Marta Dillon desea que la próxima marcha resulte masiva, un acto de revalorización del #Niunamenos que empodere a las mujeres. Cuestiona las adhesiones por parte de la derecha y descree de los balances por el hecho de que existen aún desapariciones y víctimas no registradas. Y no deja de pensar en la situación de las personas trans y travestis, en un acto por incluir las historias vitales de todxs en términos de libertad y autonomía. Un movimiento como el que se generó en la calle tiene mucho más poder, afirma la periodista y activista.
El año pasado dijimos basta de femicidios. ¿Y las medidas concretas?
El problema está en el cambio de gobierno. Nosotras pedíamos observatorios oficiales para saber cuál era el estado de situación. Se pusieron en práctica, uno dependiendo de la Secretaría de Derechos Humanos y otro de la Corte. De este no tuvimos más datos y el primero se desmanteló. En noviembre fue la debacle. No se puede pensar políticas tendientes a la erradicación de la violencia contra las mujeres por fuera de una política de derechos. Lo cierto es que este problema no se resuelve solamente con refugios ni con medidas punitivas.
¿Y la emergencia?
Como colectivo no abonamos eso. No podemos pensar la violencia de género por fuera del conflicto social, sino en paralelo. Cuando hay pobreza, las más empobrecidas son las jefas de hogar, cargan con la administración de los bienes, el cuidado de los hijos, ante la valoración social de las masculinidades. En general, la violencia se vuelve adentro de las casas. Con la precarización empiezan a surgir las nuevas redes de trata. Todo eso se da sobre el cuerpo de las mujeres, íntimamente ligado al tema de derechos y a cómo distribuís la riqueza en un país. Y la única manera es la generación de lazos, la visualización del problema, la condena social. Por supuesto, la asistencia del Estado a la persona que sufre de violencia debe ser integral: acceso a la vivienda, al trabajo, a la autosustentabilidad, medidas efectivas para que los tipos no se acerquen.
¿Qué diferencias encuentra el colectivo entre este gobierno y el anterior?
Estamos peor, sin duda. Si antes para ingresar al programa Ellas Hacen había requisitos complicados, en este momento, si no estás cagada a palos, no te lo dan. El Programa Nacional de Salud Sexual y Reproductiva está siendo vaciado: la capacitación está en manos de sociedades médicas retrógradas que tienden al control del cuerpo de las mujeres. Si no podés controlar tu capacidad reproductiva, también es muy difícil resistir a la violencia. Estamos doblemente exigidas y sometidas a una violencia social que crece. Queremos que este espacio siga abierto para seguir pensando en la violencia machista, que también se reorganiza. «