«Las fronteras terrestres serán mucho más fáciles de proteger que las marítimas. Es por eso que concluimos el acuerdo UE-Turquía. Y lamentablemente, no hemos avanzado en su puesta en marcha tanto como habríamos deseado», declaró Merkel en su podcast semanal. 

«No podemos aceptar que la gente pague tanto dinero para arriesgar su vida», añadió la canciller. 

El controvertido pacto concluido en marzo de 2016 entre la UE y Ankara prevé la devolución a Turquía de todos los migrantes llegados a Grecia. Como contrapartida, la UE se comprometió a «reubicar» a un sirio en un país miembro de la UE por cada persona de esa nacionalidad devuelta a Turquía. El acuerdo por el cual ese país deporta a los refugiados llegados de manera ilegal a cambio de un refugiado con papeles «es un buen ejemplo» de lo que podría hacerse con otros países del norte de África, dijo.

En ese sentido, expresó su deseó de alcanzar acuerdos similares con Libia, Túnez y Egipto, en la costa sur del Mediterráneo, desde donde salen embarcaciones cargadas de inmigrantes que buscan asilo en Europa, aunque reconoció que las conversaciones con esos países están en una «fase inicial».

Por otro lado, subrayó la dificultad de negociar con algunos de esos países -los primeros en sufrir la presión migratoria- y puso como ejemplo el caso de Libia, donde no hay un «gobierno de unidad estable», según la agencia de noticias EFE.
«El Estado libio está en una situación catastrófica, así que aún queda mucho trabajo por hacer» antes de poder acabar con el negocio de las mafias de traficantes, admitió la canciller.

Desde marzo, 1.187 migrantes fueron transferidos desde las islas griegas a Turquía, mientras que 2.761 refugiados sirios provenientes de Turquía han sido reubicados en territorio comunitario, según las cifras publicadas el jueves por la Comisión Europea. En cuanto a los arribos cotidianos de refugiados a las islas griegas, descendieron notablemente a unas 90 al día, mientras que hace un año podrían llegar a 10 mil diarias, según Bruselas.