Después de sucesivas derrotas de EEUU en nuestra América, el imperio intenta centrar su artillería contra Nicaragua. El objetivo es impedir las elecciones presidenciales de Noviembre: crear todo tipo de fake news, alentar el descontento social, etcétera. El imperialismo cuenta para este propósito con la oligarquía parasitaria nicaragüense: los partidos de derecha, algunos provenientes del sandinismo claudicante y como siempre con la OEA, a pesar de estar moribunda.
El problema de Nicaragua no es un tema menor, repercute en toda América Central y el Caribe. Tiene una importancia geopolítica de primer orden. Desde lo político el próximo triunfo del sandinismo y posiblemente el histórico triunfo de la candidata de izquierda Xiomara Castro en Honduras, pueden convertirse en otra derrota yanqui. Por ello están tan preocupados. No debemos olvidar que el gobierno de Nicaragua junto al chino está construyendo el segundo canal interoceánico del continente.
En la argentina Alberto Fernández ha tenido una posición vacilante con Nicaragua, quizás no entienda los consejos de Brecht cuando dijo “Primero Vinieron por los comunistas y no dije nada porque yo no lo era…” Esta claro que ya vienen también por Alberto Fernández y el gobierno democrático argentino.
Alberto Fernández y Andrés Manuel López Obrador (AMLO) Argentina y México llamaron a consulta a sus embajadores en Nicaragua en repudio a las violaciones a los derechos humanos supuestamente cometidos en Nicaragua. Alberto Fernández ordenó a Felipe Solá que hiciera lo mismo con Daniel Capitanich, que representa los intereses diplomáticos de la Argentina en Managua.
La decisión de llamar a consulta al embajador Capitanich es el epílogo de una sucesión de hechos diplomáticos ordenados por Alberto Fernández que Daniel Ortega rechazó. El presidente instruyó a Capitanich para que visitara a los “presos políticos” nicaragüense y a continuación Felipe Solá solicitó la inmediata libertad de esos “presos políticos”.
Esta actitud es poco respetuosa con una diplomacia de otro estilo, como señaló el Canciller peruano Héctor Béjar estos días en su discurso de toma de posesión. Es poco ético e inclusive inmoral que la argentina solicite la libertad de los “presos políticos” nicaragüenses, cuando en la argentina aun tenemos los presos políticos de la lucha anti neoliberal contra el macrismo.
Por consecuencia de esta situación el gobierno nicaragüense también ha llamado estos días -a consulta- a su embajador Orlando José Gómez. No estaría mal, que Daniel Ortega le dé instrucciones al representante diplomático nicaragüense en Buenos Aires, para que visite a Milagro Sala, Luis D’Elia y el resto de presos políticos argentinos.