En medio de lo que oficialmente llaman la campaña y la agresión mediática más fuerte que hemos tenido en estos últimos diez años, Venezuela se debate en una crisis económica y política, donde la oposición logró poner en primera plana de parte de la prensa local e internacional su intención de llevar adelante el referéndum revocatorio contra el presidente Nicolás Maduro y la supuesta intención del gobierno de ponerle un freno. Algo que el chavismo considera no solo falso sino parte de una puesta en escena que apuesta al desgaste del presidente más a que la salida establecida en la Constitución Bolivariana promovida en su momento por el propio Hugo Chávez. Para el gobierno, la estrategia de la oposición encabezada por la llamada Mesa de Unidad Democrática (MUD) tiene plazo de vencimiento por falta de representatividad. Este año se agota la opción de la oposición de buscar caminos no democráticos, asegura Carlos Martínez Mendoza, embajador de Venezuela en Argentina. En una extensa entrevista con Tiempo en la sede diplomática, el embajador asegura que el gobierno no niega la debacle ni los errores propios, aunque en parte asigna a la crisis razones conspirativas y de guerra económica.
-¿Cómo caracteriza el gobierno esta situación?
-Es una situación que está centrada fundamentalmente en la reducida capacidad que ha tenido la oposición de tratar de generar expectativa en la sociedad, que no ve a la oposición con capacidad para acceder con los votos. Esa oposición ha generado a nivel internacional apoyo tratando de hacer creer que en Venezuela hay una dictadura, que hay presos políticos. En Venezuela no hay persecución como se ha tratado de decir. ¿Hay una situación crítica en términos de abastecimiento? Cierto, pero es producto de la guerra económica que existe, del acaparamiento. Mira, el otro día me tocó viajar a Bogotá, y se me había agotado la crema dental. Compré una en Bogotá y adentro de la caja, el tubo decía hecho en Valencia, Venezuela.
-¿Es decir que hay producción pero se desvía?
-Se desvía y se acapara por sectores que tienen de alguna manera monopolio, oligopolio y que obligan a tomar medidas de importación. Hay que ver el esfuerzo que está haciendo nuestro gobierno. Habiéndose reducido en casi un 80% el ingreso petrolero, recuerda que el petróleo estuvo en los 120 hoy está en los 35, 36 dólares promedio, sin embargo para nosotros no ha parado la inversión. Venezuela no ha dejado de pagar un céntimo de su deuda externa e interna. Sin embargo las calificadoras de riesgo siguen diciendo que la economía de Venezuela es un desastre. El otro tema es el esfuerzo que ha tenido que hacer ese sector no democrático de la oposición de generar ingobernabilidad con hechos de violencia. Pero no ha habido forma de que la oposición motive a la población, a pesar de ese triunfo que han tenido en diciembre pasado (en elecciones parlamentarias).
-Pero han logrado juntar cientos de miles de firmas para el referéndum.
-Ese es un tema muy interesante porque ahí hay una gran manipulación mediática. La Constitución venezolana prevé, como ninguna otra, el referéndum revocatorio a mitad del período. Eso tiene un procedimiento. Hay diferentes formas de activarlo. Que el propio presidente lo solicite. Que la Asamblea con las dos terceras partes y tres, que se recojan el número de firmas suficiente para iniciar el procedimiento. Ese paso escogió esta oposición, y no la segunda, a nivel de Asamblea, donde tenían mayoría. El reglamento establece que se requiere como primer paso recoger el 1% mínimo del padrón electoral. Son 198 mil firmas, que permiten ir al Consejo Nacional Electoral y solicitar las planillas para la recolección de firmas para el revocatorio, que es un segundo paso, que constituye mínimo el 20%, son cuatro millones y tanto. Es lo que realmente activa el proceso revocatorio. ¿Qué hicieron? Recogieron estas firmas, pero el poder electoral, que es uno de los cinco poderes en Venezuela, revisa las firmas y le pone fecha a la recolección de firmas nuevas, que tiene un período de 90 días. Ahora, esas firmas son auditadas. Ya en diciembre la dirigencia del PSUV y el propio gobierno les dijo que activaran el revocatorio. Pero no lo quisieron hacer en enero. Pensaron que si seguían agitando, el gobierno se caía solo. Al fin y al cabo la oposición no quiere activar el revocatorio por una sola razón. Ellos retardaron la recolección de firmas, y una vez que lo hacen entregan fichas mal hechas, con gente que murió, eso demuestra que es una maniobra de dilación, y para tratar de colocar en la opinión internacional de que nos estamos negando al proceso revocatorio. ¿Por qué? Porque la verdad es la siguiente, un sector de la oposición no quiere el revocatorio.
-¿Por qué? ¿Piensa que lo pierde?
-¡No! Es mucho más allá. La razón de no ir al revocatorio tiene que ver con la Constitución Venezolana. El objetivo último de esa oposición es eliminar la Constitución de Venezuela. Para ellos es ilógico utilizar para accesar al poder un mecanismo que les da una constitución a la cual van a eliminar. Sería legitimar la Constitución.
-¿Ellos quisieran reformar la Constitución Bolivariana?
-No tenga la menor duda, es su objetivo final. Entonces les cuesta mucho conducirse bajo el camino democrático de la constitución porque sería legitimar el instrumento al cual ellos tienen el objetivo puesto, por la concepción social y de derechos y justicia social que esta Constitución tiene.
-Luis Almagro, Secretario General de la OEA, anunció que presentará en la semana próxima un informe sobre Venezuela, ¿qué espera de ese informe?
-La actitud que ha asumido Almagro de enfrentamiento personal con el presidente Maduro es de una dimensión tal de desubicación de lo que representa como secretario general de la OEA, que automáticamente lo descalifica. La carta de respuesta que envió a Maduro parecía más de un muchacho guapetón de barrio que de un Secretario General de una institución para el diálogo, la concertación, en consenso.
-¿Y si pide la Carta Democrática?
-La Carta Democrática de la OEA tiene unos requisitos y elementos jurídicos. En Venezuela no están predeterminados ninguno de los temas que pudieran activarla. Además, no perdamos de vista que hoy hay otros mecanismos de integración en la región que tendrán que ser tomados en cuenta por el Secretario General de la OEA. Porque la CELAC es una realidad, Unasur es una realidad.
-¿Alguno de los países de la región donde hoy se ha tomado una orientación conservadora o liberal, puede estar ejerciendo algún tipo de apoyo a la oposición venezolana?
-Eso responde más a la presión que le están ejerciendo desde afuera a esos gobiernos. Ya vemos lo que ha pasado con Dilma (Rousseff). Nosotros por ejemplo no reconocemos al gobierno interino de Brasil, porque creemos que forma parte de una estrategia contra la región. Así como las expresiones de voceros de la oposición nacional e internacional pidiendo la intervención militar en Venezuela. Y ese es un caro favor que le hacen a la propia oposición porque los sectores que no están vinculados al chavismo y que no tienen simpatía con nosotros, cuando escuchan eso, en lugar de aislarse, se acercan más a nosotros.
-De todas formas, incluso dentro del chavismo hay críticas y pérdida o alejamiento de sectores propios, ¿cómo se reconstituye eso?
-Ciertamente hemos tenido un proceso de desgaste natural, hemos cometido errores, pero también parte del descontento es todo un éxtasis psicológico condicionado por el bombardeo mediático cotidiano, que nos coloca como que sí hemos perdido un espacio importante de esa base política que teníamos. Un ejemplo es las elecciones de fin de año. Habrá que preguntarse si de esos seis o siete millones que sacó la oposición, eran todos de ellos. Habría que pensar cuántos de esos los votaron, un poco por resentimiento al proceso nuestro, pero que hoy seguramente pudieran tener posturas muy diferentes porque la oposición les vendió la idea de que al otro día de ganar el Parlamento todo se iba a arreglar: el problema del desabastecimiento y la inseguridad, que son los temas básicos que está tratando el gobierno cada día. Ciertamente hay un segmento en la sociedad que es crítica, que puede cuestionar aspectos de las políticas nuestras, pero que no se siente expresado por esa oposición. La consultora Interlace, que no tiene nada que ver con nosotros, acaba de sacar una encuesta que establece que la primera fuerza política en Venezuela es el chavismo, con cerca del 40%. O sea que después de 17 años de gobierno que nosotros tengamos un 40% es importante, y tiene que ver también con una oposición que no tiene la capacidad de generar expectativas de alternativa, que se cocina en sus propios errores. Entonces esa oposición no es capaz de generar, por sus propias divisiones, y porque no tienen proyecto. Y eso se debe a la comodidad de que todo proyecto es el que se genera desde afuera. Desde allí les dicen haga esto, haga esto.
-¿Cuándo el ciudadano venezolano podrá ver un cambio en la situación?
-Mira, yo soy de los que piensa que el venezolano tiene plena conciencia de lo que está sucediendo. Aún aquellos que piensan que una alternancia de otro modelo los puede llevar a una mejor expectativa. Pero ese mismo segmento, cuando se mira en el espejo de la oposición, tiene cuidado. Creo que el tema económico está muy condicionado a que de alguna manera le demos la batalla a esta campaña mediática internacional, que es la que reactiva los resortes de la inquietud. Porque no es cierto tampoco que en Venezuela no se come. Se consiguen los productos, unos más baratos, otros más caros, pero se consiguen. Porque todos responden a la mafia del acaparamiento, y creo que el camino para romper esa mafia tiene que ver menos por el lado coercitivo y más por romperles el negocio, tocarles la billetera. Que sea menos atractivo ese contrabandeo y ese acaparamiento. No es una tarea fácil y requiere de mucha solidez y cooperación social. Pero yo creo que el tiempo camina en contra de ellos. El tiempo nos garantiza a nosotros de ir llevando las cosas, esperamos que rinda este esfuerzo que se está haciendo para consensuar con el sector productivo. Yo creo que este año es crucial, muy crucial desde todo punto de vista.
-¿Por qué es crucial?
-Porque creo que este año se dará el agotamiento, no en nosotros, sino en esa oposición de buscar caminos no democráticos, conspirativos. Esa estrategia se le agota, y se desdibuja ante la sociedad. Y eso tiene que ver con que la sociedad venezolana percibe que en esos sectores de oposición, que están de paso fracturados y tienen visiones diferentes, no hay una posibilidad de plantear una alternativa frente a lo que presenta la Revolución Bolivariana.
-Cuando el presidente Maduro propone diálogo, ¿cuáles son los términos planteados y cuáles los de la oposición?
-El gobierno ha planteado de manera franca ir a un diálogo sin condicionamientos para el gobierno. Porque si no, de entrada, es negociar con una pistola en la cabeza. El segundo elemento es que sea un diálogo abierto, amplio y que de alguna manera se dé la posibilidad del debate. También el reconocimiento mutuo, pero en esto ellos quemaron los puentes, porque desde que entraron han tratado de desconocer al presidente Maduro como jefe de Estado, y eso es una gran dificultad. Y tampoco quieren debate amplio. Piden que se suelte a los presos políticos (N. de R.: como Leopoldo López), pero no hay presos políticos. Hay gente procesada y hay independencia de poderes. El presidente no tiene la potestad de sacar a nadie y no lo haría tampoco. Yo tuve la posibilidad de leer la ley de Amnistía que presentaron. Es una locura. Proponen liberar en determinado período a acusados por narcotráfico, robo, violación. Lo que pasa es que era la única forma de cubrir todas las acusaciones que tiene esta gente. Porque los mecanismos que utilizaron en la Guarimba para desestabilizar el país fueron violaciones, asesinados, degollamientos, convergieron también dineros malhabidos. Esos condicionamientos no ayudan, pero ahí sigue estando el llamado al diálogo. El presidente Maduro es un hombre de diálogo. «
El «apriete» de los EE.UU.
Pese a aquella reunión en apariencia espontánea entre el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, y el presidente Nicolás Maduro en aquella reunión de la OEA, el decreto que declara a Venezuela como una amenaza regional no fue levantado. Más allá de los pedidos (en general de propios venezolanos opositores), no se aplicaron sanciones formales contra el país. Sin embargo, existen otras presiones indirectas, según relata el embajador venezolano Carlos Martínez Mendoza, que podrían tener su origen en el Departamento de Estado. No tengo dudas, no tengo la prueba, pero el apriete es real, asegura. Yo lo he vivido, fui presidente de una empresa del Estado. De golpe recibes una carta que te dicen que agradecen la confianza pero a fin de mes debes retirar todo. Una vez tuve que salir como loco a abrir unas cuentas bancarias para la empresa que yo dirigía, porque muy decentemente el presidente del banco te dice que tiene una orden de directiva. Cuando le preguntas de qué directiva: ya usted sabe de dónde viene el apriete, te dicen. Entonces luego ellos nos quieren dar lecciones de equilibrio y legalidad, resume.