Mientras la isla de Cuba se sumerge en el duelo, Miami festeja. La filial que el anticastrismo tiene en el barrio Pequeña Habana amaneció el sábado con alegría. La celebración comenzó durante la madrugada y un grupo marchó desde temprano frente al restaurante Versailles, el más conocido de la comunidad en la ciudad, con banderas cubanas y estadounidenses. Las bocinas resonaron entre las palmeras. Hombres y mujeres se abrazaron con lágrimas en sus rostros. No eran de tristeza. Para ellos, por fin llegó el día.
«¡Fidel Castro está muerto!», tuiteó Donald Trump, cuando la Casa Blanca todavía no había reaccionado. «Extendemos una mano de amistad al pueblo de Cuba», diría luego Barack Obama en un comunicado. «El pueblo cubano debe saber que tiene un amigo y un socio en los Estados Unidos», agregó.
Los exiliados se preguntan qué pasará ahora, cuál será el resultado de esta combinación entre la elección de Trump y la muerte de Castro.
Mientras miran al futuro, en Miami esperan, por lo menos, que las relaciones entre ambos países cambien y que la isla «sea más libre».