Juan Carlos Portantiero, intelectual argentino que militara en el Partido Comunista bajo la dirección del gran pensador Héctor Agosti, dirigiendo la revista “Cuadernos de Cultura”, inició con Agosti la difusión del pensamiento del filósofo italiano Antonio Gramcsi, en los años 50 del siglo pasado. Posteriormente, exiliado en México y alejado de su militancia comunista, Portantiero, ejerciendo de profesor de Flacso publicó su ensayo “Los usos de Gramsci”.
Cuarenta años después en México se inició la Cuarta Transformación, con la victoria electoral de Andrës Manuel López Obrador, en 2018, y se aseguró su continuidad con la amplia victoria de Claudia Sheinbaum, la primera mujer presidenta en América del Norte. La Universidad Autónoma Metropolitana Sede Xochimilco hace uso de Gramsci para interpretar la Cuarta Transformación y el lopezobradorismo con un ensayo de varios autores, bajo el titulo “Hegemonía y 4 T, un debate gramsciano” y con la coordinación de Diana Fuentes y Massimo Modoneski.
Toda transformación profunda en el Estado y la sociedad detona una mutación fundamental en la cultura. Así ocurrió con las revoluciones mexicana, rusa y china, en el siglo XX. En México ese cambio cultural viene gestándose desde 1968 y creció significativamente después del 2018 con el triunfo electoral de AMLO.
Una de sus manifestaciones es el auge editorial con publicaciones plurales y diversas sobre el cambio político y social que está viviendo México. El libro que nos ocupa subraya la significación del proceso que lidera MORENA como el más importante después de la independencia, las leyes de reforma y la revolución, proclamado desde su consigna electoral clarividente en 2018: “Juntos haremos histotria”
Partiendo del concepto gramsciano de hegemonía, los autores emprenden el ejercicio de descifrar el “amloismo” consagrando usos diferentes y fecundos. Con metodología gramsciana, los autores analizan el conflicto, la resistencia, las relaciones de dependencia y subordinación, que creó el Estado mexicano durante el siglo XX.
El lopezobradorismo aplicó una vía política hegemónica cuyo instrumento practico fue la triada: centralidad, centrismo y centralismo. Fue funcional en la medida en que el actor principal y líder-López Obrador-tenía 20 años recorriendo todos los municipios del país y había construido una cercanía no sólo político-ideológica sino vivencial con el pueblo de Mexico. Lo hizo en el marco de recurrentes crisis internacionales y el incremento en la población mexicana de la oposición al antiguo régimen, encarnado desde fines del siglo XX por la alianza de facto entre el PRI y el PAN.
El libro explora hasta donde las debilidades político-culturales de la oposición son el mejor aliado para que la Cuarta Transformación construya un nuevo sistema hegemónico. Las debilidades de la oposición se reflejan en la falta de ideas y la ausencia de liderazgos.
En las recientes elecciones fue un empresario, Claudio X Gonzales, quien organizó la derrotada alianza de partidos encabezados por el PAN y el PRI. Ahora, iniciado el nuevo sexenio, la oposición aparece encabezada por ocho ministros de la Suprema Corte, un comediante de nombre Inclán y algunos intelectuales desconectados de la realidad. Practican técnicas obstruccionistas de amparos inconstitucionales, intentando dictaduras judiciales sin destino, chistes machistas contra la Presidenta o podcast anunciando la muerte de la Republica.
Fracasado el neoliberalismo en México y el mundo, los potenciales fenómenos que pueden obstruir la construcción de una nueva hegemonía, estarán en la gigantesca asociación política de gobierno, donde seguramente surgirán diferencias que la presidenta deberá manejar con sabiduría.
Eso lo dirá el tiempo. Mantener la herencia de cercanía con el pueblo que enseño López Obrador, profundizar las políticas de bienestar, evitar la tentación de estatalizar al partido-movimiento MORENA, son recomendables acciones para avanzar en la construcción de una hegemonía con duración en el tiempo.
Y además: nunca renunciar a la verdad en el ejercicio público. Porque como solía decir Gramsci: “La verdad siempre es revolucionaria”.