Desde su creación en 1948, el afamado National Health Service (Servicio Nacional de Salud) británico ha sufrido especialmente las crisis que soportó todo el Reino Unido. Pero probablemente, nunca como en los últimos tiempos. Al punto que esta semana virtualmente se vio paralizado por una huelga de 48 horas de los trabajadores médicos y residentes, en reclamo de mejoras salariales y condiciones laborales. No es la primera medida de fuerza en hospitales públicos sobrepasados y con miles de turnos ya pospuestos por las consecuencias de los conflictos.
Para sopesar la incidencia de la huelga, Nick Hulme, director ejecutivo de los hospitales de Ipswich y Colchester, confirmó que los que se manifiestan son al menos la mitad de los médicos del sistema británico. Y por consecuencia afectan a unas dos terceras partes de la población, en un país de más de 63 millones de habitantes.
«Este Gobierno nos está fallando a nosotros y a los pacientes» confió Vishal Sharma, presidente de la Asociación Médica Británica (BMA). «Estamos infravalorados y sobrecargados de trabajo», expresó. Tal vez no sean tan novedosas sus apreciaciones para muchos de los habitantes de buena parte del mundo, en especial, de los países latinoamericanos, que también sufren las políticas estatales de bombardeo de la medicina pública en detrimento de la actividad privada, cada vez más priorizada y subvencionada. Justamente en la última década el gasto total para la sanidad en el Reino Unido, que en 2012 ascendía a 127 mil millones de libras, se redujo más de un 20%. En esa línea, los profesionales de la salud sufrieron un recorte de más del 25% en sus salarios desde 2008.
Justamente una de las formas en que fue bastardeado el sistema de salud británico en los últimos años fue incorporando a personal proveniente del extranjero, siempre con salarios muy menores y con condiciones laborales paupérrimas. Incluso a fines del 2022 se desató un escándalo cuando muchos de ellos afirmaron que estaban siendo explotados y denunciaron tal sobrecarga de trabajo que temían poner en riesgo la salud de los pacientes. Una investigación de la BBC , en ese sentido, descubrió que una de las afamadas empresas privadas contrató a médicos de Nigeria para que trabajasen en sus hospitales, en condiciones no permitidas por la sanidad pública, en especial en las ciudades de los suburbios londinenses. Por caso, un trabajador de origen africano, residente de Leeds, desató mucho ruido cuando aseguró: «Estaba en mi trabajo en un hospital pero me sentía como en una prisión».
Estas huelgas que envuelven a la comunidad británica se entienden dentro de una nueva oleada de protestas y movilizaciones que también afecta a muchos otros gremios, entre los que se destacan los maquinistas y personal de aeropuertos, así como trabajadores de la red ferroviaria del país, que dificultan (cuando no paralizan) los transportes y a quienes anunciaron medidas de fuerza para exigir que sus salarios superen la inflación récord del 8,7 % . «