Tras la promulgación por parte del gobierno de facto de Jeanine Áñez, las elecciones presidenciales en Bolivia quedaron confirmadas para el 6 de septiembre y la campaña comenzará, como estaba previsto, el 24 de julio, según confirmó el Tribunal Supremo Electoral (TSE). El organismo también fijó la fecha de una eventual segunda vuelta para el 18 de octubre. El anuncio alienta al Movimiento al Socialismo (MAS-IPSP), que viene aventajando en las encuestas a sus rivales y augura un muy buen resultado. “En septiembre debemos recuperar la democracia, defender nuestras empresas estratégicas y reactivar la industrialización; así garantizaremos el futuro de nuestras hijas e hijos. Es nuestra responsabilidad no volver al pasado”, señaló Evo Morales, hoy candidato a senador.
La decisión de Áñez de avalar el calendario electoral, algo a lo que se había manifestado esquiva durante semanas, coincide (y posiblemente se relacione) con su creciente caída de imagen en la percepción popular. Un sondeo de la fundación Friedrich-Ebert-Stiftung (FES) refleja el malestar del pueblo boliviano por el manejo respecto de la economía, el deficiente abordaje sanitario por el coronavirus, los hechos de corrupción; y revela además una alta expectativa frente a las elecciones. Por citar algunos elementos, la encuesta realizada online afirma que el 81,43% de los encuestados considera que el país va por “mal camino”. Casi el 80% dice que la situación política es entre “mala” y “muy mala”. Y un 65% opina en los mismos términos sobre la situación económica. La “crisis económica con aumento de la pobreza” tiene un 71% de relevancia para los encuestados, y “el riesgo de contagio por coronavirus” así como el “autoritarismo y la persecución política” el 43 por ciento. Casi el 60% desconfía del gobierno y la institución con mayor confianza popular es el TSE. Con respecto a las elecciones, la mayoría está de acuerdo con que se realicen en septiembre, más del 65% dice que asistirá y el 54% desaprueba la candidatura de Áñez.
Si bien los reparos de algunos sectores por la cercanía del proceso electoral se debe a que la expansión del virus está en alza (de hecho fue uno de los argumentos del gobierno de facto para aplazarlo), según confiaron militantes del MAS desde Bolivia, es mayor la vocación por “dar vuelta el escenario político” que el temor a una propagación de la enfermedad. “Las personas se están contagiando, eso no se puede evitar, lo que se podría evitar es que una gran cantidad de personas mueran con la compra de respiradores, rastrillaje, material de bioseguridad, etcétera, lo que el gobierno de Áñez no hizo, al contrario se robaron todo el dinero que era para eso”, se explica a través de documento de circulación interna al que accedió Tiempo. La realidad, indicaron a este medio, es que “el abordaje ha sido tan ineficiente que la mayoría de la gente debe salir a trabajar, porque la cuarentena se implementó mal, sin contemplar a los sectores que necesitan sustento, entonces no va a cambiar nada de esto hasta que no haya un gobierno democrático que lo empiece a resolver”. Este escenario, dicen, provoca que en los hechos, la cuarentena “casi ni se cumple”.
Según señalaron, esta sensación trasciende al MAS-IPSP, sino que se arraiga en otros sectores populares, adhieran o no al partido de Evo. La sensación, también reflejada en el trabajo de FES, es que una nueva postergación electoral permitiría al gobierno de facto “perpetuarse” en el poder u “obtener fueros” para evitar posibles futuros juzgamientos por mal desempeño.
En tanto, el presidente del Tribunal Supremo Electoral, Salvador Romero, la bajó el dramatismo a los comicios, y afirmó que «habrá muchas similitudes» entre la votación y «un trámite bancario». Agregó que se extremarán las precauciones para evitar aglomeraciones, se distribuirán más recintos electorales y se hará cumplir el distanciamiento social en las filas de votantes. Pese a esto, los candidatos se deberán enfrentar a una campaña singular, que se apoyará fuertemente en los medios y las redes sociales. “Hay que ser bastante imaginativos”, afirmó hace un par de semanas en una entrevista a Tiempo el candidato del MAS, Luis Arce. El exministro de Economía de Evo y artífice del “milagro económico” de Bolivia sigue siendo favorito entre los postulantes a la presidencia, superando el 30% de intención. «