completo la construcción de asentamientos judíos en los territorios palestinos ocupados, inclusive en Jerusalén Este.
Estados Unidos se abstuvo y por eso el texto fue aprobado en el máximo organismo de Naciones Unidas, lo que generó fuertes tensiones con Israel. Ni Washington ni el gobierno de Benjamin Netanyahu tienen interés en que escale el conflicto entre Israel y los palestinos, dijo Obama.
El gran número de asentamientos reduce las posibilidades de creación de un Estado palestino efectivo y territorialmente unido.
El domingo casi 70 países y organizaciones internacionales se reunieron en París y aprobaron una declaración en la que apoyan una solución de dos estados que convivan. También pidieron que se reúnan las dos partes para negociar de nuevo de forma directa.
En la misma entrevista, Obama admitió que le habían advertido sobre la profundidad de la grieta entre los dos grandes partidos estadounidenses, pero terminó sorprendido por cómo las bases electorales empujaron al Congreso hacia la polarización.
«Soy el primero en reconocer que no descifré cómo reducir la fiebre del partidismo», dijo, y aseguró que repercutió negativamente en la política estadounidense cuando hubo quienes brindaron más credibilidad al presidente ruso, Vladimir Putin, que a su propio gobierno.
«Eso demuestra cómo la división partidista se ha vuelto tan grave que la gente olvida que estamos en el mismo equipo», afirmó. Obama también dijo que habló con el presidente electo, Donald Trump, y con representantes republicanos en el Congreso para garantizar que ciertas normas, instituciones y tradiciones «no se erosionen porque están ahí por un motivo».
En una de sus últimas declaraciones antes de dejar la Casa Blanca, el mandatario dijo que espera que la democracia se mantenga sana y que el país preserve su sentido de la solidaridad.