A Sean Spicer, vocero republicano, no lo conformaba mucho que Donald Trump compitiera en las primarias. No era el único en el partido que miraba con desconfianza al candidato outsider. Cuando finalmente el neoyorquino ganó la nominación, no le quedó otra opción más que apoyarlo y lo hizo sin problemas. Lo hizo bien, porque una vez presidente, Trump lo incluyó en el gabinete y le dio uno de los puestos más intensos de la Casa Blanca, el de secretario de Prensa.
Frente a las cámaras a veces -y otras no porque prefería que las conferencias no fueran grabadas-, Spicer defendió durante casi seis meses las políticas del Gobierno de Trump. Renunció esta semana y, en su lugar, quedará Sarah Huckabee Sanders, otra funcionaria que no ha tenido problemas en mentir para justificar las decisiones de la administración.
Desde el 20 de enero pasado, Spicer fue el blanco de críticas por parte de los medios, por su forma de manejar los anuncios y las conferencias para informar a la prensa. Saturday Night Live, el principal show de comedia de Estados Unidos, puso rápidamente a la actriz Melissa McCarthy a imitarlo. La personificación fue un éxito en la televisión.
En las últimas semanas, Spicer había quedado relegado y Huckabee Sanders se hizo cargo de la tarea de informar sobre las actividades del presidente. La nueva vocera tiene, a diferencia de otros integrantes de la administración, una larga trayectoria en la arena política. Su padre fue gobernador del estado de Arkansas y precandidato a presidente. A los siete y ocho años, un niño está saltando la soga. Ella se sentaba en la mesa de la cocina a analizar encuestas, dijo recientemente Mike Huckabee, su padre.
El alejamiento de Spicer se produjo, sobre todo, por la decisión de nombrar un nuevo director de Comunicaciones, tras la renuncia del anterior en mayo. El puesto estará ahora en manos de Anthony Scaramucci, un gerente de un fondo de inversión de Wall Street que se unió a la campaña republicana el año pasado y participó del equipo de transición antes de que Trump asumiera.
Scaramucci no tiene experiencia previa en temas de gobierno, pero conoce a Trump desde hace años y comparte con él la crianza en la periferia de Nueva York y las raíces de clase media. Consultado sobre cómo manejará el intenso uso de Twitter que hace el presidente, aseguró que el mandatario tiene uno de los mejores instintos políticos del mundo y que es uno de los mejores comunicadores.
El movimiento en el área de comunicaciones no es el único cambio que hubo en los últimos días en la Casa Blanca. En pleno contexto en el que dos legisladores demócratas ya han presentado una propuesta formal de juicio político contra Trump, el abogado personal del presidente también decidió apartarse de su cargo. Marc Kasowitz había trabajado desde hace casi dos décadas con el mandatario e incluso lo ha representado en los conflictos que tuvo la Universidad Trump. Mark Corallo, vocero del equipo legal que lideraba Kasowitz, también renunció. «