El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu parecía este miércoles estar en la cuerda floja tras las elecciones legislativas de la víspera, que registraron un empate con su gran rival centrista, el general (R) Benny Gantz, lo que obliga a todo el mundo a negociar para formar una coalición.
Netanyahu, que ha liderado el gobierno israelí de forma ininterrumpida en los últimos 10 años, siempre ha sabido salir a flote en sus citas con las urnas, pero esta vez podría ser misión imposible.
Ante la incertidumbre política, Netanyahu canceló su viaje a la Asamblea General de las Naciones Unidas, informaron a la AFP fuentes oficiales. Iba a reunirse también con el presidente estadounidense, Donald Trump, para discutir un posible tratado de defensa común.
Con más del 92% de los votos escrutados, la formación de centro-derecha Azul-Blanco (Kahol Lavan), de Gantz, habría obtenido 32 escaños, contra 31 del partido Likud (derecha) de Netanyahu, sobre un total de 120 que hay en la Kneset, el Parlamento israelí.
Ninguna de las dos formaciones, ni siquiera con el apoyo de sus aliados, logrará llegar a los 61 escaños, mayoría necesaria para gobernar.
«Vamos a esperar los resultados finales (…) vamos a esperar un día o dos y manifestar nuestro deseo de un gobierno de unión en Israel», dijo Gantz este miércoles.
Horas antes, este general y ex jefe de estado mayor del ejército, pidió «un gobierno de unidad que refleje la voluntad del pueblo». «Hemos iniciado las negociaciones y hablaré con todo el mundo», dijo.
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores palestino, Riyad al Maliki, aseguró este miércoles en Oslo que los palestinos están dispuestos a «reanudar las negociaciones» con «quien sea capaz de formar un gobierno» en Israel.
– ¿Fin de la «era Netanyahu»? –
Menos conciliador, Netanyahu pidió la formación de una «gobierno sionista fuerte» sin la participación de los «partidos árabes antisionistas».
«No puede haber y no habrá un gobierno que se apoye en los partidos árabes antisionistas, partidos que niegan la existencia de Israel como Estado judío y democrático», dijo.
Según la prensa, la Lista Unida de partidos árabes sería la tercera fuerza más votada con 12 escaños. Los partidos árabes ya advirtieron que se opondrían a Netanyahu como jefe de gobierno, aunque no dejaron claro si apoyarán claramente a Gantz.
«La era Netanayhu ha terminado», zanjó Ahmed Tibi, uno de los líderes de la Lista Unida. «Si Benny Gantz nos llama, le comunicaremos nuestras condiciones para apoyarlo», agregó.
Estas elecciones eran cruciales para Netanyahu, que comparecerá ante la justicia el 3 de octubre para declarar sobre varios escándalos por los que podría ser formalmente acusado de corrupción, malversación y cohecho. El primer ministro desea obtener la inmunidad parlamentaria que le blinde mientras siga en el cargo.
Todo indica que el Likud y Azul-Blanco deben negociar entre ellos y con otras formaciones para formar un nuevo gobierno y evitar que se repita lo ocurrido en abril, cuando Netanyahu, encargado por el presidente israelí, Reuven Rivlin, de construir una coalición, no logró los apoyos necesarios.
El Parlamento fue disuelto y se convocaron nuevas elecciones, aunque el resultado ha sido muy similar al de abril, salvo el fortalecimiento de los partidos árabes y de la formación Israel Beiteinu, del exministro de Defensa Avigdor Lieberman.
Para formar gobierno, Netanyahu podría tender la mano a partidos ultranacionalistas, religiosos y a Lieberman.
Gantz podría negociar con la izquierda y el laborismo, minoritarios, con los partidos árabes y también con Lieberman. Aunque es difícil que este acceda a formar parte de un gobierno en el que estén los partidos árabes y la izquierda.
Lieberman, como en las pasadas elecciones, podría ser clave en las próximas semanas ya que su partido logró nueve escaños.
– «La enfermedad del odio» –
El exministro de Defensa pidió el miércoles un gobierno de «unidad nacional» entre su partido, el Azul-Blanco y el Likud, excluyendo de entrada a partidos judíos ultraortodoxos y a las formaciones árabes.
Lieberman ha hecho campaña contra los religiosos ultraortodoxos, aliados del Likud, porque se opone a que Israel se convierta en un Estado religioso. Tampoco ha escatimado críticas contra las formaciones árabes.
«Israel tiene un problema. En los últimos meses el país ha tenido una herida abierta. Nos ha invadido la enfermedad del odio (…) Algunas personas quieren que las divisiones entre derecha e izquierda se acentúen pero es justamente así como hacemos que nuestra enfermedad se extienda», dijo el analista israelí Ben-Dror Yemini en el diario Yedioth Ahronoth.
Vista la situación, Netanyahu podría de nuevo forzar elecciones, en un intento de lograr otros resultados más favorables. Pero el presidente israelí ha dejado claro que hay que formar un gobierno «lo antes posible» y evitar nuevos comicios.
Rivlin elegirá a uno de los candidatos más votados para que forme gobierno en un plazo de 28 días.