Tras su participación en la cumbre del G20, Michel Temer pone a Brasil de remate, al iniciar una reforma neoliberal centrada en un paquete de 34 concesiones y privatizaciones de empresas públicas.
El programa Crecer, bajo la concepción del Estado mínimo y la promoción de inversores privados, tiene como objetivo reducir el déficit fiscal con una receta clásica de la década de 1990, recaudar con la venta de activos estatales.
Así, para que Brasil vuelva al primer mundo, Temer le pone el cartelito de On Sale a cuatro aeropuertos, siete empresas de energía y tres de saneamiento ambiental, junto a las concesiones en tres redes ferroviarias, tres rutas y dos puertos. Además, prevé rematar parte de las loterías de Caixa y subastar la exploración de campos de petróleo y de cuatro áreas de minería.
El programa de privatizaciones está a cargo de un ex funcionario de la presidente destituida Dilma Rousseff, Wellington Moreira Franco, que ya había propuesto este paquete durante la gestión petista. Sin embargo, en la presentación se encargó de aclarar que esta vez hay un cambio de filosofía, donde la concepción ideológica es pro-mercado.
En palabras de Moreira Franco, definimos una nueva postura del gobierno en este proceso. No habrá sustitución de la aritmética, con las cuatro operaciones fundamentales, por la ideología. Se refiere a que en las privatizaciones son al 100% del capital y no exigirá participación estatal en la composición accionaria.
Por eso, los apetitosos aeropuertos de Salvador, Porto Alegre, Fortaleza y Florianópolis, que recibieron inversiones cuando se desarrolló el Mundial de Fútbol en 2014, ya no tendrán la exigencia que ponía la propuesta petista de participación de entre un 15 al 49% de Infraero (la estatal que administra los aeropuertos) del total de las acciones de las empresas privatizadas.
Además, los inversores se verían beneficiados por la precarización laboral que impulsa el gobierno de Temer, que tiene como objetivo llevar las jornadas laborales a 12 horas, sumados al retiro de aguinaldos y aumento de la edad jubilatoria.
Por esto, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva acusó a Michel Temer de no saber gobernar y de desmontar programas sociales para crear las condiciones para vender el patrimonio público.
Sin embargo, la prensa hegemónica, especialmente la de San Pablo, no se preocupa por esta situación, sino que concentró toda su atención en la denuncia del Ministerio Público Fiscal hacia Lula, que sin pruebas lo acusa de participar del sistema de corrupción conocido como Lava Jato, con el objetivo de condenarlo y así evitar la estrategia petista de movilizar con la consigna Lula vuelve, fuera Temer. «
* UBA/UNSAM @Richardbsas