Poco más de 18 mil kilómetros separan a la Argentina de Japón, una distancia que puede parecer tan inmensa como insignificante. Es enorme para aquellos que observan indiferentes la escalada de lanzamientos de misiles y ejercicios militares en la región de Asia Pacífico. Y, al mismo tiempo, es un trayecto menor para los que desvían su mirada hacia la región en busca de mercados, oportunidades de negocios e inversiones.
En esta dualidad, el embajador de Japón en la Argentina, Noriteru Fukushima, expresó su optimismo ante los proyectos de inversión de empresas japonesas en la Argentina y, también, reconoció la «tensa» situación de su país frente a las reiteradas amenazas de Corea del Norte. «Nadie puede predecir qué va a pasar. La situación de Corea del Norte es una de las más peligrosas del mundo», opinó el diplomático en una entrevista con Tiempo.
En recientes declaraciones destacó el interés de empresas japonesas para invertir en Argentina, aclarando que debían darse algunas condiciones. ¿Cuáles serían esos requisitos?
El ambiente para la inversión es totalmente favorable y ya se han anunciado negocios por 1300 millones de dólares, algunos de ellos ya realizados. Para aumentar este volumen se necesita un compromiso del gobierno o alguna legislación que garantice un aval soberano. Otro de los temas es la necesidad de firmar contratos en dólares o que los cubra algún tipo de seguro frente a un posible cambio en la cotización del peso. Esto facilitaría que, si hay un proyecto de energía o infraestructura a 20 o 30 años, las empresas puedan entrar, inyectar financiamiento y hacer todas las obras. Tenemos esperanza. Si no hubiera ocurrido el default de 2001, Japón habría seguido con sus inversiones en el país. En los años