El 14 de diciembre es una fecha clave para la libertad de expresión y la democracia informativa en Estados Unidos y por lo que significa como espejo, donde otros querrán mirarse, para el resto del mundo. Ese día, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés) se apresta a dictar dos medidas que podrían cambiar definitivamente el mapa de los medios y la forma en que circula la información por la Web. Por un lado, pondría fin a la neutralidad en la red y por el otro aprobaría una nueva flexibilización a la norma que prohíbe la propiedad cruzada de medios, con lo que cualquier propietario de un diario, por ejemplo, podría ser dueño al mismo tiempo de canales de tevé y radios en el mismo distrito, y que beneficia al grupo Sinclair, un silencioso conglomerado que apoya sin restricciones a Donald Trump.
Al mismo tiempo el Departamento de Justicia rechazó la fusión de AT&T y Time Warner con la excusa de no aceptar monopolios. El detalle es que la propia AT&T se vería beneficiada por el cambio en las condiciones de transporte de paquetes de información por la red. ¿Contradicciones de Trump?
Para los sectores menos condescendientes, el magnate republicano tiene entre ceja y ceja a CNN, parte del grupo Time Warner, porque cuestiona su gestión desde antes de que llegara al gobierno. Eso es lo que advierten analistas políticos como Will Bunch: «No hay una pistola humeante, pero hasta los medios pro-Trump como Daily Caller y New York Post han citado fuentes que indican que Trump querría expulsar al jefe de CNN, Jeff Zucker. Otros periodistas han trabajado para encontrar una razón que no sea el rencor presidencial para el intento de bloquear la fusión».
La neutralidad de la red es un asunto complejo que tiene su enfoque comercial pero también político y filosófico, ya que habla de la obligación de los proveedores de conectividad en la Web de tratar a todos los «paquetes» de información que circulan por la autopista informática de la misma forma. Es decir, no hacer distingos entre lo que envía un gran jugador como podrían ser los grandes productores de contenidos por sobre cualquier medio alternativo e incluso un ciudadano que tenga algo para decir. Lo aclara Beatriz Busaniche, de la Fundación Vía Libre: «Que los carriers, los propietarios de los caños (como pueden ser Fibertel, Telefónica o Telecentro en nuestro país) no puedan establecer un tráfico diferenciado de contenidos o incidir en calidad de lo que circula sobre la red».
Un ejemplo clásico, puntualiza la especialista, es el de un proveedor que tiene al mismo tiempo un medio, como podría ser el caso Clarín con Fibertel. Que haya neutralidad implica que Fibertel debe tratar de igual manera a un humilde blog o al diario Tiempo Argentino que sus propios portales. O que Netflix tenga las mismas posibilidades de circulación y velocidad que Flow, la plataforma desarrollada por el grupo.
Lo grave no es sólo el riesgo de invisibilizar a un medio pequeño o que se ahogue a una empresa «no amiga». Sin neutralidad, un concepto que defendía el gobierno de Barack Obama y surge del académico estadounidense Tim Wu, se vulnera el derecho a la información en sociedades donde, como vemos cada día y no sólo en Argentina, se apagan brutalmente las voces disidentes en favor del discurso único.
Ana Bizberge es docente e investigadora de políticas de comunicación en la Universidad de Buenos Aires y desde ese lugar alerta sobre otro aspecto que también está en agenda para el 14 de diciembre. Ese día se aprobaría los republicanos tienen mayoría de 3 a 2 en un comité bipartidario una «relajación de las normas que regulan la propiedad de medios».
Un aspecto que se tomó en cuenta en el debate por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual fue el de la limitación en Estados Unidos a que un diario pudiera tener al mismo tiempo un canal y una radio. A los tumbos esa regla se mantiene en el Acta de Telecomunicaciones de 1996. Pero al llegar a la Casa Blanca Trump nombró en la FCC a Ajit Pai, un indo-estadounidense partidario de la liberación total de los mercados. El hombre trabajó la mayor parte de su vida en la administración publica, salvo un paso no demasiado extenso por la telco Verizon.
El Sinclair Broadcasting Group (SBG) es un conglomerado nacido en los ’70 en el estado de Maryland que sin levantar espuma llegó a sumar 200 medios en todo el país. Hace unos meses arregló la compra de Tribune Media, surgido en torno al Chicago Tribune, de Illinois. De aprobarse la operación, se formalizaría una cadena con diarios, radios y televisoras que tendría el 72% de la audiencia de todo el país, nada menos.
Pai aprueba la compra pero para ello se deberán concretar un par de reformas en las normas. Una de ellas, la que establece que si un medio quiere comprar otro en el mismo distrito, tiene que haber por lo menos ocho que representen voces distintas. La otra es que se elimine el tope del 39% de audiencia en la misma área de cobertura. Por ahora hicieron una interpretación algo nebulosa por la cual se le computa la mitad de la audiencia por todos los canales en banda UHF.
¿Por qué no habría monopolio con Sinclair y si lo habría con AT&T-Time Warner? Ya se mencionó la inquina de Trump por CNN. SBG, en cambio, esta a la derecha de la derecha, apoyó desde el vamos al excéntrico millonario y fue clave para que ganara en lugares donde los otros canales no mueven el amperímetro.
De allí el rechazo de militantes de los derechos civiles por esta movida del FCC y el gobierno de Trump. Hubo manifestaciones a oficinas de Verizon para demostrar la ligazón entre Pai y la telefónica. También crecen las expresiones de repudio al bloqueo selectivo de Facebook y Google contra medios rusos como Sputnik y RT.
¿Por qué Facebook y Google encabezan la defensa de la neutralidad en la red, entonces? «Ellos también son usuarios de la infraestructura de las redes, se trata de dinero y poder», resume Busaniche. «