Sólo faltan imágenes de edificios agujereados por metralla aérea o despedazados por obuses y misiles, y millones de padres y madres cargando hijos por las abrumadas calles de Cucuta, Maicao o Manaos, con los rostros impactados por el horror de la guerra.
La primera parte de la tarea destructiva ya la hicieron. El imperialismo norteamericano instaló el desastre, colapsó los servicios, la inestabilidad cotidiana y el caos.
No logró avanzar más que en una franja minoritaria de la sociedad venezolana.
A los tres millones que migraron llenos de odio al gobierno y rechazo a sus dirigentes opositores, se le pueden sumar otra cantidad similar que piensa lo mismo, no pudo migrar y siente que la amenaza norteamericana también puede destruirlos.
El secreto de la otra mitad, la que no pudieron convertir en Siria, se identifica por la capacidad de resistir, sobrevivir, a la hiperinflación, el desabastecimiento, el saboteo eléctrico, el incendio del Avila y la amenaza de invación y guerra.
Tanto en Bogotà como en Brasilia decidieron que Venezuela es descartable del mapa latinoamericano, y suponen que serán premiados con dólares como Israel, y Europa central, Taiwan y Corea del Sur despues de la IIa Guerra.
Pocas veces como ahora cobró vida la frase cargada de patetismo del moribundo Bolivar en su lecho de Santa Marta: «He arado en el mar».
El dolor invocaba 20 años de guerra revolucionaria anticolonial para construir una sola nación entre Mexico y la Patagonia.
Duke, Bolsonaro, Almagro, Macri, Piñera y el resto del Grupo de Lima escogieron cosechar en vez de arar y no en el mar, sino en los escondrijos off-shore del capitalismo suicida contemporáneo.
Sobre la desesperanza de la mitad Siria de Venezuela tiende a triunfar la mitad irreductible. Y como han mostrado suficientes escenas familiares en Maracaibo, Miranda, Aragua, San Cristóbal, Valencia y Caracas, la solidaridad barrial y la convicción de la población chavista pudo más que la mitad Siria del país. Impuso la resistencia y el valor humano gregario, incluso en vecinos anti chavistas, y derrotaron la condición de la sombra y la derrota.
El gobierno incrementa su media victoria, la población demuestra su capacidad de avanzar. Sólo faltan las decisiones gubernamentales que trasciendan el estado general de fragilidad del Estado Nación ante un imperialismo enfurecido y capaz de resolver su «problema Venezuela» como sea, incluso por las malas.